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 La Presidenta no cambiará de rumbo 
Santiago Kovadloff
Para LA NACION.Viernes 31 de diciembre de 2010 |.
¿Año nuevo, vida nueva? El Gobierno parece empeñado en despertar expectativas favorables en un electorado que, hasta hoy, le es adverso. Se diría que quiere dar la impresión de que promueve un cambio atento a sus reclamos. ¿Fin de la autocracia? ¿Murió con Néstor Kirchner la necesidad de concebir el ejercicio de la política como beligerancia perpetua? ¿Enviudar significó también poner fin al ostracismo del sentido común? ¿Ante quién estamos? ¿Ante una presidenta liberada de una tutela despótica? ¿Ante una voz postergada que recupera protagonismo y se abre al diálogo con sus adversarios?
Quien rinda tributo a las apariencias y pase por alto lo decisivo, no dudará en afirmarlo. No confundamos, empero, las imposiciones de una inminente campaña electoral con las transformaciones sustanciales nacidas de un espíritu autocrítico. El Gobierno no cambiará de rumbo, aunque cambie de táctica. Sus más altos representantes tienen, si se quiere, el mérito de la constancia, pero no el de la sensatez, como bien lo prueba el estallido de los hechos recientes. Aferrada desde siempre al populismo, Cristina Kirch- ner optó por la inoperancia y puso al desnudo, otra vez, su afición a la demagogia. No encaró a fondo el problema de la vivienda y menos aún el de la pobreza; fue indiferente al auge del narcotráfico y alentó la justicia por mano propia al favorecer la acción directa donde debía imperar el Estado. Seamos francos: el año que despedimos no termina bien. Abundan los muertos sembrados por la violencia. Resalta la ausencia de la ley en la tramitación de los conflictos sociales. Los opositores aún no lograron dejar atrás el berenjenal de mezquindades que empobrece a la política. Crece el desierto conceptual donde deberían abundar las ideas.
Las dos últimas administraciones -la de Néstor Kirchner y la actual- no han contribuido a profundizar el tránsito desde el autoritarismo a la democracia representativa. Todo lo contrario. Reforzaron los mecanismos de intolerancia al disenso, despreciaron los partidos, se burlaron del federalismo, instrumentaron sin pausa la pobreza, respaldaron el sindicalismo extorsivo, manipularon las investiduras y la tarea parlamentaria. Sus logros parciales se opacan a la luz del caudal abrumador de sus transgresiones.
Si de honrar la memoria se trata, en vísperas de las próximas elecciones, no se puede menos que recordar qué rápido se evaporaron de la gestión de la Presidenta las inflexiones republicanas que poblaron su discurso de campaña en 2007. La Argentina política sigue siendo monótona en sus prácticas, a fuerza de ser repetitiva en sus propuestas. El repertorio de problemas que la afectan se reitera con la rigidez de lo invariable. Y la hora de las innovaciones imprescindibles demora su irrupción como un sueño nuevamente postergado. Con instituciones endebles y sin partidos políticos fortalecidos por la riqueza del pensamiento programático, la expectativa democrática no atina con el camino que potencie su esperanza.
La ineptitud demostrada por el Estado ante la violencia social en curso probó que el poder no está dispuesto a dejarse acotar por las imposiciones de la ley. Fue preciso que Néstor Kirchner desapareciera para que el gobierno nacional admitiese, si bien tardíamente, el trágico relieve alcanzado por la inseguridad social. Aun así, la Presidenta insiste en enmascarar la responsabilidad que le cabe a su gestión en lo que hace al crecimiento del vandalismo y el ahondamiento de la ilegalidad. Prefiere, una vez más, postularse como víctima de sórdidos propósitos desestabilizadores. Al proponerse como blanco de una conjura generalizada, Cristina Fernández busca inscribir los padecimientos que le acarrea su presunto progresismo en el centro de un acoso antidemocrático impulsado por el PO, Pro y un sector del Peronismo Federal, todos ellos caratulados como igualmente extremistas. De más está decir que el planteo, de tan viejo, huele a rancio y que recuerda una de las prácticas más usuales del fascismo. Si de ganar credibilidad se trata, Cristina Fernández ha optado por el menos rentable de los caminos. Jamás admitirá ella que el kirchnerismo lleva años subestimando las brutales evidencias del auge del narcotráfico, del aumento de la marginalidad y la expansión del delito urbano y suburbano. La patria piquetera y las banderas de la llamada democracia directa no tienen otro auspiciante que el Gobierno; un gobierno al que, por cierto, no amenaza un presunto acoso golpista sino el océano de contradicciones y oscuros intereses en que vive sumergido, la desconfianza que generan sus errores renegados y la falta de probidad que evidencia para desempeñar sus funciones en consonancia con un marco institucional bien afianzado. Nadie, ni aun sus más tenaces adversarios, desean otra cosa que verlo extinguirse al cabo de su legítimo mandato constitucional.
No pocas veces, la copa que alzamos cada fin de año simboliza el triunfo de la esperanza sobre las frustraciones que impone la experiencia. Hoy vuelve a ser así. El año 10, políticamente hablando, termina mal. Un oficialismo ciegamente aferrado a su incompetencia frente al drama social y una oposición todavía desarticulada que está lejos de haber revitalizado el papel de los partidos, ponen de manifiesto la fragilidad en que se encuentra la República. No obstante, como digo, la esperanza no quiere renunciar a su papel. Y es comprensible que así sea. Dejar de soñar con un país mejor equivale a resignarse a que la decadencia administre la historia.
Durante siete años, con su implacable intransigencia, el kirchnerismo contribuyó a que la inseguridad prosperara. La nutrió, la justificó y miró sin ver sus consecuencias, por no decir que lo hizo con soberbia. Ahora, desbordado por ella, accede a crear un ministerio para combatirla. ¿Ha descubierto que la mayor parte de la sociedad no quiere vivir fuera de la ley? No, por cierto. Lo que ha descubierto es que la transgresión de la ley amenaza con vulnerar su propia estabilidad; difícil tarea, la que se impone un gobierno que construyó su protagonismo subestimando lo que en estos días parece empezar a importarle. El oficialismo aspira a presentarse ahora como su mejor competidor. Quiere hacer olvidar su pasado con urgencia allí donde la conciencia de sus desaciertos es más profunda y perseverante. Y ello mediante un barniz innovador que seduzca al menos a una franja del electorado disidente.
Al igual que el oficialismo, los opositores han abundado y abundan en el culto de las apariencias. Sobran los postulantes a la más alta magistratura y faltan las convergencias veraces que privilegien las políticas de Estado sobre el fulgor de los postulantes. Tampoco a ellos les resulta fácil revertir la desconfianza sembrada. De manera que unos y otros deben generar credibilidad donde han diseminado tanta confusión y desencanto.
La lógica maniquea ha fatigado a la clase media. Ya es tarde para seguir practicándola con éxito allí donde la mayoría del electorado exige cordura y responsabilidad. Esa mayoría sabe que la lucha entre vecinos y usurpadores de terrenos -al igual que tantas otras a ella emparentadas- sólo cesará el día en que los desposeídos tengan la oportunidad de encontrar en la ley la oferta fundamental que el Estado les adeuda.
El año finaliza dejando a la vista esta gravísima confluencia entre la multiplicación de expresiones de la acción directa y la volatilización del Estado que retrasa dramáticamente el proceso de reconstrucción de nuestras instituciones. La República, sin ellas, linda con lo espectral.
Vale la pena repetirlo: una ola de disconformidad se abate por igual sobre el oficialismo y la oposición. Ella resulta de los reiterados desaciertos que una y otra han evidenciado en la comprensión de las necesidades colectivas. La gente del llano sigue sabiendo hoy, mejor que sus dirigentes, qué resulta indispensable para reconstruir el país. Nadie, en esa medida, reclama ya el fin de la política sino su perfeccionamiento, su marcha eficiente hacia el horizonte de la justicia, del sentido común y la pacificación. Acaso esta sólida evidencia sea, por lo medular, la buena noticia que cabe subrayar al terminar este año. © La Nacion


Un laberinto de supuestas intrigas
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Miércoles 29 de diciembre de 2010
De Macri a Duhalde y de Duhalde a Macri. El discurso y la gestión del oficialismo sobre las convulsiones sociales no salen del laberinto de las supuestas intrigas contra el kirchnerismo. Más grave que eso es la certeza de que gran parte del tiempo de los funcionarios se va irremediablemente en juntar papeles de los diversos servicios de inteligencia. ¿Qué dicen esos informes? Lo que el Gobierno quiere escuchar. No es ni siquiera una novedad: así ha sido desde que el espionaje argentino existe; siempre ha empalagado los oídos de los gobernantes en funciones.
Sólo una cosa ha cambiado con el arribo de Nilda Garré al flamante Ministerio de Seguridad: las inferencias sin pruebas son dichas ahora oficialmente por la ministra en formales conferencias de prensa. En los tiempos de Néstor Kirchner, esas cosas se dejaban trascender a través de los muchos periodistas amigos del oficialismo. Garré hizo una carrera política consecuente: nunca dejó de ser una disciplinada operadora de las órdenes de sus sucesivos jefes políticos. Nunca los contradijo, jamás remoloneó antes de hacer efectiva una indicación precisa.
La ofensiva oficial contra Duhalde y Macri sólo se entendería si el kirchnerismo hubiera tomado la decisión de levantar las candidaturas presidenciales de ellos. La próxima elección para la jefatura del Estado se decidirá, después de todo, entre una oferta de continuidad de lo que gobierna ahora y la expresión que mejor represente a su oposición. Muchos argentinos críticos del kirchnerismo se notificaron en los últimos días de que Duhalde y Macri son los políticos opositores más detestados por los que gobiernan. Es un buen capital para empezar una campaña electoral.
A todo esto, ¿qué tuvieron que ver Duhalde y Macri con el copamiento de la comisaría de Glew y la liberación violenta y compulsiva de 11 presos? Nada. ¿Qué explicación dio la ministra de Seguridad de la Nación sobre ese episodio delictivo, especialmente grave como precedente? Nada. El asalto a una comisaría es una prueba irrefutable de que el delito ya no respeta ninguna frontera entre la ley y el crimen. Si en la comisaría de la tranquila Glew había 29 presos, ¿cuántos presos habitan, por ejemplo, la comisaría de La Matanza?
El caso de Glew podría tener su efecto contagio si las fuerzas de seguridad no encontraran rápidamente a los autores y devolvieran a la celda a los presos liberados. De propagarse esa práctica, el Gobierno ya no podrá quejarse de que los jueces liberan prontamente a los delincuentes; serán éstos mismos lo que entrarán y saldrán de la cárcel cuando ellos quieran.
Cristina Kirchner tiene una mirada más conspirativa aún de la política que la que tenía su esposo. Garré también está formada en una escuela política en la que ni la lluvia ni el sol son productos de la casualidad. En esa nube constante de deducciones en la que viven hay algunas cosas que calan con la fuerza de un rayo. Los militantes del Partido Obrero, que cortaron las vías ferroviarias en Avellaneda, fueron liberados ayer luego de que Néstor Pitrola anunciara públicamente "días graves" si continuaban detenidos. Le creyeron.
El conflicto del oficialismo, no obstante, es que sus problemas no se agotan en el ya muy complicado desorden del espacio público. Miles de personas están despidiendo el implacable año que termina sin luz, a veces sin agua, con escasez de nafta y sorteando numerosos cortes de calles porteñas y de autopistas cercanas a la Capital. El Santo Modelo no debería justificar tanto sacrificio ciudadano. No es ésta, a decir verdad, una culpa exclusiva de Cristina Kirchner; son también las deudas que dejó la gestión, real o fáctica, de su marido muerto.
Hay un problema evidente de falta de gestión en la administración nacional, que se arrastra desde más de un lustro. Todos esos problemas son inexplicables en el contexto de un país que creció todos estos años, con excepción de 2009, a tasas asiáticas. Existe también, es cierto, un alto nivel de consumo alentado por las políticas oficiales. La inflación es una consecuencia inevitable de un consumo tan alto como es bajo el nivel de inversión. El kirchnerismo mira sólo la mitad del mapa social y económico de la Argentina. Lo que no funciona está condenado, por lo tanto, a no funcionar. La crisis de la energía es el mejor ejemplo de la incompatibilidad entre un consumo muy alto y una inversión muy baja.
Quizá la Presidenta estaba pensando en su futuro electoral cuando designó al intendente municipal de Berazategui, Juan José Mussi, como nuevo secretario de Medio Ambiente. Mussi es uno de los pocos jefes comunales del conurbano que permanecieron leales a los Kirchner. Gran parte de esos caciques del Gran Buenos Aires están pensando ahora más en Daniel Scioli que en Cristina Kirchner para el próximo turno presidencial. Con todo, Mussi será siempre un nexo posible con los intendentes bonaerenses, con los que ha convivido en los últimos años. Su influencia electoral en ellos es ya una cosa menos probable.
Sea como sea, los peronistas no se rigen por la amistad o por la historia compartida. Son las encuestas su principal brújula política. Una reciente medición de una encuestadora, que trabaja para el radicalismo, registró en diciembre, luego de los sangrientos episodios de Villa Soldati, una caída de la Presidenta de 17 puntos en su imagen positiva y de diez puntos en su intención de votos con respecto del mes anterior. La medición comprende a más de 1800 casos y fue hecha en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Los cinco primeros lugares en intención de voto para las presidenciales se han decantado en las figuras de Cristina, Ricardo Alfonsín (el político con mejor imagen positiva), Macri, Elisa Carrió y Duhalde. El resto de los eventuales candidatos está muy por debajo de ellos. "Vislumbramos un escenario de ballotage como el que se presentaba antes del fallecimiento de Néstor Kirchner", concluye ese estudio.
La sociedad, por lo que se ve, es más propensa a ver los fracasos de la realidad que a creer en la teoría de la eterna conspiración.

Impotencia ante las convulsiones
Joaquín Morales Solá Domingo 26 de diciembre de 2010
La Argentina tendrá su revolución, quizá, pero no será clasista ni cambiará el antiguo orden. Será una revolución extraña, en la que la lucha enfrentará sólo a los trabajadores más pobres con los excluidos del sistema. Los tercerizados del ferrocarril contra los pasajeros de trenes; los ciudadanos de barrios pobres contra ocupantes ilegales de terrenos públicos; los empleados bancarios contra los desdichados jubilados, o los argentinos que viven en villas miseria contra extranjeros que también se instalan en esas islas de promiscuidad social. Los sectores sociales acomodados sufren los fragores de esa lucha, pero ésta no los involucra.
En ese combate nuevo y casi constante, el Estado es una sombra cada vez más imperceptible. Tal vez se deba al hecho de que Néstor Kirchner ya no está. La enorme concentración de poder que construyó alrededor de su propia persona está llevando a muchos a la convicción de que el Estado desapareció junto con él. ¿A qué se debería, si no, la manifiesta y sorpresiva indisciplina de ciudadanos pacíficos y de duros actores sociales? A veces son grupos políticos, es cierto, pero muchas veces son argentinos comunes y corrientes que no sienten ningún respeto hacia la representación del Estado. A jueces y policías les cuesta cada vez más imponer una noción, aunque sea efímera, de la autoridad estatal.
El Estado hace lo suyo para merecer la indiferencia social. El jueves, cuando se desató la furia en Constitución, la policía tardó más de media hora en llegar a un lugar donde la violencia crecía con el correr de los minutos. ¿El Gobierno no sabía que una línea de tren estaba parada desde hacía varias horas en el último día laborable antes de Navidad? ¿Desconocía que esos pasajeros llegaban al final del día padeciendo un calor de escarmiento? Las vías estaban cortadas por un piquete de tercerizados, víctimas de un desigual sistema laboral. ¿Por qué no desactivó antes ese piquete, con los métodos que creyera convenientes, para normalizar el tránsito ferroviario? Nada se previno. Los funcionarios parecieron tan sorprendidos ante la borrasca de violencia como la gente de a pie. ¿Qué hacían los funcionarios del vasto espionaje oficial?
El piquete no es una novedad y hasta es posible que haya habido militantes del Partido Obrero. Los auténticos partidos de izquierda sienten ya un odio africano hacia el ambiguo kirchnerismo. La novedad estuvo en la furiosa reacción de los pasajeros varados. Iban a Quilmes o a Temperley, dos ciudades donde viven sacrificados trabajadores. Pasan gran parte de su día viajando en un sistema de transporte público directamente inhumano. Hacinados siempre, viven con intensidad mientras viajan el calor del verano y el frío del invierno. Si se leen los correos electrónicos de Manuel Vázquez, el ex asesor de Ricardo Jaime (responsable del transporte público durante gran parte del kirchnerismo), es fácil explicarse por qué la corrupción es la razón de una pésima calidad de vida de los ciudadanos.
Ese mismo día, los bancarios impidieron el movimiento de dinero en la sucursal del Banco Nación de Caballito, donde muchos jubilados esperaron durante horas que llegaran los billetes demorados. El apriete del sindicato bancario fue tan grande que el Gobierno decidió, a última hora del jueves, declarar feriado el 24 de diciembre, contra lo que se había anunciado. Miles de argentinos fueron perjudicados por esa decisión inesperada. Nuevas y peores formas de piquetes, con densa humareda o con alambres, cortaban la avenida 9 de Julio. Pequeños asentamientos de indigentes sucedían en muchos espacios públicos de la ciudad; ninguna negociación podía poner fin a la ocupación de Lugano. Un vasto temor era ya fácilmente perceptible en una mayoría social; el Estado no podía garantizar la tranquilidad pública.
El Gobierno se bamboleaba entre culpar a Eduardo Duhalde y Mauricio Macri, y acusar de una conspiración al Partido Obrero y al Movimiento Socialista de Trabajadores (MST). ¿El PO y Macri en un mismo complot? ¿El peronista Duhalde y el izquierdista Néstor Pitrola confabulando juntos? El problema del oficialismo es que no acaba de construir la denuncia de una supuesta conspiración y ya está obligado a imaginar otra. Hay en el fondo, digan lo que digan, un profundo problema social en el país, una calidad de vida de bajísima intensidad para todos los argentinos y una inoperante gestión oficial para resolver cualquier problema.
El Gobierno tiene otro conflicto, además. Carece de autoridad moral para deshacer los piquetes. El oficialismo cuenta con su propia brigada de piqueteros amigos, que le sirven sólo a sus propósitos políticos. ¿Por qué el PO o el MST entenderían el argumento civilizado de su autodisolución cuando los piqueteros kirchneristas están autorizados a usar el espacio público en beneficio político del oficialismo? ¿Por qué esos piqueteros del poder pueden convertirse en fuerzas de choque dentro de zonas liberadas y no lo podrían hacer los piqueteros que se oponen al Gobierno? ¿Por qué Hugo Moyano puede bloquear empresas y acceder luego a Olivos, tan campante, mientras el PO tiene prohibido cerrar calles o vías ferroviarias sin cargar con la culpa de la desestabilización? La democracia es una forma de vida que incluye y compromete a todos.
Las cosas se ponen más confusas cuando se advierte que el Gobierno atraviesa una transición entre el kirchnerismo y el cristinismo. Son dos líneas distintas, aunque parezcan la misma. Sin embargo, el propio cristinismo no carece de contradicciones. La más sobresaliente es la paradoja de convocar a los peronistas a abrirse a otras fuerzas e ideas y, al mismo tiempo, encerrar al Gobierno entre muy pocos de la muy estricta confianza de la Presidenta. Cristina Kirchner privilegia la disciplina prusiana mucho más que su marido, que entendía (aunque le costaba) que el peronismo nunca sería el peronismo sin algo de caos interno.
Al final, entre tanta renovación estética, Cristina terminó descansando más en Julio De Vido que en Héctor Timerman. De Vido es un peronista clásico, cuya mayor virtud es el conocimiento hasta psicológico de todos los Kirchner. De Vido es el que conversa con los empresarios (mucho más que lo que se conoce) y con Moyano, según la confesión pública del jefe cegetista. De Vido es el que le llama "buen chico" en público a Amado Boudou, su par en Economía, y es menos conflictivo que Aníbal Fernández. Su problema irresuelto son las muchas denuncias de corrupción que acosan a su ministerio. De él dependían o dependen, aunque sea formalmente, Ricardo Jaime, Fulvio Madaro, Néstor Ulloa, Claudio Uberti, Daniel Cameron, José López, secretario de Obras Públicas, y, sobre todo, los casos de corrupción que tienen atrapados a éstos en la Justicia.
La Argentina tiene problemas con su presente y con su pasado. El ex dictador Jorge Rafael Videla complicó a Ricardo Balbín en el golpe de Estado de 1976 poco antes de recibir otra condena a prisión perpetua. Se necesita no reconocer ningún límite de dignidad para exhibir el presunto testimonio de un hombre que murió hace casi 30 años y que, por lo tanto, no puede ejercer el derecho a su defensa. Balbín dio testimonio de su convicción democrática hasta el final de su vida, cuando ya muy enfermo ayudó a crear la Multipartidaria para presionar a la dictadura.
Por lo demás, Videla no estaba siendo juzgado por el golpe en sí mismo (motivo de la supuesta e inverosímil conversación con Balbín), sino por el secuestro, tortura y muerte de muchos argentinos. La nula calidad moral de los jerarcas del régimen militar explica también que convirtieran en su momento a las fuerzas del Estado en devastadoras bandas armadas
 
La Presidenta, entre la cima y la sima
Mariano Grondona.Domingo 26 de diciembre de 2010
El Diccionario define la cima como "el punto más alto de los montes, cerros y collados", en tanto define la sima como "una cavidad grande y muy profunda en la tierra". Sólo una consonante separa, así, dos conceptos contrapuestos. Si aceptamos, también con el Diccionario , que la palabra encrucijada alude a "una situación difícil, en que no se sabe qué conducta seguir", podríamos concluir que la Presidenta enfrenta una encrucijada al terminar este año, puesto que, mientras una de las opciones que se le ofrecen podría llevarla directamente a la cima, la otra podría arrastrarla a la sima.
La "cima" sería, para ella, que el pueblo la reeligiera por un nuevo período de cuatro años el 23 de octubre de 2011. Caería en la "sima", en cambio, si el pueblo eligiera a otro presidente. Lo que llama la atención es que, a pesar de que el ascenso a la cima aún le está abierto, a Cristina pareciera atraerla la escabrosa vía contraria. Si entendemos por vértigo la misteriosa atracción que ejerce el vacío sobre el que a él se asoma desde una altura, cabría entonces esta incómoda pregunta: ¿tienta el vértigo a la Presidenta?
El 27 de octubre de este año, cuando murió súbitamente, Néstor Kirchner no conseguía sortear la valla de los 30 puntos de popularidad pese a sus denodados esfuerzos por llegar a la presidencia en 2011. Según el peculiar sistema electoral argentino, hay que alcanzar los 40 puntos para ser elegido en la primera vuelta. Kirchner, en el momento de morir, se hallaba lejos de esta meta. Esto no le ocurrió a su viuda, que no bien asumió la presidencia rebasó fácilmente los 40 puntos. A esta suba vertical que los observadores atribuyeron al efecto luto , ¿no le habría sido relativamente fácil a la Presidenta conservarla en adelante con sólo no resucitar las prácticas agresivas que habían puesto un freno a las ambiciones presidenciales de su marido?
Lo que llama la atención es que Cristina, mientras dio algunas señales en esta dirección como su moderación frente a los Estados Unidos cuando Chávez pretendió condenarlos, su reconocimiento de que los argentinos tenemos un grave problema de seguridad e incluso el encuentro, si bien esporádico, con algunos líderes opositores, también ha dado otras señales en dirección de lo que sus incondicionales le piden: "Profundizar el modelo". ¿Cómo interpretar estas contradicciones? ¿Será que Cristina todavía vacila entre sus dos opciones? ¿Será que el vehículo presidencial, si bien emite algunos guiños hacia la derecha, está girando hacia la izquierda?
La atracción del vacío
El vacío de una derrota en 2011 aún tienta a Cristina desde dos focos emocionales. Uno de ellos es el espíritu de secta . El otro es la ideología. Ambos interactúan, reforzando su influencia. Como incluye solamente a quienes comparten un mismo credo, "segregándose" y practicando "secesión" del resto de la sociedad, la "secta" tiene un alcance inverso al del "partido". En tanto éste, en una sociedad democrática, procura sumar a los elementos más diversos porque necesita alcanzar la mayoría, aquella reduce a sus seguidores al estrecho ámbito de los incondicionales, prefiriendo la exclusión a la extensión. El motor de la secta es la desconfianza hacia los de afuera. En los nombramientos de sus nuevos colaboradores, Cristina viene prefiriendo a quienes tiene por "seguros", ya militen en La Cámpora, que lidera su hijo, o provengan de su propio feudo, Santa Cruz, y hasta reduciendo drásticamemte el poder de colaboradores a los que ve dudosos, como Aníbal Fernández, quien ni siquiera ha renunciado en homenaje a la dignidad.
La ideología exige, por su parte, la adhesión absoluta a ciertos dogmas que se tienen, sin pruebas, por verdaderos. Lo que caracteriza a los ideólogos es el rechazo de la autocrítica. La fe que bendice a los creyentes es válida únicamente en materia religiosa porque, a la inversa de la ideología, la religión desemboca en la humildad frente al misterio. El problema principal de la ideología es que, por su carácter negador de toda realidad que se le oponga, se queda sin la fuente inapreciable del aprendizaje. En la arena de las candidaturas presidenciales, acaba de ingresar, por caso, Eduardo Duhalde, cuyo capital es, precisamente, la experiencia, el acoger a los errores cuya función es, como ya advirtió Perón en sus años finales, permitir el ejercicio salvador de la rectificación. Pero a los militantes de una ideología les está prohibido rectificarse porque no ven en la autocrítica un progreso hacia el conocimiento, sino una traición al dogma y a los demás militantes. Esto explica por qué el kirchnerismo, aun en aquellos casos en que se había equivocado ostensiblemente, como en la crisis del campo, en vez de rectificarse, buscó una y otra vez "doblar la apuesta", hasta convertir de este modo un error subsanable en una obcecación.
 
Garré y Zannini
La crisis de las ocupaciones ilegales, que se anunció en las cruentas jornadas de Villa Soldati y no ha hecho más que ampliarse desde entonces, pareció por un momento acercar hasta al macrismo y al Gobierno, urgidos como estaban ambos por la magnitud de los acontecimientos. Pudo pensarse, entonces, que tanto Macri como Aníbal Fernández habían cedido a la racionalidad al advertir que, si seguían empeñados en echarse mutuamente las culpas, terminarían perdiendo ambos frente a los revoltosos. Pero ese "intervalo lúcido" de racionalidad duró lo que un suspiro y, a partir del retroceso de Fernández, la intransigencia sectaria volvió a gravitar en torno de la Presidenta de la mano de su nueva ministra de Seguridad, Nilda Garré. Después de haber completado el vaciamiento de las Fuerzas Armadas que había iniciado Kirchner, Nilda Garré, ya al frente de la policía, dio un paso más en dirección del sectarismo ideológico al prohibir a la policía que se arme en ocasión de las ocupaciones ilegales de calles y edificios, siguiendo el dogma según el cual "no hay que criminalizar las protestas sociales". Esto fue llevar el dogmatismo hasta el extremo porque, bajo la cubierta de las "protestas sociales" se esconden con frecuencia las acechanzas de los violentos. Esto e invitar a los revoltosos a que hagan blanco en policías y gendarmes desprotegidos viene a ser lo mismo. Cuatro gendarmes heridos y uno que sobrevivió por milagro, gracias a su casco, fue un saldo que permite presagiar nuevos excesos, desde la anunciada ocupación del emblemático Rosedal hasta la invasión de supermercados, más el sacrificio eventual de algún uniformado. Hasta aquí llega, por lo visto, la mezcla explosiva del sectarismo y la ideología encarnados no sólo por la ministra Garré sino también, desde la sombras, por esa eminencia gris que es Carlos Zannini, en el sancta sanctorum de la Presidencia.
Esta última observación permite advertir que la senda que aún no ha escogido la Presidenta, y que podría facilitarle el ascenso a la cima que pretende, podría ser más difícil de lo que aparece a primera vista porque, si ella sigue rodeada por la militancia de su más estrecho entorno, confirmar la aprobación inicial que obtuvo de la ancha franja de los argentinos de clase media que sintieron el impacto positivo del "efecto luto", si bien sería lo más racional con vistas a la cima de la reelección, prevalecer de aquí a 2011 también supondría sortear el círculo de hierro de los dogmáticos y los sectarios que todavía la rodean. En algún momento, Cristina Kirchner tendrá que preguntarse por la sima a la que podría conducirla la opción ideológica en vez de la opción racional. Cuando le llegue a esta pregunta decisiva, ¿cómo responderá?

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El subsuelo marplatense fue alguna vez parte de Africa
Una investigación internacional coordinada desde La Plata indica el remoto origen africano de una formación descubierta bajo Punta Mogotes
En 1934, al realizarse una perforación de 500 metros de profundidad en busca de agua en las proximidades del faro de Punta Mogotes, se descubrió una extraña formación rocosa que no se asemejaba a nada que pudiera encontrarse hacia el oeste del continente. Su origen permaneció sin embargo como una incógnita hasta que un equipo de investigadores coordinado por un geoquímico platense concluyó hace pocas semanas que esas rocas provienen de Angola.
Millones de años antes de que se formara Gondwana -aquel maxi continente del que surgieron Sudamérica, Africa, Australia, Antártida y la India- una parte de lo que es hoy la costa del suroeste de Africa se separó de ese continente y se adosó en la zona donde se encuentra Mar del Plata. Si bien esto es algo que se sospechaba desde hace tiempo, ahora no quedarían dudas de que ocurrió.
DESPUES DE 760 MILLONES DE AÑOS
La conclusión -presentada a fines de noviembre en el Congreso Internacional GEOSUR 2010 por el doctor Carlos Rapela, director del Conicet La Plata, al frente de un equipo de investigadores de la Universidad de Córdoba, la Universidad Complutense de Madrid, el Servicio Geológico de Inglaterra y la Universidad Nacional de Australia- constituye la primera comprobación a nivel local de un fenómeno ocurrido hace 760 millones de años.
"Mucho tiempo después de que se adosara, ese trozo de continente africano fue cubierto por sedimentos marinos denominados Formación Balcarce, que no es otra cosa que la `piedra Mar del Plata` que conoce la gente. Pero debajo hay otras rocas que nada tienen que ver con ella y que se extienden al oeste hasta la localidad de Balcarce; y, al este de Mar del Plata, en la plataforma continental. Al analizarlas pudimos comprobar que eran mucho más antiguas y eso nos llevó a emprender una investigación más exhaustiva para determinar su origen", explicó el doctor Rapela.
Tras un año y medio de trabajo, el equipo de investigadores llegó finalmente a la conclusión de dónde provenían esos terrenos. "De acuerdo con nuestros estudios, su origen es africano; más concretamente de la región de Angola", afirmó el geoquímico.
POSIBLES IMPLICANCIAS
Que debajo de Mar del Plata existía una formación distinta a la del resto de la zona ya había sido sugerido por otros estudios geológicos y también por estudios geofísicos que mostraban notables anomalías magnéticas y gravimétricas en esa región.
Pero lo cierto es que no sólo en Mar del Plata se descubrieron remotos vestigios de suelo africano: "Al demostrar que esa parte viene de Africa empezamos a comparar con lo que ocurre más al norte y vimos que la misma formación aparece en la costa de Florianópolis, se interna en el continente a la altura de Río Grande do Sul y reaparece cerca de Punta del Este", detalló el doctor Rapela.
"Si podemos comprobar que a lo largo de esos 1.200 kilómetros esta formación se continúa en otras con una distribución regular, podría inferirse cómo está compuesta geológicamente la plataforma submarina al este del terreno Mar del Plata. Y los modelos de este tipo son de mucha ayuda para la exploración de yacimientos de petróleo", dijo el investigador. DIARIO EL DIA. 22 12 10

Y sigue la falta de respeto por LA LEY Y EL ORDEN
Balean a 3 gendarmes en un predio del Conurbano
Los efectivos integraban un grupo que custodia un terreno en Lanús por orden judicial. Un cuarto gendarme fue herido de un piedrazo. El viernes unas 30 familias habían intentado usurpar el lugar
Tres efectivos de la Gendarmería Nacional fueron baleados, y uno de ellos sufrió graves heridas, mientras custodiaban un predio que poco tiempo atrás había sido desalojado de usurpadores en el partido bonaerense de Lanús. Noticia ampliada en:

El PJ y la Presidenta, juego de necesitados
Joaquín Morales Solá
LA NACION .Miércoles 22 de diciembre de 2010
Oscila permanentemente entre la melancolía y la aspereza, entre la convicción del autoelogio y la duda sobre su destino. Repitiendo esas conocidas líneas discursivas, Cristina Kirchner se hizo cargo ayer del liderazgo del partido gobernante con muchas menos ganas que las que pone para una reunión de la Unasur. La estructura del peronismo, esos dirigentes tiernos con cualquier poder y severos con los caídos, nunca fue una referencia política o intelectual para ella. En rigor, sólo se reivindicó peronista desde que está en la Presidencia; antes prefería hablar de líneas transversales de la política.
Fue una reunión de mutuos oportunismos. La Presidenta es, hoy por hoy, la mejor candidata que tiene el peronismo para las elecciones de dentro de diez meses. El peronismo, que también la miró a ella siempre con cierta lejanía, no dejaría pasar esa oportunidad de conservar el poder. ¿Qué es el peronismo si no un proyecto de poder, tan carente de ideología que es capaz de absorber todas las ideologías?
Ya desahuciada por la transversalidad, la jefa del Estado necesita ahora, a su vez, del incómodo peronismo, sea para gobernar o para aspirar a otro mandato presidencial. Cuando debe cumplir con tales menesteres frente a esos dirigentes utilitarios es, tal vez, cuando más extraña a su marido muerto. Néstor Kirchner amaba enhebrar lo esencial o la insignificancia en conversaciones interminables con la oligarquía peronista.
La Presidenta, aseguran a su lado, nunca dirá si será candidata a la reelección, o si no lo será, hasta bien entrado el próximo otoño. No podría dar ahora un sí, porque corre el riesgo de tener que modificar esa decisión. Cristina Kirchner nunca será candidata si existiera el riesgo de la derrota. Pero tampoco es ahora el momento de anunciar un no a la reelección. En tal caso, el poder se le escaparía con la velocidad de la luz en busca de un nuevo sistema solar.
Las encuestas y el vacío de poder son los grandes desafíos de Cristina. Las mediciones podrían variar con el correr de las próximas semanas (ya empezaron a cambiar desde que estallaron las convulsiones sociales por la posesión de tierras); nadie sabe, además, cuánto hay ahora de solidaridad por el luto y de valoración real de la gestión de una jefa del gobierno. Sus últimas rabietas por los casos de inseguridad se debieron, precisamente, a su certeza de que alguien o algunos buscaban el final prematuro de ese romance con la sociedad.
El vacío de poder se refiere a las perspectivas de un eventual próximo mandato. Sería el último consecutivo de Cristina Kirchner permitido por la Constitución. Se terminó el juego que había ideado Néstor Kirchner de amenazar con una reelección indefinida de hecho, alternando el poder él y su esposa, porque ya uno de los dos no está. El peronismo y la política saldrían al día siguiente de ese flamante mandato a la pesca de la sucesión presidencial. El corto destino de la Presidenta es una buena noticia para los que ambicionan reemplazarla, que no son pocos en el peronismo, pero es también una pésima novedad para ella misma como centro excluyente del poder. Es en ese punto exacto donde se distancian, otra vez, ella y el peronismo.
Cristina es hoy la mejor candidata del peronismo: ¿lo será hasta octubre del año próximo? Ayer cayeron heridos a balazos tres gendarmes pocos días después de que la nueva ministra de Seguridad, Nilda Garré, anunciara que las fuerzas de seguridad no usarán armas de fuego. El episodio fue confuso, pero sucedió un día después de que las imágenes de furia, depredación y fuego en la Capital asustaran a cualquier televidente. Militantes, supuestamente de Quebracho, incendiaron la puerta de ingreso al edificio donde trabaja Mauricio Macri sin que ningún efectivo policial pusiera fin a la barbarie. Algo parecido ocurrió una semana antes, pero actuaron de inmediato la Policía y los bomberos. El propio lunes, una cortina de humo denso y oscuro cortó la avenida 9 de Julio; ese método del piquete es nuevo y más intimidante que las prácticas anteriores.
El Gobierno aceptó sus propios errores cuando desplazó a Aníbal Fernández de la conducción efectiva de las fuerzas policiales, cuando creó el Ministerio de Seguridad y cuando nombró a Garré en lugar de Fernández. Paradójicamente, siguió buscando culpables entre sus opositores por las inmanejables convulsiones sociales de los días recientes, a pesar de que en los hechos estaba admitiendo sus propias equivocaciones. La administración pasó de ignorar la inseguridad a reconocerla con sus propios actos. El único problema es que ahora la sociedad identifica al gobierno de Cristina Kirchner con una política de seguridad; de sus resultados depende también el humor social.
La dureza de Moyano
Hugo Moyano es el mayor obstáculo presidencial para acordar una política de precios y salarios con empresarios y sindicalistas. El jefe cegetista es más duro que el Fondo Monetario para descalificar, en los hechos, los datos del Indec. Pidió 1000 pesos para los camioneros para fin de año por el aumento de los precios, que el Indec desmiente con pertinacia. Los empresarios le han puesto límites a una negociación con Moyano. No es un asunto cualquiera, porque está en condiciones de definir la inflación de los meses venideros, que es el segundo tema de alarma social, después de la inseguridad.
Moyano pertenece a la "política del apriete" que gestó el kirchnerismo, según la definición de Guillermo O'Donnell, pero un compañero de esas correrías del jefe de los camioneros, el otrora todopoderoso Guillermo Moreno, se topó ayer con el tercer fallo judicial en su contra en apenas una semana. La nueva resolución judicial lo separó definitivamente del directorio de Papel Prensa, donde desplegó su conocido rito de presiones, insultos y agresiones.
Poco más tarde de conocida esa noticia judicial, la Presidenta les aconsejó a los líderes peronistas que nunca creyeran en los "diarios más importantes"; es decir, en los dos diarios que concentran la mayoría de los lectores y del paquete accionario de Papel Prensa. Cristina Kirchner no sólo debe demostrar que seguirá siendo la mejor candidata del peronismo. Antes, también deberá probar que su gestión no significará, como ahora, una constante regresión de la democracia argentina.

Entre peleas, indecisiones y soledad
Joaquín Morales Solá .Domingo 19 de diciembre de 2010
El último martes de fuego, poco antes de que el gobierno nacional hiciera su enésima rectificación, en la Capital había 47 amenazas de ocupaciones ilegales en terrenos públicos o privados. Ya dos supermercados habían sido asaltados por grupos violentos en territorio porteño. Sólo entonces el Gobierno ordenó la movilización de la Gendarmería y la Prefectura. Hasta anteayer, varios intendentes del conurbano recibían reiteradas advertencias de nuevas ocupaciones o de asaltos a comercios. Los pronósticos fallaban en la mayoría de los casos. Esperamos que algo suceda en las vísperas de las Fiestas, dijo uno de los intendentes. ¿Información o percepción? Percepción, respondió, lacónico.
La mirada conspirativa del Gobierno contribuye a ampliar la mancha del estallido. La administración anuncia todos los días una nueva conspiración que sublevaría a los pobres; los propios seguidores del kirchnerismo se afanan luego para hacer realidad la profecía. ¿No es eso lo que terminó confesando Luis D'Elía cuando dijo que él mismo inundó de gente el parque Indoamericano para evitar un complot contra el Gobierno? Eran kirchneristas, entonces. Los punteros kirchneristas son los que más se mueven aquí, reconoció otro intendente peronista del conurbano.
La reacción de Cristina Kirchner frente a un hecho nuevo mostró un alto nivel de indecisión, inusual en los tiempos de su marido muerto. De hecho, la Presidenta estuvo, en las horas iniciales de la revuelta de Villa Soldati, más preocupada por las autopsias de los primeros dos muertos que por la preocupante evolución de la rebelión. Jueces de la Corte Suprema de Justicia debieron hacer gestiones ante la Morgue Judicial para que apurara las autopsias. ¿Qué quería saber la Presidenta? Pedía con urgencia que le informaran si las balas de esos crímenes correspondían a la Policía Federal o a la Metropolitana. Las balas correspondían al tipo de proyectiles que usa la Policía Federal; en ese momento comenzó la caída de Aníbal Fernández, que aún no tocó fondo.
La Presidenta está convencida de que hubo una conspiración para quebrar su romance de viuda con algunos sectores sociales, antes remisos. Buscaba culparlo a Mauricio Macri de esa intriga. Nunca tuvo más elementos que la retórica. Pero una cosa es cierta: la explosiva irrupción de la marginalidad social le provocó a Cristina un derrumbe de 20 puntos en su imagen positiva en la Capital, según varias mediciones. Paralelamente, crecieron, según algunas encuestas, sus archienemigos Macri y Eduardo Duhalde, los dos políticos que tuvieron el mensaje más claro en apoyo del orden público. En una de esas mediciones, el 80 por ciento de los porteños consultados pedía que el Gobierno terminara cuanto antes con las ocupaciones, y de cualquier forma. El romance y la espuma que beneficiaban a Cristina se están diluyendo, aceptó un encuestador serio, que siempre hizo mediciones para el peronismo.
Cuando el humo y la insurrección habían capturado amplias zonas de la Capital, los dos gobiernos, el federal y el local, estaban sumidos en un ataque paranoico. La Presidenta quería culpar públicamente a Macri de haber provocado las muertes; no pudo. El propio equipo de Macri estudiaba contra reloj la posibilidad de que el gobierno nacional dispusiera la intervención federal de la Capital mediante un decreto de necesidad y urgencia, ahora que el Congreso está en receso. Fuentes seguras de la administración central aseguraron que ese proyecto nunca existió. Los dos gobiernos están ahora tan distantes como antes.
Cristina Kirchner estaba ya más preocupada por intervenirlo a Aníbal Fernández que a Macri. El jefe de Gabinete fue siempre un hombre obsesionado por cubrir cargos con gente propia hasta en las covachas más insignificantes. La implacable poda pública de poder que le hizo a Fernández en los últimos días lo colocó a éste en una situación política casi terminal. Han crecido todos sus adversarios en el Gobierno. Nilda Garré no le perdonará nunca a Aníbal que haya usado en su momento el propio espionaje del Ejército para desestabilizarla. Aníbal competía con Julio De Vido por la cercanía a la Presidenta, pero De Vido nombró al nuevo ministro de Defensa. Fernández lo ninguneó siempre al ministro del Interior, Florencio Randazzo, pero Cristina le ordenó a éste que presidiera la reunión con Macri. Aníbal Fernández aceptó una silla al costado, como un funcionario más, resignado al disfavor.
Garré podría terminar con la larga carrera de Aníbal en el poder si cumpliera con la promesa de transparentar las acciones de la Policía Federal. Es probable que la ministra arrase con el sistema de espías, de escuchas telefónicas y de intervención de correos electrónicos que el jefe de Gabinete había montado en complicidad con la Federal. Garré anunció también que pondrá fin a la protección de la corrupción policial, que en estos tiempos puede significar el arribo del narcotráfico a las fuerzas de seguridad.
El miércoles pasado, en Malvinas Argentinas, se realizó una jornada sobre el narcotráfico; participaron camaristas, jueces y fiscales de todo el país. La reunión fue organizada por el intendente, Jesús Cariglino, y asistieron diplomáticos norteamericanos. No hubo funcionarios provinciales ni nacionales. La descripción de la situación que se hizo, por parte de los representantes judiciales, fue grave. El narcotráfico está en las villas, pero también penetró en todos los sectores sociales y está cooptando una parte del Estado, resumió uno de los asistentes.
Garré hizo la mejor autocrítica del gobierno cuando señaló que la inseguridad reconoce múltiples causas. Es cierto. Hay tres causas, por lo menos: la delincuencia estructural, que siempre existirá; la proliferación de la droga, que aumentó exponencialmente, y la exclusión social, que también creció de manera significativa. ¿Qué hizo durante siete años el gobierno kirchnerista para combatir el apogeo de la droga y la amplia marginalidad social, más allá del asistencialismo? Nada o muy poco. El riesgo de Garré, en cambio, es que termine modelando una policía atemorizada y, por lo tanto, muy poco predispuesta a actuar sin órdenes políticas. La policía debe cumplir y hacer cumplir la ley sin vacilar; si la ministra lograra eso, el Estado habrá dado un paso importante para combatir el delito.
Encima, tenemos una pelea en el gabinete nacional, se quejó un gobernador cercano al kirchnerismo. Gobernadores e intendentes miraban con asombro las oscilaciones del poder central y sus crueles luchas intestinas, mientras cerca de ellos crecía la fogata social. Se alegraron primero cuando escucharon que el gobierno nacional había dispuesto el traslado de 6000 efectivos de la Gendarmería a la provincia de Buenos Aires, que es siempre el escenario de los peores presagios. Luego, más racionales, moderaron el optimismo. ¿Quién controlará ahora las fronteras del país? ¿Quién frenará el ingreso de la droga? ¿Acaso las fronteras nacionales no se están acercando demasiado a nosotros mismos?, razonó uno de ellos.
Empezaba el fin de semana y las ocupaciones no cesaban en terrenos aledaños a la Villa 31 y en Lugano; otros asentamientos se producían en el sur caliente del conurbano. En la Villa 31, 500 personas habían ocupado tres manzanas con galpones del Ferrocarril. Ahí no hay vecinos que protesten, como en Villa Soldati, pero se toparon con los trabajadores ferroviarios. En Lugano, la tensión entre vecinos y ocupantes mantenía en vilo a los funcionarios. Nadie sabía qué hacer cerca de la Presidenta.
En Olivos, Cristina Kirchner se encerraba entre pocos, todos incondicionales, como suelen hacer los gobiernos en conflicto. Desconfiaba. Sospechaba. Para una persona reacia a cultivar las relaciones personales y políticas, la administración de una crisis significa, también, ampliar el hemisferio de su propia soledad.
 
 
 
De un "hombre fuerte" a una "mujer fuerte": Nilda Garré
Mariano Grondona.Domingo 19 de diciembre de 2010
La función de mandar y obedecer es la decisiva en toda sociedad. Como ande en ésta turbia la cuestión de quién manda y quién obedece, todo lo demás marchará impura y torpemente" (José Ortega y Gasset, en La rebelión de las masas). A partir de esta cita crucial, podríamos agregar que la cuestión del mando, que es universal, se vuelve particularmente dramática en los países de tradición autoritaria, como son, por ejemplo, Rusia y la Argentina. Cuando se sabe a ciencia cierta quién manda, estos países obtienen una sensación de estabilidad aunque poniéndose al borde de aceptar una dictadura. Después de vivir sometidos por siglos a los hombres fuertes que fueron, sucesivamente, los zares y los primeros secretarios del Partido Comunista, los rusos atravesaron un breve período de indefinición a partir de Gorbachov en el cual buscaron algún líder, más que "fuerte", firme, esto es propio de la democracia, pero no lo obtuvieron porque Vladimir Putin les devolvió el liderazgo de un hombre "fuerte" a costa de su libertad.
¿Es éste, también, nuestro dilema? Lo que no soportan las sociedades de tradición autoritaria como la nuestra es, por lo pronto, un liderazgo débil porque, no bien lo advierten, tienden a desconocerlo. Este fue el drama de Fernando de la Rúa. Cuando Néstor Kirchner tomó el poder en 2003, les devolvió a los argentinos una sensación de fuerte autoridad, aunque con el consabido riesgo dictatorial. Al morir Kirchner, con Cristina Kirchner en la presidencia y ya sin la tutela de su marido, la eterna cuestión del mando vuelve a perseguirnos con filosas preguntas. ¿Pretenderá Cristina ser una mujer "fuerte" o evolucionará, como muchos esperan, hasta convertirse en una mujer "firme", congruente con la democracia? ¿Y quiénes serían, en tal caso, los funcionarios capaces de acompañarla?
En un primer momento, el jefe de gabinete Aníbal Fernández pareció cumplir este rol fundamental. Cuando no pudo manejar el Congreso en el debate sobre el presupuesto y, sobre todo, cuando sólo logró apaciguar el desborde de Villa Soldati coincidiendo con Mauricio Macri en la Capital, pero sin evitar por eso el estallido en cadena de las ocupaciones ilegales de tierras ya no sólo en la Capital sino también en la provincia de Buenos Aires y aun más allá, Fernández demostró que su misión le quedaba grande. Fue en ese preciso momento cuando la ministra Nilda Garré emergió para tomar la posta.
De Fernández a Garré
El principal problema de Fernández es que no tiene convicciones, ya que él mismo se define como un subordinado que sólo cumple instrucciones y así actuó no sólo durante el gobierno de Néstor Kirchner, sino también, antes que éste, durante el de Eduardo Duhalde. Nilda Garré, al contrario, tiene convicciones. El problema es que sus convicciones son erróneas. ¿Dónde reside el error de Garré? En que falla en la operación principal de todo líder: la acertada designación del enemigo. Ya al frente del Ministerio de Defensa, en lugar de consolidar a las Fuerzas Armadas optó por combatirlas a tal punto que, cuando la presidenta Kirchner la trasladó de Defensa a Seguridad, había creado una situación de crisis al negarle el ascenso a un conjunto de altos oficiales por "portación de apellido" y a pesar de haberles reconocido expresamente su vocación democrática. Fue por eso por lo que varios generales, almirantes y coroneles solicitaron su pase a retiro y ahora le queda al moderado Arturo Puricelli, su sucesor, el arduo desafío de conducir a las Fuerzas Armadas en este tiempo de transición.
La fobia antimilitar de Garré, quien además diezmó el presupuesto castrense, dejó a la Argentina, en los hechos, en estado de indefensión. Este exceso, si bien a largo plazo es grave para cualquier Estado celoso de su soberanía, en el corto plazo no se nota por la buena voluntad de vecinos como Brasil y Chile, cuyo poderío militar ya es incomparable con el nuestro. Pero al extender su política agresiva hacia la policía, a la que acaba de descabezar brutalmente, Garré no se expone en el largo, sino en el corto plazo, porque la amenaza "interna" a nuestra seguridad, particularmente aguda por la ocupación generalizada de tierras y el auge exponencial de la delincuencia, ya no es "remota" como en el exterior, sino "inminente".
El error de la ministra Garré en la "designación del enemigo" no proviene de la presencia por ahora lejana de otros países fuertemente armados en la región, sino de otra hipótesis interna de conflicto que ya no es conjetural, sino real. Es que no se concibe ninguna acción efectiva de seguridad sin el auxilio animoso y motivado de la organización policial, que es el instrumento natural de la seguridad interior en toda democracia bien ordenada. Pero Garré opta por embestir a la policía porque aún estira ideológicamente los años 70, cuando la organización montonera en la que ella militó intensamente tuvo frente de ella a todos y cada uno de los uniformados. ¿Cuál era su alternativa en este caso? Reformar, por cierto, tanto a los policías como a los militares, disipando en ellos los vestigios negativos del pasado, pero no para humillarlos, sino para exaltarlos en la noble defensa de la democracia, tal como lo están haciendo las democracias que nos rodean.
El dilema de Cristina
De todas estas observaciones, se deduce que Nilda Garré fracasará. En busca de culpables, el Gobierno ha tratado de demonizar de nuevo a Eduardo Duhalde, tal como ya hizo ante el asesinato de Mariano Ferreyra, pero el drama político y social en el que ahora vivimos proviene de otras causas. La principal de ellas, en la que varios gobiernos sucesivos incurrieron, es que la Argentina nunca ha tenido una política de Estado de vivienda. Decía el cardenal Richelieu que los problemas de gobierno son de dos clases: unos, de fácil solución, y otros, insolubles. Pero lo que separa a una categoría de la otra no es la dimensión de los problemas, si unos son grandes y otros chicos, sino la anticipación con la que fueron previstos, de modo tal que aun los problemas de gran dimensión son fáciles de remediar si se los ve venir a tiempo en tanto los problemas chicos se vuelven insolubles si no se los vio venir a tiempo. Cuando empezó entre nosotros la urbanización, los sucesivos gobiernos no vieron venir el problema de la vivienda. Como ninguno de ellos inauguró una política de Estado de vivienda que sus sucesores debían prolongar, hoy el desafío de la escasez de vivienda se ha vuelto casi insoluble. Sólo si nuestros gobernantes supieran elaborar desde ahora una verdadera política de Estado capaz de profundizar el tímido intento en el que, llevados por la emergencia, coincidieron por una vez Macri y Fernández frente a Villa Soldati, los argentinos seríamos bendecidos con un nuevo futuro.
Encaminada como está por otra memoria, parece lógico afirmar, por lo visto, que Nilda Garré fracasará y que, instalada en la cima del gobierno, a Cristina Kirchner le corresponderá reencaminar a los argentinos hacia una verdadera solución social. Para lograr esta meta, la Presidenta tendrá que aceptar que, le guste o no, la principal valla que debe sortear es, precisamente, el error estratégico al que la quiere arrastrar su nueva ministra de Seguridad. ¿Que esta proposición le sería ideológicamente herética? Sí, pero también es verdadero el refrán según el cual la necesidad tiene, a veces, cara de hereje. ¿Qué terminará por preferir, entonces, Cristina: salvar la ideología a costa del buen gobierno, o rescatar el buen gobierno a costa de la ideología? Sólo si acierta al responder a este dilema el pueblo soberano, en menos de un año, la reelegirá.
 
 Cristina y el fantasma de Isabelita
La crisis producida por la falta de respuesta del gobierno nacional, encendió nuevamente los rumores que volvieron a copar los pasillos de la Gobernación con un pensamiento común: el 2011 sería el momento justo para que Daniel Scioli juegue por la presidencia. Las dudas puestas sobre las aspiraciones de Cristina Fernández, la cerrazón en su entorno político y la movida de los intendentes
Por Mario Baudry
mariobaudry@multimedioscna.com
Mucho se ha escrito sobre la sucesión de Néstor Kirchner, y el rol que vendría a ocupar Cristina Fernández de Kirchner en su carácter de Presidenta, pero sin la figura fuerte de su militante esposo y compañero.
Muchos esperaron que se generaran los primeros movimientos políticos desde Olivos para poder avizorar hacia qué rumbo iba a encaminarse el nuevo gobierno, por cuanto todos daban por sentado que el estilo de confrontación total, tal como estaba gestado, estaba terminado. Que a partir de la desaparición de Néstor Kirchner existiría un nuevo gobierno. Lo que todos se preguntaban era si éste se iba a abrir a la sociedad o se iba a cerrar sobre sí mismo.
Desde las usinas de pensamiento del gobierno provincial no paraban de ver el fantasma de Isabel Martínez de Perón en el Gobierno nacional. Todos se preguntan: ¿qué pasará con la feroz interna desatada en el gabinete nacional?, ¿quiénes son los verdaderos asesores de la Presidenta?, ¿si ella está en condiciones de gobernar con sus propias convicciones?, ¿cómo reaccionará ante la primera crisis que tenga el Gobierno?, ¿mantendrá las banderas políticas de la gestión de Néstor Kirchner?
Estos interrogantes y muchos más retumban en los pasillos de la Gobernación y en los despachos de muchos intendentes de la Provincia, que tenían un gran acercamiento con el ejecutivo nacional; pero los hechos de los últimos días fueron contestando algunas de estas preguntas: la vuelta al FMI, la negociación con el Club de París, el acercamiento en actos públicos de lideres de la oposición.
La primera crisis que enfrentó el comando nacional con la toma del parque de Villa Soldati puso de resalto a un Gobierno sin respuesta. Su inacción produjo un grave enfrentamiento entre vecinos, de pobres contra pobres, y provocó que muchos ciudadanos tuvieran que tomar la potestad del Estado en sus manos para poder defender sus derechos. Los argentinos vimos, atónitos, por televisión las imágenes de un país que creíamos haber dejado atrás.
Mientras acontecían los hechos violentos de Villa Soldati, que se replicaban en distintos puntos de la Capital y la provincia de Buenos Aires, se produjeron nuevos nombramientos de funcionarios en el gabinete nacional, y con rumores de más cambios comenzaron a circular incluso los nombres de sus posibles reemplazantes.
Todo ello, conjuntamente con las personas de confianza que Cristina eligió para rodearse, hace suponer que el Gobierno se está cerrando en sí mismo.
Esto vuelve a cambiar los acontecimientos en la provincia de Buenos Aires, y las estrategias de propaganda política a desarrollar durante el verano por los distintos candidatos con aspiraciones a ser Gobernador o Presidente. En la Provincia saben que de seguir la Presidenta con este rumbo de gestión, su imagen se va a ver muy perjudicada, y seguramente va a caer nuevamente en las encuestas, lo que pone de resalto que Scioli cambie su estrategia de campaña para este verano y no salga a posicionarse nuevamente como Gobernador, sino buscar un posicionamiento personal pero sin nombrar en qué lugar de la grilla iría.
Al llegar la primera semana de marzo se mirarán las encuestas, y si marcan bien se lanzará como candidato presidencial, incluso en un enfrentamiento abierto con Cristina Kirchner, sabiendo que muchos barones del Conurbano lo acompañarían, aglutinando incluso a todo el peronismo opositor al Gobierno.
Además de que licuaría las aspiraciones de los candidatos de la oposición, que se encuentran más dedicados a una guerra de vanidades personales que a la construcción de una opción electoral seria y coherente distinta del peronismo.
Scioli sabe que ésta es la mejor oportunidad que tendría de ir por la Presidencia, por cuanto cuatro años más de gobierno serían muy difíciles, sobre todo porque en dos años su poder se licuaría en los hechos, por lo que no tendría reelección como Gobernador.
Desde su entorno analizan la situación en igual sentido, y todo se encaminaría en las próximas semanas a cambiar el eje de su campaña. Según dicen en su círculo íntimo, Scioli cree en su interior que es ahora o nunca.
Las próximas semanas dirán si la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner seguirá cerrando las filas de su gabinete en hombres del riñón pingüino o se decide a gobernar con todo el peronismo dentro del Gobierno. Este simple hecho va a condicionar su futuro político, si es que decide postularse a una nueva candidatura presidencial, cuestión que en el interior de los despachos de la Provincia muchos ponen en duda. Y mientras tanto en la Provincia se encaminan a una carrera por la Presidencia. (Fuente LA TECLA) 17-12-10
 
Un día demasiado aleccionador para todos
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Miércoles 15 de diciembre de 2010
Dos mundos convivieron ayer en una ciudad atrapada por la furia y el miedo. En el universo de los gobernantes, las disputas se limitaron primero a la competencia electoral o, en todo caso, a quién quedaba peor ante la complicada opinión social. Sólo al final del día, en reuniones agónicas entre cristinistas y macristas desconfiados, los gobernantes alcanzaron un principio de acuerdo.
El día había sido demasiado aleccionador para unos y otros. En algunas calles de la Capital y del lindante conurbano, grupos violentos de personas que nada tienen para perder se atrincheraron en terrenos públicos o privados en reclamo de viviendas propias. Ocho episodios de esta naturaleza sucedieron durante el día con diferentes dosis de violencia y de continuidad. Hasta el emblemático edificio que ocupa Alicia Kirchner, desde que su hermano accedió al poder, en la avenida 9 de Julio, fue víctima del fuego y el saqueo.
Vagamente, trascendió también información sobre intentos de atracos a supermercados en el Gran Buenos Aires. No fueron hechos nuevos en los últimos tiempos. Hace pocas semanas, en Malvinas Argentinas hubo preparativos de grupos sociales para atacar la sucursal de una conocida cadena de supermercados. La amenaza se sofocó antes de que sucedieran los hechos. "La gente protesta por la inseguridad y la inflación, y volvió a reclamar por la falta de empleo", dijo hace pocos días, premonitoriamente, el intendente de un poblado distrito del Gran Buenos Aires.
El efecto contagio era inevitable desde los graves episodios de Villa Soldati. El gobierno nacional dispuso un cerco de contención y de protección a cerca de 5000 personas que ocuparon ilegalmente los amplios terrenos del parque Indoamericano. La administración de Cristina Kirchner ordenó la provisión de vituallas a ese enorme contingente de personas y negociaba con ellas la donación de terrenos estatales y un subsidio de 25.000 pesos a cada familia para que construyera su casa; también presionaba a Mauricio Macri para que se hiciera cargo de esas viviendas.
Sólo en la Villa 31 viven 50.000 personas, según los resultados del censo reciente, contra las 25.000 que vivían en ese lugar, según en el censo anterior de hace 10 años. ¿Por qué unos tendrían más que otros? ¿La experiencia de Villa Soldati no había marcado, acaso, un camino?
El temor a un contagio generalizado promovió los acuerdos de anoche. De alguna manera, Mauricio Macri impuso su criterio de no permitir que cunda el precedente de Villa Soldati.
Hasta el final de la reunión, el gobierno nacional insistió en negociar la concesión de viviendas a los ocupantes. El problema es que ningún Estado, ni el nacional ni el capitalino, está en condiciones de abastecer la enorme demanda de viviendas que existe en la Argentina.
 
La violencia
Influyeron otras cosas. En el fárrago de los últimos días pasó inadvertido, quizás, el nivel de violencia que alcanzó la protesta social. Salvo en los episodios de los días que tumbaron a Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001, el resto del reclamo social que siguió durante la gran crisis, en el que se mezclaban piqueteros desocupados y ahorristas defraudados, no hubo armas de fuego ni el grado inhumano de agresión que alcanzaron las jornadas recientes. Barrabravas todoterreno, punteros vinculados a la política y hasta sicarios del narcotráfico parecieron coincidir en el uso de personas muy carenciadas.
En rigor, el conflicto rebasa la pobreza (que existe, sin duda) para recalar en el mundo de la marginación y la exclusión, donde existen reglas propias de vida al margen de las leyes, donde las armas son artefactos comunes y corrientes, donde hay una frontera porosa entre la legalidad y el delito y donde la violencia es doméstica, vecinal y social.
En ese océano de carencias es donde pescan el clientelismo político y los traficantes de drogas. Nadie ha hecho nada en los últimos años, más allá del mero asistencialismo, para resolver ese monumental conflicto social.
Cristina volvió a ser la misma Cristina de siempre. La culpa de todo, según dijo ella antes de la reunión de la noche, es de una inexplicada conspiración de Eduardo Duhalde y de Macri. También cuando asesinaron a Mariano Ferreyra el gobierno nacional culpó a Duhalde, hasta que el presunto asesino apareció fotografiado con el ministro de Economía, Amado Boudou.
Un kirchnerista razonable suspiró resignado cuando vio la nueva estrategia: "Este gobierno tiene un gen suicida", resumió luego. Lo más notable de la acusación contra el ex presidente es que el primero que la difundió fue el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien recordó que Duhalde había desestabilizado a De la Rúa en 2001.
¿Fue así? Si los hechos del pasado sucedieron de esa forma, entonces el propio Aníbal Fernández participó de aquel golpe de Estado. El actual jefe de Gabinete llegó al gobierno nacional como secretario general de la Presidencia de Duhalde; ése es uno de los cargos de mayor confianza del presidente. Pero Aníbal tiene pocos reparos para hacer cualquier cosa. Estaba rodeado de altos oficiales de la Gendarmería y la Prefectura cuando despotricó contra Duhalde y Macri; es decir, metió de lleno a las fuerzas de seguridad en la lucha política y partidaria.
 
Abstracción
Macri no debió aceptar nunca, en verdad, sentarse frente al gobierno nacional con los líderes de los ocupantes de Villa Soldati en igualdad de condiciones, como lo hizo durante el fin de semana. El gobierno federal se autoproclamó entonces garante de esa reunión y sentó a las dos partes, gobierno capitalino y líderes insurgentes, como si tuvieran la misma jerarquía. Era la mejor manera de abstraerse del conflicto.
Pero ¿acaso las fuerzas de seguridad, las que tienen efectiva capacidad de operaciones, no están a las órdenes de los funcionarios de Cristina Kirchner? ¿El propio Macri no debió presionar para llegar antes a un acuerdo como el que se enhebró anoche? Sólo ayer, cuando ya la mancha del incendio se propagaba al conurbano, el gobierno nacional aceptó, primero con el brazo corto y la boca casi cerrada, una reunión con Macri y sus funcionarios. Ya no hubo dirigentes de ocupantes de terrenos.
 
El efecto contagio tampoco empezó en Villa Soldati. La prepotencia y los hechos consumados tienen un precedente con nombre y apellido: Hugo Moyano. El jefe de la CGT fue uno de los primeros en establecer que en tiempos kirchneristas se puede conseguir todo después de ejercer la presión y la violencia. Lo hizo con los supermercados, con empresas de construcción y con los comercios, entre muchos más, y lo sigue haciendo ahora con los diarios.
En la noche del lunes, demoró durante dos horas la salida de LA NACION y Clarín ; bloqueó sus talleres, que son vecinos, porque ambos diarios habían publicado durante el fin de semana investigaciones sobre los negocios familiares del líder cegetista. ¿Por qué los ocupantes de terrenos ajenos deberían ser más culpables que quien tiene semejante liderazgo social en el país?
En la tarde de ayer, varios intendentes del caliente conurbano estaban fatigados por el estrés y el insomnio; no durmieron en los últimos días esperando una mala novedad en sus propios territorios.
Algunos gobernadores del interior pobre del país decían pasar por el mismo trance. Fatigaban los teléfonos con funcionarios nacionales. Esperaban que un milagro provocara el cambio de un discurso en la cima obsesionado por la lucha ideológica. Algo parecido a un milagro comenzó a garabatearse con las primeras sombras de la noche.

El trágico final de un paréntesis
Joaquín Morales Solá
LA NACION. Domingo 12 de diciembre de 2010
Una especie de paréntesis político y emocional de 45 días parece haber llegado a su fin. Por lo menos tres muertos, decenas de heridos, un festival de balas disparadas por cualquiera y una ordalía de odio entre sectores muy pobres de la sociedad fueron el resultado de 72 horas de una violencia sin medida en Villa Soldati. Cuando ya sólo parecía prevalecer la inhumana ley del más fuerte, los gobiernos de la Nación y de la Capital acordaron lo que debieron haber convenido tres días antes. La Gendarmería y la Prefectura se hicieron cargo, por fin, de la paz social en esas tierras sin orden ni autoridad. El problema no se ha resuelto: los ocupantes no se irán hasta que no consigan viviendas y subsidios, que ambos gobiernos se comprometieron a suministrar. Un equilibrio peligrosamente inestable se registrará en Villa Soldati hasta, por lo menos, fin de año.
Sea como sea, lo cierto es que las tragedias ocultas de la Argentina estallaron en las narices de sus gobernantes. La creciente inseguridad, en primer lugar, que es desde hace mucho tiempo, y por lejos, la primera prioridad de la sociedad argentina. El enorme conflicto social, adormecido hasta ahora con simples planes de asistencia social, que terminó con la hemorragia de sangre y de crímenes en Villa Soldati. La vieja ausencia, ya insoportable, de las fuerzas de seguridad para garantizar la pacificación del espacio público. La insensibilidad de la lucha ideológica y electoral, que sólo se detuvo (¿se detuvo?) cuando ya cuatro personas se habían encontrado con la frontera irreparable de la muerte.
¿Qué hacían civiles armados en Villa Soldati? ¿Cómo y por qué llegaron cientos de personas para ocupar un parque público con los artefactos propios de un asentamiento? ¿Por qué instalaron el pánico entre los pacíficos vecinos de Villa Soldati y de Lugano? Tal vez Cristina Kirchner tiene razón: es difícil creer que eso haya sido casual y espontáneo. Algunos sectores políticos (quizá los grupos de izquierda fuertemente antikirchneristas) debieron incentivar y proteger esa multitudinaria movilización.
¿Quiénes, desde el otro lado, armaron y protegieron a los bandos que repelieron a aquéllos? ¿Es cierto, como denunciaron Mauricio Macri y Sergio Schoklender en una nueva y sorpresiva alianza, que el narcotráfico financiaba a unos y otros? El narcotráfico existe en la Argentina. ¿Queda alguna duda de eso? Un reciente informe internacional señaló que el consumo de drogas alcanzó ya en la Argentina, en porcentaje sobre el total de la sociedad, las muy altas cifras de los Estados Unidos y de Brasil.
Las respuestas a tantas preguntas no las tiene el periodismo, pero tampoco las tiene el Estado. La Presidenta se ocupó el viernes más de diferenciarse de Macri que de explicar qué hará el flamante Ministerio de Seguridad. Macri es la xenofobia; ella es la celadora de los derechos humanos y de la generosidad nacional. La síntesis es demasiado simplista. Hay un problema de carencia de represión del delito, sean sus autores argentinos o extranjeros. Sería muy injusto diferenciar a unos de otros.
Y hay una enorme permisividad con la inmigración. La Argentina es un país abierto a la inmigración (así hizo su historia), pero su Estado debe tener un registro de inmigrantes, conocer los antecedentes penales en sus países de origen y permitirles a los buenos inmigrantes la oportunidad del progreso social con el esfuerzo de su trabajo. Abrir las puertas sin reglas claras para los inmigrantes significa, en los hechos, el agravamiento de problemas sociales que ya existen severamente en la Argentina.
La Policía, que ya no sabía qué hacer, estará durante los próximos días en una zona de irresoluciones, sin un jefe claro. Nilda Garré, una cristinista leal y silenciosa, como le gusta a la Presidenta, que conoce poco y nada sobre el monumental problema que le cayó encima, asumirá el miércoles. Dos ministros fueron relevados de un plumazo: Aníbal Fernández y Julio Alak, que eran el jefe real y el formal de las fuerzas de seguridad. Esa caída explica que los dos ministros hayan sido obligados durante el viernes a leer sus declaraciones ante la prensa. ¿Leer en un gobierno que hace gala de la improvisación retórica? Sí, los dos leyeron ante los periodistas frases que ahora ya no se sabe si fueron ellos los que las escribieron.
El jefe de Gabinete perderá también, seguramente, la posibilidad de contar con un equipo propio de inteligencia, que hasta ahora le proporcionaba la Policía Federal. Garré tiene por delante una tarea enorme como un bloque sombrío: deberá desmontar bolsones de corrupción policial; sacarla a la Policía del espionaje a políticos y periodistas, y enseñarle a preservar el orden público y reprimir el delito con formas eficientes. ¿Podrá? En ese intento, tropezará más de una vez con las intrigas de su viejo adversario interno, Aníbal Fernández, que era el líder de la Policía. Por ahora, Fernández está entretenido buscando quién le tiró los muertos.
Sólo el despistado canciller Héctor Timerman se abrazó eufórico a la cabeza de Aníbal Fernández cuando escuchó el nombre de Garré de boca de la Presidenta; era ya una cabeza cortada como jefe virtual de la seguridad. Versiones confiables aseguran que el jefe de Gabinete tiene un pie dentro y otro fuera del Gobierno. Su anterior caciquismo policial era su oferta política más consistente.
Nadie sabe si la Policía Federal mató a alguien, pero se vieron imágenes de una enorme ferocidad en la represión de los ocupantes ilegales de Villa Soldati. ¿La policía argentina sólo está en condiciones de no hacer nada o de herir y matar? ¿No hay métodos más civilizados para reprimir un desorden en el espacio público? En Europa, en los últimos días de ajustes y de malas noticias sociales, hubo multitudinarios y duros enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad. No hubo muertos ni heridos (de gravedad, al menos) hasta ahora.
Durante siete años, el gobierno kirchnerista prometió la formación de una Policía más democrática. En verdad, lo único que hizo es esconder a la Policía, que siempre aparece con sus viejas mañas cuando debe salir. El gobierno nacional suele creer en supuestas conspiraciones de la Policía para ofrecerle un muerto cada vez que tiene una oportunidad. Puede ser peor que eso: la Policía no sabe, simplemente, cómo hacer las cosas de un modo mejor. La visión conspirativa sobre las fuerzas de seguridad dejó indefensos e impotentes al Estado y a la propia sociedad. La Presidenta se dio cuenta de ese enorme déficit, pero decidió pelearle a Macri el liderazgo de un discurso desde otro ángulo ideológico.
Antes de perder el poder, Aníbal Fernández se dio algunos gustos típicos de él: volvió a incumplir una orden de un juez, como ya lo había hecho hace un tiempo en un conflicto por una elección sindical. El juez capitalino Roberto Gallardo le ordenó, no bien comenzó el conflicto, que la Policía Federal estableciera un cerco perimetral en el parque de Villa Soldati para evitar los enfrentamientos de uno y otro bando, el mismo cerco que sólo ayer se estableció. No lo haré, dijo antes Fernández. Dos muertes violentas sucedieron poco después. Otras dos juezas capitalinas, María Cristina Nazar y Elena Liberatori, van y vienen, se tropiezan y se contradicen con la investigación del caso. En Villa Soldati, la Justicia no sabe si atacar a un antagonista ideológico o hacer cumplir la ley.
El propio Macri venía entretenido con su candidatura presidencial y con sus maniobras para conseguir la aprobación del presupuesto porteño, cuando se topó con cuatro muertos en su propio territorio electoral. No tiene Policía para vérselas con semejante explosión de violencia, es cierto, pero pudo ejecutar mejor su presupuesto para la construcción de viviendas. Subejecutó las partidas presupuestarias en una ciudad donde medio millón de personas tiene problemas habitacionales; el conflicto creció exponencialmente en las villas de emergencia en los últimos años.
Es cierto, de igual modo, que en esa materia el gobierno nacional también lo trata a Macri como un enemigo a batir. En 2010 le giró el 50 por ciento de los fondos comprometidos para la construcción de viviendas; ese porcentaje sólo sirvió para financiar los proyectos habitacionales de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Un masivo plan de construcción de viviendas por parte del gobierno nacional sólo beneficia a las provincias amigas, desde Buenos Aires hasta el Chaco.
Las conmovedoras escenas de Villa Soldati (incluidos ambulancias y periodistas baleados) provocaron la psicosis de un vasto temor entre los porteños. ¿Dónde sucederá la próxima balacera? ¿Dónde el próximo asentamiento? ¿Dónde se implantará un campo de batalla que derrumbará el Estado de Derecho a partir de un instante súbito e infiel?
 
Villa Soldati nos ha enviado un mensaje
Mariano Grondona
.Domingo 12 de diciembre de 2010
El premio Nobel Konrad Lorenz, que estudió la conducta comparada de los animales y de los seres humanos, cuenta que una vez encontró a un amigo pegándole a su perro. Cuando lo inquirió acerca de este extraño comportamiento, su amigo le dijo: "Es que estoy por darle un gran placer a mi perro, porque ¿te imaginás el alivio que va a sentir cuando deje de pegarle?". Esta anécdota podría aplicarse al clima de distensión política que hoy vivimos nada más que porque Néstor Kirchner ya no está agrediendo cada día a algún enemigo. Cristina Kirchner se ha beneficiado con este nuevo clima, y el solo hecho de que haya dejado de lado las embestidas cotidianas le ha permitido subir a 45 puntos su aprobación en las encuestas, algo inalcanzable para su marido, que la pone al día de hoy en camino hacia la reelección. Pero sólo "al día de hoy" porque aún le falta aprobar las graves asignaturas pendientes que le dejó su antecesor.
En física, impera la ley de la inercia, en virtud de la cual se sabe que, si no interviene factor externo, un cuerpo mantendrá indefinidamente el movimiento en el que está instalado. Pero las asignaturas pendientes del período de siete años y medio en el que Néstor Kirchner tuvo el poder son tan exigentes que sería un craso error de Cristina confiar solamente en la ley de inercia para completar con éxito el tramo de la presidencia que aún le resta y, más aún, para aspirar a los cuatro años más que tendría de ser reelegida en 2011. La Presidenta deberá aceptar, al contrario, cambios profundos en su gobierno, si es que quiere perdurar con éxito en el poder hasta 2015 porque, si no lo hiciera, su segundo mandato podría tener un final similar al que padecieron Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa antes que ella. La conmoción de Villa Soldati nos ha dado a todos un dramático aviso en dirección de lo que todavía le falta a nuestra joven democracia para madurar ya no sólo en lo político sino, además, en lo social.
Sin Estado
Si entendemos por país el vasto espacio en que habitamos, los argentinos tenemos un país. Pero esto no basta. Alguna vez el escritor Carlos Fuentes nos dijo: "Mientras los mexicanos venimos de los aztecas, ustedes vienen de los barcos". Pero ¿qué veían desde los barcos los europeos que nos precedieron? Veían un ancho y generoso país que les prometía realizar sus sueños. Veían un país-paisaje al que tendrían por misión transformar en dos unidades colectivas eminentes: un Estado y una nación. Si algo viene de mostrarnos la cruenta anarquía de Villa Soldati es no sólo que aún no tenemos un Estado, sino que tampoco somos, plenamente, una nación.
En una definición que ha llegado a ser clásica, el gran sociólogo Max Weber caracterizó al Estado como "la agencia que monopoliza con éxito la coacción legal dentro de su territorio". Los socialistas quieren que haya más Estado y los liberales que haya menos, pero unos y otros reconocen la necesidad de que haya por lo pronto Estado, porque sólo una agencia que monopolice efectivamente la coacción es capaz de asegurar un valor básico para todos, sea cual fuere su sesgo ideológico: la vigencia del orden público. Sin orden público, no habría siquiera libertad. Si el orden se impone arbitrariamente, sin garantías para la libertad, se cae en la tiranía. Pero su extremo opuesto, que es la anarquía, la ley de la selva en las calles, fue considerada por el inglés Thomas Hobbes un mal peor aún que la tiranía porque, si el mando excesivo de uno es inaceptable, tampoco es soportable la confusión acerca de quién manda cuando ya no un solo tirano, sino miles de tiranuelos impunes perturban a los ciudadanos. Por eso, la sociedad, en medio de una situación anárquica, termina por resignarse al advenimiento de un tirano que le promete la restauración del orden público sin advertirle que el remedio podría resultar peor que la enfermedad.
Cuando una sociedad no tiene en claro la noción del orden, oscila bruscamente entre la anarquía y la tiranía, sin hallar el justo medio del orden democrático. En 1976, cuando se extendía entre nosotros la anarquía montonera, fueron muchos los que reclamaron un gobierno fuerte. Detrás de esta bandera, empero, las Fuerzas Armadas instalaron un régimen tiránico. Cuando ellas abandonaron el poder, cundió entre nosotros el repudio de toda disciplina estatal, a la que equivocadamente se la confundió con un término odiado: el de la represión. Toda coacción, aun la legal, fue desde entonces inadmisible para muchos porque no había que "criminalizar la protesta social". El repudio del orden público, que caracterizó a la etapa de Néstor Kirchner, creó, a su vez, un hueco dentro del cual han venido a instalarse, en un alarmante crescendo, hordas como las que se mataron entre sí en Villa Soldati. La confusión de la izquierda kirchnerista entre "orden público" -un orden severo, pero razonable, respetuoso de los derechos humanos de los protestatarios- y "represión salvaje" es la que nos ha traído a la situación actual, una situación que tenderá a agravarse mientras algunas decenas o centenares de personas continúen invadiendo las calles sin que nadie las contenga.
Este proceso de disolución del Estado ha tenido como anexo la demonización de los dos órganos que en cualquier Estado bien equilibrado tienen a su cargo la protección del orden público: las Fuerzas Armadas y la policía. Sin una policía respetuosa, respetada y eficaz, y sin unas Fuerzas Armadas adecuadamente organizadas, no podría haber Estado. Esta es la carencia más profunda de la Argentina actual. Si algún gobernante vecino resolviera un día atacarnos, no tendríamos respuesta porque, en los hechos, carecemos de Fuerzas Armadas. Tampoco disponemos de una fórmula adecuada ante la insolencia creciente de la delincuencia, animada como está por la parálisis policial.
Sin nación
Ortega y Gasset definió a la nación como "un proyecto sugestivo de vida en común". Si tuviéramos un proyecto de vida en común, seríamos una nación. ¿Acaso lo tenemos? Cuando contemplamos cómo se mueven las naciones vecinas de Chile, Uruguay y Brasil, sentimos que a sus ciudadanos la nación les queda cerca porque, más allá de sus diferencias, vuela sobre ellos la lealtad común a un conjunto en el que el todo es superior a las partes. A los argentinos, en cambio, el concepto de "nación" aún nos queda lejos porque, entre cada uno de nosotros y el todo englobante que es la nación, media el odio a algún rival al que urge combatir. Es como si alguien dijera: "Amo a la nación, pero para concretar el amor que siento por ella necesito eliminar previamente al que se interpone entre ambos". Si Perón dijo alguna vez, al fin de su largo aprendizaje, que "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino", hoy todavía parece válido sostener que para un argentino no hay nada peor que algún otro argentino.
Esta intolerancia hacia el otro, que desgraciadamente pobló nuestra historia, se acentuó todavía más bajo el turno de Néstor Kirchner. Toca ahora a su viuda reparar la herida. Tener Estado y ser nación: si ésta es la urgente tarea que aún nos falta, Cristina Kirchner deberá comprender que su meta tendría que ser ahora la construcción de un Estado democrático que merezca este nombre y la promoción de una nación animada por un proyecto en común, de oficialistas y opositores por igual, y que más que la ley de la inercia que podría tentarla deberá escalar una nueva cima que, en función de lo que nos ha enseñado nuestra dura experiencia colectiva, quizá parezca más difícil de lo que en realidad es, aunque también debería ser tenida por urgente, si no queremos que se difunda la inquietante chispa de Villa Soldati.

De espaldas a la ley
Por Santiago Kovadloff
Para LA NACION Sábado 11 de diciembre de 2010
La Argentina despide el año trágicamente. La violencia social vuelve a sembrar muertos en el país. Tal es la evidencia. Pero la lectura de fondo que debe hacerse de ese hecho es que la Argentina despide el año -otro años más- de espaldas a la ley.
El Gobierno se empeña en homologar la aplicación de la ley a la represión. Con ello desbarata toda posibilidad de contribuir a dar forma a una comunidad organizada. Con ello, además, se convierte en promotor de la impunidad que debería combatir y de la anarquía social que debería impedir. Obra como un cómplice cuando debería hacerlo como un juez.
¿Qué teme el Gobierno? Mucho más los costos de la asunción de sus obligaciones que los amargos frutos de su escalofriante prescindencia. Esa y no otra es su conducta perversa. Quiere ganar, ganar siempre, al precio que sea, caiga quien caiga. Y esta verdad es la que buscan disimular sus aparentes cambios recientes. Los comportamientos últimos de la Presidenta, que parecían indicar que se distanciaba del estilo de su esposo, hoy vuelven a probar que ese estilo no murió con él.
Si el gobierno de la ciudad de Buenos Aires es impotente para proceder, el nacional es irresponsable, pues debiendo y pudiendo intervenir, no lo quiere hacer. ¿Cómo no sospechar que su propósito es terminar con Mauricio Macri y no con el delito?
Villa Soldati es el escenario que refleja la magnitud alcanzada por la ausencia de la ley, por su instrumentación perversa, por su manipulación. Tal vez los ánimos se apacigüen en un tiempo más. Pero el problema que los enardeció hasta caer en el salvajismo no estará resuelto mientras la simulación democrática en que vivimos no dé lugar a los mandatos de la democracia auténtica.
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Pánico en la tierra de nadie
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Viernes 10 de diciembre de 2010
Una policía, la Federal, ya no quería hacer nada. Otra policía, la Metropolitana, está escasamente armada y no tiene capacidad operativa. Tres jueces hicieron circular ayer, entre ellos, el expediente sobre los graves incidentes de Villa Soldati; nadie sabe, a estas alturas, qué juez se hará cargo de la investigación. Dos hombres y una mujer han muerto ya en un sangriento forcejeo por ocupar terrenos y viviendas que no les pertenecían. Los heridos se suceden con el correr de las horas. El Estado está desarmado, pero civiles innominados portan armas y las disparan. Hay quienes dicen que algunos cuentapropistas de la violencia pertenecen a los infaltables barrabravas del fútbol.
Villa Soldati es, tal vez, la sinopsis más conmovedora de siete años de dejar hacer. Centenares de personas se predisponían anoche a ocupar terrenos en el mismo lugar donde un día antes habían muerto un hombre y una mujer. Mortales tiros descerrajados por civiles arreciaban como los alegres fuegos artificiales de fin de año. El barrio más cercano estaba habitado por personas paralizadas por un temor que calaba hasta los huesos. En esa tierra de nadie, y de cualquiera, el Estado era la ausencia más visible.
La Policía Federal se resiste a ir más allá de una estricta orden política y judicial. El ministro de Justicia, Julio Alak, dispuso ayer el relevo de oficiales de esa policía sin conocer antes un peritaje médico y judicial sobre las circunstancias y las balas que quitaron la vida a dos personas. Anoche, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, declaró que la Policía Federal no reprimiría. ¿No reprimiría cuando las armas de fuego se ven hasta en las fotos periodísticas? ¿No, cuando sólo depende de la suerte que esos tiros al voleo no terminen con más vidas?
La Policía Metropolitana es, hoy por hoy, una fuerza vecinal que sólo puede servir para arrestar a algunos rateros de mala muerte o para mediar en una pelea entre vecinas. Tiene más armas con balas de goma que de fuego; carece, además, del equipamiento de una fuerza de infantería: cascos, escudos, camiones hidrantes y uniformes suficientes pertrechados. Es más lo que no tiene que lo que tiene. Sus efectivos se paseaban ayer en sus automóviles entre los disturbios con el pánico que compartían con los históricos vecinos del lugar.
La causa judicial pasó ayer del fuero correccional al penal y del penal al correccional. Un juez ordenaba una cordial mediación del gobierno porteño y la provisión de baños y vituallas a los ocupantes, mientras otra jueza mandaba a desalojar el predio. Una tercera jueza se declaró incompetente. Nada. Todas las decisiones judiciales terminaban en la absoluta impotencia. El gobierno nacional había decidido durante todo el día de ayer ser espectador de un drama que podría imputarle a su temido enemigo electoral, Mauricio Macri.
Fuentes oficiales señalaron anoche que calculaban que ya había en Villa Soldati unas 3000 personas que llegaban sin parar. Pedían un terreno, una vivienda, un subsidio y un trabajo a cambio de pacificar la situación. Nadie podía darles tanto. Era imposible satisfacerlos por los límites económicos del Estado porteño; en la administración de Macri no querían tampoco crear un peligroso precedente. "Terminaremos resolviendo el problema social del país y del Mercosur", dijo uno de sus ministros.
En el medio se coló la denuncia de los funcionarios porteños, Macri y Horacio Rodríguez Larreta, sobre el conflicto de la inmigración. Hebe de Bonafini los acusó de racistas. Antes, su mano derecha, Sergio Schoklender, había denunciado que los foráneos de Villa Soldati estaban vinculados con el narcotráfico.
 
Inmigrantes
La Argentina es un país que construyó con inmigrantes, pero con inmigrantes que vinieron a trabajar y consiguieron todo lo que tuvieron con el esfuerzo de un empleo, de un oficio o de una profesión. Ningún país en el mundo de hoy tiene las puertas abiertas sin reglas y sin condiciones. Hace pocos días, un juez ordenó allanamientos por casos de drogas en la villa 31, que lo hizo con la Policía Metropolitana. Detuvo a once personas; ocho eran extranjeras y tres argentinas. ¿Incorrecto políticamente? Lo sería si los argentinos se declararan anarquistas y decidieran vivir sin un Estado y sus elementales responsabilidades.
Decenas de personas se agolparon ayer, en perfecta organización, sobre el edificio del gobierno porteño, frente a la Plaza de Mayo. Protestaban por los muertos de Villa Soldati. Los eslóganes, el inhumano escrache y la violencia estaban dirigidos contra el jefe del gobierno capitalino, Macri, que tuvo problemas hasta para abandonar su despacho. Nada decían de la orden judicial que había mandado a desalojar los terrenos ocupados (lo cual no es una heterodoxia jurídica en una nación con cierto grado de civilización), pero decían menos del gobierno nacional (cuya sede central está frente a las oficinas de Macri), que había movilizado a la Policía Federal el día antes para cumplir con aquella resolución judicial. La política y el escenario electoral, otra vez.
Sólo bien entrada la noche de ayer, y cuando los disparos se confundían ya amenazadoramente con las tinieblas, aparecieron en Villa Soldati patrulleros de la Policía Federal. Quizá la Presidenta había entendido que la fantasmal figura de la muerte es una frontera que ninguna política debe quebrar. Quizá. El tamaño del conflicto ya era, de todos modos, de difícil solución entre tantas insignificancias ofrecidas por oficialistas de uno y otro bando.

Un cambio que empezó por las formas
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Miércoles 8 de diciembre de 2010
Irónica, dispuesta por momentos al viejo ejercicio de amonestar, Cristina Kirchner dio ayer, sin embargo, otro paso para diferenciarse de las formas que existían hasta la muerte de su esposo. Referentes de la oposición la escucharon anunciar formalmente el descubrimiento de nuevas reservas de gas en la sede de YPF. La invitación a líderes opositores fue hecha personalmente por el vicepresidente ejecutivo de la empresa petrolera, Sebastián Eskenazi, y no por el protocolo presidencial. Pero resulta imposible imaginar que fue una iniciativa de Eskenazi que no consultó con la Presidenta, que seguramente aprobó la convocatoria.
"Hola, Ernesto, ¿cómo te va?", le deslizó Cristina al senador Ernesto Sanz, presidente del radicalismo, y colega suyo en el Senado durante cuatro años. No se hablaban desde el año 2006, cuando se enfrentaron duramente por el proyecto de la entonces senadora Kirchner sobre los superpoderes del Ejecutivo para administrar el presupuesto. "Buenos días, ingeniero Macri. Lo saludo para que no diga que no lo saluda la señora de enfrente", le dijo al jefe de gobierno porteño, sentado en primera fila. En este caso, ya no se supo si era una cortesía o una punzante ironía. Macri se había levantado para ir al baño y acababa de regresar cuando la Presidenta se disponía a hablar. "Fue una de las duras ironías de Cristina contra los que no tienen posibilidad de responder", dedujo uno de los jefes opositores que estaban ahí, que no es Macri.
Empezó bien el discurso, pero lo terminó con sus habituales alusiones a las cegueras opositoras y a la predisposición de Macri de echarle la culpa de sus desventuras al gobierno nacional. Otra vez, la oposición no podía refutar, condenada al silencio por el natural protocolo del acto. "La conozco a la Presidenta desde hace demasiados años y sé cómo es. Hay algo nuevo en ella, es cierto, pero por momentos es la misma de siempre", resumió Sanz.
¿Cuánto hay de nuevo en la Presidenta? Los que la conocen (no sólo su círculo cercano) advierten que ha perdido la presión de algo o de alguien y que, además, ya no debe encontrarse con hechos consumados.
Observan que tiene más márgenes para saludar, decir, callar, invitar o sonreír. Ha perdido, en síntesis, un poco de su crispación personal, aunque nadie sabe si esa distensión podrá llevarla, en el fondo y no sólo en las formas, hacia el contenido de sus políticas.
Pudo, por ejemplo, saludar ayer correctamente al senador Sanz, pero no escuchó, hace un par de semanas, su propuesta para que la Presidenta convocara a sesiones extraordinarias del Congreso para tratar el presupuesto del próximo año. Y el presupuesto de la Nación fue históricamente, aun en tiempos de Néstor Kirchner, la materia de una vasta negociación entre oficialistas y opositores. Cristina rompió con esa tradición.
Los hechos consumados los protagonizaba Néstor Kirchner en detrimento de su propia esposa. Las filtraciones del sitio WikiLeaks, que dejaron al desnudo a la embajada norteamericana en Buenos Aires, hubieran provocado en el ex presidente, quizás, un remedo del enfrentamiento Branden-Perón desde las tribunas del conurbano. Su esposa prefirió, en cambio, conservar la amable relación con el presidente Barack Obama, relación que se desarrolla sobre todo en las cumbres del G-20.
Inoportuno
No fue fácil para la Presidenta perseverar en esa línea, porque la divulgación de esos cables cifrados coincidió inoportunamente con la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata.
En esa reunión (sólo en ésa, por ahora) dio un brusco cambió a su sistema de alianzas latinoamericanas; se colocó del lado de México, Brasil, Colombia y Chile, en lugar de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia. La actitud presidencial por el caso WikiLeaks es el cambio más perceptible, y tal vez profundo, que espoleó Cristina Kirchner en las últimas semanas.
El reconocimiento de un Estado palestino como nación libre y soberana fue un alineamiento sin complejos con la posición latinoamericana que lidera Brasil. En los años kirchneristas, prevaleció más la competencia argentina con Brasil que los temas en los que puede haber coincidencia entre ambos países.
Los empresarios (o algunos de ellos) tienen más entusiasmo que el que permite la realidad, por ahora. Más allá de los gestos presidenciales y de algunos mensajes, lo que más atrae del nuevo clima a los hombres de negocios es el enojo de Hugo Moyano. "Si Hugo Moyano está enojado con el Gobierno es porque el Gobierno está haciendo bien las cosas", dijo uno de los principales empresarios argentinos.
Néstor Kirchner tenía un modo de seducir a Moyano, con poder y con dinero, y de frenarlo como únicamente podía hacerlo alguien tan pendenciero como el líder cegetista.
Cristina Kirchner no tiene esas condiciones, pero tampoco puede quedar a merced de la infinita ambición de Moyano. Todo indica que serán los jueces federales los que resolverán el problema político que significa Moyano. Las varias investigaciones sobre el manejo corrupto de las obras sociales (que administran dinero de los trabajadores y no de los dirigentes gremiales) están ya muy avanzadas en la Justicia como para que alguien pueda frenarlas. No existe ahora ese alguien, además.
¿Sólo cambian las formas? ¿Y el fondo de las políticas? Los dos principales ministros de Cristina Kirchner, Aníbal Fernández y Julio De Vido, han sufrido en los últimos días un profundo proceso de desgaste. El jefe de Gabinete terminó de la peor manera con la divulgación de los mensajes de la embajada norteamericana; fue retratado como el jefe de un sistema personal de espionaje interno y vinculado, sin pruebas por ahora, con el narcotráfico. Y De Vido no podrá escabullirse fácilmente del hecho comprobable de que fue el jefe directo de Ricardo Jaime y de su parlanchín asesor Manuel Vázquez, aun cuando el ex secretario de Transporte haya reportado siempre en forma directa a Néstor Kirchner. ¿Cómo implementar políticas nuevas con personajes tan viejos? Ese es el dilema de Cristina.
A pesar de todo, nada ha cambiado hasta ahora para el periodismo. El hostigamiento, la persecución y la difamación que se abaten sobre el periodismo independiente pertenecen a un enorme aparato estatal que no se ha desmontado aún.
Cristina Kirchner tiene su propia historia de conceptos equivocados sobre el periodismo, que coincidían con los pasionales rencores de su esposo.
La distensión política y personal que inauguró la Presidenta reconoce todavía un límite férreo: el periodismo concebido como un enemigo que sólo merece la derrota, aunque ésta requiera las peores armas

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Dos días despues de escrita la nota que se postea a continuación detuvieron al propietario de WikiLeaks...Para esa fecha ya habían más de 500 clones de la página, con toda la información que se cuestiona
¿Vamos hacia un mundo sin secretos?
Mariano Grondona.Domingo 5 de diciembre de 2010
Hasta hace poco tiempo los Estados Unidos gozaron, lo mismo que su progenitor, el Reino Unido, antes que ellos, de un enorme privilegio geopolítico: mientras su territorio era invulnerable, ellos podían guerrear y comerciar en cualquier parte. Los ingleses habían usado este privilegio en el siglo XIX porque su flota mandaba sobre las olas. En el siglo XX los norteamericanos obtuvieron una ventaja aún más amplia porque no sólo dominaban las ondas marítimas, sino también las ondas aéreas a través de los satélites y, finalmente, de Internet. En posesión de una isla pequeña los primeros, en posesión de una isla "grande" los segundos, los dos imperios anglosajones pudieron invadir sin ser invadidos. En el caso de los norteamericanos, sin embargo, este monopolio espacial conoció tres excepciones. En 1941, Japón atacó Pearl Harbour. Su agresión no tuvo, empero, consecuencias duraderas porque poco después perdió la Segunda Guerra Mundial, cuando dos bombas nucleares destruyeron Hiroshima y Nagasaki. La segunda excepción a la invulnerabilidad geopolítica norteamericana se dio sesenta años más tarde con el ataque terrorista a las Torres Gemelas, en plena Nueva York. La tercera excepción, que estalló esta semana, ya no estuvo a cargo de un Estado como el japonés o de una organización subversiva como Al-Qaeda, sino de un empresario privado, el australiano Julian Assange, quien a través de su sitio de Internet WikiLeaks acaba de perforar la vasta red aérea de la diplomacia norteamericana.
Mientras la violación del espacio norteamericano tuvo en las dos primeras excepciones consecuencias limitadas, puntuales, la incursión tecnológica de Assange parece destinada, al contrario, a desnudar no sólo el espacio norteamericano, sino también el de las demás potencias, inaugurando una época enteramente nueva, una época en la cual ha empezado a extinguirse irremediablemente un reino que había caracterizado a las naciones desde el origen de los tiempos: el reino del secreto . A partir de la penetración de WikiLeaks en el espacio aéreo norteamericano nos hallamos nada menos que ante una revolución de alcance planetario, de la cual ni los Estados ni las corporaciones ni los individuos quedarán exentos de hoy en adelante.
 
Su majestad el secreto
El diccionario define el secreto diciendo que "es la práctica de compartir una información entre un grupo de personas, mientras se esconde esa información de personas que no están en el grupo". En el siglo XVI Maquiavelo justificó esta práctica con un principio, la razón de Estado , en virtud del cual los Estados se sentían con el derecho de reservar para sí cualquier información que no les resultara conveniente divulgar. La "razón de Estado" era propia de las monarquías absolutas porque ellas, por juzgarse "soberanas" (el Estado soberano se considera por encima, por sobre todo lo demás) no compartían con nadie, ni con otros Estados ni con sus propios súbditos, ninguna información que consideraran relevante para la toma de las decisiones.
La soberanía de los reyes absolutos cesó con la irrupción de la democracia porque a partir de ésta el pueblo, como en nuestra Revolución de Mayo, "quiso saber de qué se trata". Si ahora el pueblo, y ya no el rey, es el "soberano", es a él a quien hay que informar. Cuando decidió divulgar los mensajes secretos norteamericanos, ¿violó acaso Assange la soberanía de un Estado democrático? Es imposible afirmarlo porque en su caso eran los pueblos, y no los gobernantes, quienes tenía el derecho eminente de ser informados.
Assange aseguró este derecho cuando decidió compartir la información reservada que había obtenido con medios de prensa de alcance mundial como The New York Times , The Guardian , Le Monde , El País y Der Spiegel. ¿Cómo deberíamos calificar entonces su iniciativa? ¿Diríamos, todavía, que fue un acto de espionaje ? El diccionario denomina espionaje a la obtención de información confidencial mediante la infiltración, el soborno o el chantaje. Para ser caracterizada como "espionaje", la información así obtenida debe ponerse además al servicio de otro Estado extranjero. Assange difundió en cambio su información a los cuatro vientos, a través de grandes medios internacionales. ¿A cuál Estado extranjero particular estaba beneficiando con exclusividad? El hecho de que sus datos circularan entre millones de personas lo acercó, más bien, al ejercicio del periodismo. ¿No es acaso una función esencial del periodismo poner al servicio del público en general informaciones que, de otro modo, habrían quedado encerradas en los despachos oficiales? ¿Quién es entonces Assange? ¿Un infractor de las normas de seguridad al que debe castigarse o un abanderado del periodismo libre porque el pueblo, los pueblos, tienen el derecho de "saber de qué se trata", por encima de los designios gubernamentales?
 
Subinformación
Una vez que Assange compartió su responsabilidad de informar con grandes diarios, más de un observador hizo notar que el contenido de los mensajes que hasta ahora han sido publicados es nimio, en cierto modo decepcionante. Ante el alcance limitado de lo que se supo por WikiLeaks, cabe esta otra pregunta: Assange y los diarios, ¿no han difundido todavía todo lo que han aprendido, y nosotros con ellos, porque están reservando la munición gruesa para más adelante, o influye en ellos una prudencia extrema, lindante con la "subinformación"? ¿Gravita entonces aquí una elemental prudencia, para dosificar día por día lo que se va sabiendo, o estaremos en cambio ante una forma de autocensura, una práctica que merecería la condena de todo aquel que adhiera al periodismo libre? Parece natural, en este sentido, que los difusores de los miles de cables que desenterró el audaz empresario australiano obren con prudencia, ya que su acción se tornaría grave si, por efecto de ella, trascendieran informaciones comprometedoras para la seguridad nacional de los Estados Unidos o de cualquier otro Estado. El terreno cuya exploración han emprendido Assange y sus asociados, ¿podría resultar al fin un campo minado?
La doctrina ha dedicado enjundiosos estudios al análisis de la problemática que plantea el secreto. Libros como el de Sissela Bok, Secretos , y el de Karl Deutsch, Patología de la política , han abierto una ancha vía a la evaluación moral del secreto. Aquí habría que preguntarse cuál es el fin al que debería servir la ventilación de las informaciones confidenciales. En su obra La Providencia y la confianza en Dios , el teólogo moral Réginald Garrigou-Lagrange sostiene que las cosas de este mundo están destinadas por la Providencia al bien de los hombres de buena voluntad. ¿Podría aplicarse esta observación, por analogía, a la democracia? Si la difusión de los secretos de Estado sirve al pueblo, que es el soberano, ¿no debería impulsarse contra viento y marea, y sólo si lo perjudicara claramente tendría que juzgársela con más cuidado? A las auténticas democracias, que necesitan vivir en la verdad, toda información les es útil porque así las ayudaría a tomar sus decisiones. Son las dictaduras, en cambio, las que temen la difusión de lo que pasa. Es natural que un Chávez o sus émulos teman que se conozca la verdad, porque ella desnudaría su adicción al poder ilimitado. Los demócratas de aquí y de todas partes no deberían temer ni uno ni mil cables, salvo en aquellos casos excepcionales en los que, por ejemplo, el anuncio de una catástrofe incontenible e inminente hiciera cundir el pánico general de un modo sencillamente incontrolable
 
Otro relato de la Argentina kirchnerista
Joaquín Morales Solá.Domingo 5 de diciembre de 2010
UN alto funcionario de Washington le aseguró a un político argentino (que lo llamó preocupado por las filtraciones de WikiLeaks) que los mensajes cifrados que se fugaron pertenecen sólo al nivel menos seguro del Departamento de Estado. Habría dos niveles más altos de seguridad que no fueron perforados, por ahora. Eso explicaría que los cables conocidos en los últimos días sean, en su mayor medida, como un cotilleo entre vecinas, que sólo muestran las ganas de muchos políticos locales de convertir a los diplomáticos extranjeros en confesores o psicólogos. Sin embargo, se conocieron dos cables sobre la Argentina que son especialmente graves. Esos mensajes se refieren a la facilidad para lavar dinero en el país y a un vasto sistema estatal de espionaje interno.
Los cables son una mezcla infinita de ingenuidad y de precisión, de frivolidad y de perspicacia. Es creíble la versión norteamericana de que Hillary Clinton no tiene tiempo -ni ganas, seguramente- de conocer cómo hace Cristina Kirchner para combatir el estrés o qué medicamentos consume para combatir la ansiedad. Según dicen en Washington, hay en el Departamento de Estado una oficina con varios psiquiatras encargados de elaborarle a la secretaria de Estado un perfil psicológico de las personas con las que proyecta reunirse. Son ellos los que habrían enviado ese fastidioso cuestionario; es, en definitiva, la obsesión sajona por los detalles.
El problema son las preguntas, más allá de quién las hace. ¿La reclamación de esos datos no significa en los hechos una incitación al espionaje interno y personal? Resulta difícil imaginar a un diplomático extranjero preguntándole formalmente a un diplomático argentino sobre qué pastillas ingiere Cristina Kirchner. No es una información, además, que esté en poder de los funcionarios visibles del Estado; sólo puede tener acceso a ella el círculo más íntimo y familiar de la Presidenta. O le contestaron a Washington desde Buenos Aires con cualquier rumor suelto o debieron pagarle a un servidor personal de Cristina para obtener esos datos. Esas son las prácticas condenadas ahora a la extinción.
El informe sobre el lavado de dinero que partió desde aquí es, en cambio, largo (12 hojas), fundado y con testimonios valiosos. La conclusión es que la ley argentina no es tan mala, pero está ausente la decisión política de combatir esa práctica corrupta. La liviandad de los gobernantes argentinos no se respalda en la necesidad de ayudar al narcotráfico o al terrorismo internacional, dice el mensaje, sino en proteger la corrupción y la evasión impositiva. Lo segundo le deja la puerta abierta a lo primero: ya hay fondos del narcotráfico lavándose cómodamente en la Argentina, asegura. El dinero del terrorismo que se lavó sería intrascendente, subraya el cable, aunque ni siquiera saben si hubo plata de esa procedencia.
Una segunda conclusión es que la agencia oficial para combatir el lavado no sólo es ineficiente, sino que sirve para perseguir a los adversarios. El cable consigna que una información confidencial sobre Francisco de Narváez, suministrada por un organismo internacional, fue trasladada en el acto al conocimiento público. Directivos de bancos en la Argentina aseguran también que esa agencia gubernamental argentina interfiere inmediatamente cuando empresas lejanas o críticas del oficialismo hacen alguna transacción en dólares. Hay empresas que no pueden comprar 10.000 dólares sin que nos caigan encima las inspecciones sobre lavado de dinero , dijeron.
A todo esto, ¿fue una novedad la laxitud de los gobernantes argentinos sobre el lavado? No. Funcionarios del Banco Central vienen advirtiendo desde hace cinco años, por lo menos, que la Argentina se deslizaba hacia el descrédito en los organismos mundiales de lucha contra el lavado. Esos funcionarios no sólo hablaban con periodistas; también les trasladaban sus percepciones a las máximas instancias de la administración. Nada. La respuesta fue siempre la obstinación en la política de dejar hacer. La Argentina está ahora a las puertas de caer en la ultrajante zona gris , el lugar donde están los países no confiables del mundo en materia de circulación de dinero.
Ese mensaje diplomático señala también la posibilidad de que el "círculo íntimo" de los Kirchner y el propio matrimonio presidencial haya girado fondos al principado de Liechtenstein, Suiza y Luxemburgo. Aunque la agencia argentina contra el lavado se negó a darles información a esos países, lo cierto es que por primera vez se menciona la eventualidad de que los Kirchner hayan abierto cuentas bancarias personales en paraísos fiscales. Es el dato más notablemente nuevo en el culebrón de los cables.
Otro informe relevante (aunque no es una noticia para los argentinos) alude al sistema kirchnerista de persecución de políticos opositores y de periodistas mediante una masiva intervención de sus teléfonos y correos electrónicos. El sistema tendría dos grandes afluentes: la ex SIDE y la Policía Federal, que les encargaría la tarea a terceros. La ex SIDE reporta a la Presidencia de la Nación; la Policía está bajo control del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, el funcionario más feamente sospechado, según los cables conocidos.
En varios mensajes cifrados se señala que al jefe de Gabinete se lo vincula con el tráfico de drogas. En rigor, el gobierno de los Kirchner nunca tuvo una política clara para el combate del narcotráfico; ninguno de los dos Kirchner hizo alusión a ese flagelo en ninguno de los muchos discursos que dijeron. Esas son prioridades norteamericanas , explicaron siempre. ¿Y los miles de argentinos que han caído bajo el mortal hechizo de la droga? Silencio.
A pesar de la insistencia se destaca en los cables que no existen pruebas fehacientes sobre esa grave acusación a Aníbal Fernández. El jefe de Gabinete es también quien distribuye la publicidad oficial y financia y alecciona, por lo tanto, a los calumniosos medios ultraoficialistas que persiguen a políticos y periodistas. El Estado autoritario es siempre la peor amenaza para los derechos humanos.
Con todo, los mensajes norteamericanos son más edulcorados y elegantes que los e-mails que enviaba el falso doctor Manuel Vázquez, el otrora todopoderoso asesor de Ricardo Jaime, a sus clientes por todo el mundo. Vázquez no es abogado y tiene antecedentes por manejos turbios de dinero anteriores a su gestión en la administración kirchnerista. Vázquez se negó, hace varios meses, a "tirar las computadoras al Río de la Plata", como le aconsejó un abogado al que consultó. No se sabe si lo hizo por soberbia, por una enorme sensación de impunidad o porque necesitaba conservar esos documentos para su relación con Jaime, que se enfrió en los últimos tiempos.
Lo cierto es que Jaime terminó procesado y hay quienes aseguran que estará entre rejas antes de fin de año. Los mensajes norteamericanos serían menos creíbles sin la impresión argentina previa de que existía un sistema oficial de corrupción y, sobre todo, sin los e-mails de Vázquez, que bordean la obscenidad en materia de sobornos. Altos funcionarios oficiales aseguran que Cristina Kirchner le soltó la mano a Jaime. La pregunta que nadie sabe responder es cuánto sabe Jaime y si está dispuesto a callar.
La Presidenta aseguró entre íntimos que la filtración de WikiLeaks no la distanciará de Washington, mucho menos después de la amable conversación con Hillary Clinton. Es la decisión que llevó, incluso, hasta la cumbre iberoamericana de Mar del Plata. Otra cosa, habría deslizado Cristina, será la rendición de cuentas interna que provocará la divulgación de confidencias hechas por propios kirchneristas. ¿Sergio Massa? ¿Aníbal Fernández, que se exhibió como el más pronorteamericano dentro del kirchnerismo? Nadie sabe sobre quiénes caerá la noche.

 Mejor, no darse por ofendidos en público
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Miércoles 1 de diciembre de 2010
¿Para qué darse por ofendida en público cuando hay tantos ofendidos en la cima del mundo? Esa pregunta, que es también una conclusión, parece haberse hecho la presidenta argentina, según funcionarios del Gobierno. Cristina Kirchner callará, por ahora. "Casi todos los líderes del G-20 están incluidos en esos cables y ninguno sale bien parado", dijo la fuente. Aunque nadie lo dice con claridad, lo cierto es que el escándalo de los cables diplomáticos norteamericanos que se filtraron creó en la Casa Rosada la sensación de que es mejor estar mencionado en ellos que no estarlo. "¿Qué hubieran dicho ustedes, los periodistas, si en esos cables, en los que se habla de todo el mundo que importa, no figuraban los Kirchner? Que no existimos", preguntó, se respondió y aguijoneó otro funcionario.
Pero no fueron las ganas de formar parte del famoseo político mundial lo que prevaleció en Cristina Kirchner. Siente una especial simpatía por Barack Obama, y Hillary Clinton fue la candidata de su corazón para presidenta de Estados Unidos. La jefa del Estado supone ahora que el problema que explotó no es un conflicto entre su país y Washington, y ni siquiera entre la Casa Blanca y el mundo. Es, dicen a su lado, un problema interno de los Estados Unidos. Cada hora que pasa la convence aún más de que la administración Obama (y, sobre todo, el presidente norteamericano) está en el centro de una intensa operación de desestabilización política. "Ningún cable conocido hasta ahora afecta al núcleo duro de la seguridad norteamericana. Son chimentos que sólo desacreditan a un gobierno, el de Obama", dijeron muy cerca de la Presidenta. En la cabeza de la administración argentina (aunque no se sabe si en la de la propia Cristina) ya hay nombres para la autoría de la conspiración: los servicios de inteligencia norteamericanos, empezando por la CIA.
Tampoco urge a la Presidenta la repercusión local de esa filtración. "La oposición ha reaccionado muy bien. Lo mejor ahora es no sobreactuar", señalaron en el Gobierno. Es cierto: casi todos los dirigentes opositores se manifestaron críticos de esos cables o de su divulgación. La única novedad es que por primera vez el kirchnerismo reconoce una actitud de sus opositores.
Menos simpatía despertaron cerca del despacho presidencial las confesiones de funcionarios y ex funcionarios kirchneristas ante diplomáticos norteamericanos. La mayor sorpresa la dio el testimonio del ex jefe de Gabinete Sergio Massa sobre la personalidad de Néstor Kirchner. Aunque Massa desmintió esa versión, ahora se sabe que el cable que se filtró, lleno de pormenores sobre el contexto del testimonio, está firmado por la propia embajadora Vilma Martínez. "Muchos entrarán en el freezer, definitivamente", dedujeron al lado de Cristina Kirchner. Las palabras atribuidas a Alberto Fernández, otro ex jefe de Gabinete, corresponden a un análisis político y electoral, pero sin referencias personales peyorativas.
Salud mental
En rigor, es Cristina Kirchner la única que podría ofenderse personalmente, porque versiones que nunca fueron ciertas sobre la salud mental de ella despertaron la curiosidad de la diplomacia norteamericana. La inquietud sobre la salud física de su esposo no es rara; fue público durante varios años que Néstor Kirchner sufría de trastornos gastrointestinales. Vale la pena consignar el testimonio del ex embajador de Kirchner en Washington José Octavio Bordón: "A mí, como embajador, también me hubiera gustado en su momento saber sobre la salud del vicepresidente de Bush, Dick Cheney, que padecía un problema cardíaco crónico". La salud física de los líderes extranjeros, cuando ella está en duda pública, es materia de la diplomacia. Es así desde que la diplomacia existe.
Por lo demás, ¿los Kirchner quisieron ser mejores que el retrato que se hace de ellos como arquitectos de la política exterior argentina? Probablemente no. Néstor Kirchner siempre esquivó una definición clara sobre su sistema de alianzas internacionales y varias veces confundió a los norteamericanos hasta la desorientación. No es extraño, entonces, que hayan calificado de "errática" su política exterior.
Hay que mencionar algunos ejemplos. En el marco de la cumbre de presidentes americanos en Mar del Plata, en 2005, Kirchner tuvo una reunión bilateral con George W. Bush. El presidente argentino criticó con dureza al Fondo Monetario Internacional durante casi todo el tiempo que duró el encuentro. Al final, Bush le contestó más o menos así: "Durante la última reunión que tuvimos me habló muy mal del Fondo. Ahora hace lo mismo. ¡Feliz de usted que tiene un solo enemigo en la vida!", le dijo, entre risas e ironías, el presidente norteamericano. Sin embargo, lo más notable estaba por suceder todavía: pocos meses más tarde, Kirchner le pagó en efectivo toda la deuda al Fondo y se olvidó de él. "¿Para qué gastó una reunión con el presidente norteamericano hablando de un tema que ya no existía para Kirchner?", se preguntó luego un alto diplomático argentino.
El encuentro con Bush
Un año antes, en enero de 2004, Kirchner y Bush se habían reunido también bilateralmente en Monterrey, México, durante una cumbre de líderes mundiales para el desarrollo. Bush salió encantado de ese encuentro a solas con el presidente argentino; había recibido muchas promesas de cooperación mutua. Cuando terminó el encuentro, Kirchner habló ante el plenario de la asamblea con un discurso que no tenía nada que ver con lo que le acababa de decir a Bush. Fue célebre la imagen de Bush despojándose del audífono para la traducción cuando promediaba el discurso de Kirchner. No quiso escuchar más y se dedicó a conversar con los miembros de su delegación.
Algo parecido, aunque menos comprometido, sucedió en Trinidad y Tobago entre Obama y Cristina Kirchner. Era la siguiente cumbre de presidentes americanos, luego de la de Mar del Plata. Washington había pedido que no se recordara la reunión cerca del mar argentino. Pero la presidenta argentina usó gran parte de su discurso para elogiar el contenido de la cumbre marplatense, para decepción de los norteamericanos.
Es fácilmente comprobable, además, que los Kirchner han sido impermeables a los consejos en materia de política exterior, que es otra descripción que hacen los cables. Los dos cancilleres anteriores, Rafael Bielsa y Jorge Taiana, estaban dispuestos a entretejer una relación más normal y previsible con Washington. No pudieron hacer nada. Lo mismo sucedió con el ex embajador Bordón. Sólo el actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, trabó él mismo una excelente relación con los norteamericanos, porque decidió intercambiar información sensible sobre el terrorismo internacional. Fernández controla las fuerzas de seguridad desde que fue ministro de Justicia y Seguridad.
En lo que a política se refiere, los cables no han hecho más que trasladar en un lenguaje crudo, destinado al secreto, la ambigüedad que cultivó el matrimonio gobernante. Quizá sea ése el lugar que eligieron en la historia y no sólo en los predecibles rumores diplomáticos.

Nada de lo que ahora se conoce puede sorprender
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Martes 30 de noviembre de 2010
Cristina Kirchner podrá sentirse dolida, con razón, por el intento de vulnerar su derecho a la intimidad. ¿Qué necesidad tiene una potencia extranjera de preguntar sobre su estado de salud, sobre los métodos que usa para combatir el estrés o sobre los medicamentos que ingiere, si es que ingiere alguno, para mermar la ansiedad? Las versiones sobre la salud mental de la Presidenta fueron siempre meros rumores que circularon por la orilla de la política. Fueron potenciados por grupos de adversarios en un país donde también los Kirchner contribuyeron demasiado a demonizar a los críticos con falsas etiquetas. Sabe a extraño, no obstante, que el gobierno de los Estados Unidos haya considerado creíbles tales rumores como para preguntar sobre su veracidad.
Es probable, sin embargo, que la Presidenta no se haya sorprendido con nada de lo que dicen los cables que se filtraron sobre la relación política entre ambos países. Es una lástima, por otro lado, que no se conozcan aún los mensajes intercambiados entre la embajada norteamericana y el Departamento de Estado los días inmediatamente posteriores a la asunción de Cristina Kirchner. Tres días después de su llegada a la presidencia se conoció en los Estados Unidos el proceso abierto en Florida por el caso Antonini Wilson y su valija voladora con 800.000 dólares. Esos dólares aterrizaron en el aeroparque metropolitano en un avión fletado por el gobierno argentino desde Caracas, lleno de funcionarios argentinos y venezolanos.
El proceso se abrió en Florida porque la inteligencia norteamericana detectó a espías venezolanos trababajando en suelo norteamericano para hacer callar la boca de Antonini Wilson. En diciembre de 2007 gobernaba todavía George W. Bush. Ese momento marcó definitivamente la relación de Cristina Kirchner con Washington. Esa misma tarde, pocos días después de su bautismo presidencial, tomó el micrófono del Salón Blanco y culpó al FBI de lo que había sucedido en el aeropuerto de su país; lo calificó de "operación basura". La Presidenta disintió de su marido en aquellos días y optó por una política más dura con Washington. "Nunca se olvidará", dijeron entonces en la Casa Blanca.
Del mismo modo, la relación de Néstor Kirchner con Washington dio un giro espectacular luego de la cumbre de presidentes americanos en Mar del Plata, en 2005. El propio Kirchner le reprochó entonces públicamente a Bush las políticas de Washington, mientras ayudaba a financiar y a organizar una contracumbre en esa misma ciudad balnearia. Kirchner se había sentido más cómodo con Bush en tiempos populares para éste; había pedido verlo y el mandatario norteamericano los recibió en el Salón Oval al presidente argentino y a su esposa. Kirchner cambió cuando Bush se convirtió en el líder más impopular del mundo luego que descerrajó una guerra ilegal en Irak.
A pesar de todo, la relación secreta entre ambos gobiernos fue más intensa de lo que se advierte a primera vista. La estabilidad de Bolivia y la contención de Evo Morales fueron un tema recurrente entre las dos administraciones. Eso se supo aquí en su tiempo, de parte de diplomáticos argentinos y norteamericanos. El papel de los gobernantes argentinos frente a Hugo Chávez fue, en cambio, un problema que llegó a convertirse en un conflicto de traducción entre un idioma y otro. Los argentinos prometían "contención" a Chávez, pero "contención" en inglés tiene un significado mucho más severo ("frenar") que el dulce y cordial sentido del español.
Otra coincidencia fue la política internacional en materia nuclear y, aunque se habla poco en los mensajes conocidos hasta ahora, también hubo una intensa cooperación en materia de intercambio de información sobre terrorismo internacional. Las asignaturas pendientes de la Argentina, que tampoco se consignan en la información de ahora, son el lavado de dinero y un trabajo poco entusiasta sobre el narcotráfico.
De todos modos, hay una queja permanente de los norteamericanos en los cables que vieron luz por el discurso oficial argentino sobre Washington, que lo traducen como una visión "paranoica sobre el poder". Si había interés de parte de Cristina Kirchner en acercarse a Barack Obama, como queda claro en varios mensajes, ¿por qué esa actitud y ese discurso de permanente distancia con Washington? ¿Por qué los ciudadanos argentinos son unos de los más críticos en el mundo de los Estados Unidos? ¿Puede existir esa amplia cultura social sin un cierto apoyo de parte del discurso gubernamental? Estas son las inquietudes que subyacen en los textos cruzados entre la embajada en Buenos Aires y el Departamento de Estado.
También es cierto que Cristina Kirchner no se mostró indiferente ante esas suspicacias de los norteamericanos y, por el contrario, se mostró ofendida por la prioridad que Washington les dio a Lula y a los dirigentes chilenos. "¿Qué pasa conmigo, que ni siquiera puedo ser como mi marido, al que Bush recibió poco después de asumir?", preguntó la Presidenta con formas más indirectas. Obama no la recibió aún en el Salón Oval. Sólo intercambió con ella algunas conversaciones telefónicas. La primera conversación tuvo un resultado fatal. La Presidenta argentina gastó casi 20 minutos en hablar de ella y no de la relación bilateral; Obama se quejó luego de esas vaguedades argentinas ante su equipo de colaboradores en la Casa Blanca.
Cristina Kirchner tiene fama de no perdonar jamás una ofensa. Ese sesgo de su carácter es lo que la alejó aún más de Washington cuando destrató al flamante subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Arturo Valenzuela, un académico que antes había opinado críticamente de los Kirchner. Es raro, pero los Kirchner se llevaron mucho mejor con el antecesor de Valenzuela, Thomas Shannon, una expresión cabal del cuerpo permanente del Departamento de Estado. Para peor, Valenzuela alertó en público al gobierno argentino sobre la poca seguridad jurídica que existe en el país, aunque aclaró que ésa había sido una queja que recibió de empresarios norteamericanos con inversiones en la Argentina.
Cristina Kirchner mezcló los antecedentes críticos de Valenzuela con esas declaraciones, ya como funcionario, y nunca aceptó conversar con él a solas. Ella y su esposo, en cambio, hablaron mucho con Shannon, quien consiguió hasta que intercedieran ante Evo Morales. Valenzuela tampoco descubrió nada cuando percibió que el entonces matrimonio gobernante era alérgico a las críticas de cualquier extracción. Valenzuela es un hombre de Hillary Clinton, la secretaria de Estado que luego pidió información personal y política sobre los Kirchner.
La única pregunta que nadie ha respondido hasta ahora es si la diplomacia seguirá siendo como fue después del derrumbe de cualquier reserva en los cables secretos de las cancillerías. La información y la reserva han sido históricamente las armas más poderosas de las relaciones internacionales. El fenómeno de Internet las acaba de fulminar con un golpe devastador, único y preciso.

Herencia y candidatura de Cristina Kirchner
Por Joaquín Morales Solá ,Domingo 28 de noviembre de 2010
A Cristina Kirchner la sorprendieron algunas señales contradictorias de la vida. Nada le impediría ahora ser candidata a la reelección, pero lo primero que recibió en su condición de viuda no son halagadoras ofertas, sino reclamos por viejas deudas. Deudas por la dudosa moral pública de funcionarios que protegió su esposo; el caso de los mails que complica a Ricardo Jaime amenaza ya con revelar un sistema mucho más amplio que el que se enjaula en la correspondencia conocida ahora. Deudas, también, por la antigua arbitrariedad en el manejo de la economía, que terminó con el Gobierno golpeando las puertas del Fondo Monetario Internacional antes de que se cumpliera un mes de la muerte de Néstor Kirchner, autor y difusor del efectista eslogan electoral "Chau, Fondo".
El proceso de sucesión política fue, en efecto, más simple. El candidato presidencial para 2011 era Néstor Kirchner; nadie dijo nunca nada sobre si Cristina quería, o no, luchar por otro mandato. Fue así, aun cuando ella estaba mejor que él en las encuestas. El kirchnerismo, en cualquiera de sus muchas variantes, se abroqueló en la candidatura a la reelección de la Presidenta tras la muerte de Néstor, pero ahora es ella la que se niega a dar una respuesta rápida. La candidatura de Cristina será una decisión familiar, personal y política, dijeron a su lado; se supone que estaban repitiendo un concepto que escucharon de boca de la propia jefa del Estado.
¿Qué piensan los hijos del destino de una madre absorbida por la política y el poder? ¿Qué piensa ella misma luego de perder no sólo a su marido, sino también a la persona con la que compartió la política y el poder? ¿Es lo mismo una aventura personal de conquista política que un desafío compartido durante casi 40 años con la única persona en la que confió? Cristina no habla de su futuro, y nadie le habla a ella de esas cuestiones.
Tal vez Aníbal Fernández y Florencio Randazzo la hayan expresado cabalmente cuando dijeron que no son estos momentos para decidir un destino político. La Presidenta tiene que reponerse del trauma de la muerte, evaluar a su equipo (que no es igual sin la omnipresencia de su esposo) y, encima, hacer frente a los imprevisibles avatares de un gobierno en funciones. ¿Está en condiciones de decidir ya qué será de ella dentro de un año? Seguramente, no. El único funcionario que insiste en público con la reelección de la Presidenta es el canciller Héctor Timerman, pero es también el menos confiable como referente del pensamiento presidencial. Es cierto, de todos modos, que no hay fisuras entre los kirchneristas cuando proponen la continuidad de Cristina. ¿Quién, que no sea ella, estaría en condiciones de mantener al kirchnerismo en el poder? En verdad, no hay nadie más.
Sin embargo, los que la frecuentan aseguran que ella no tomará ninguna decisión hasta bien entrado el próximo año. Nunca correrá el riesgo de una derrota, subrayaron. Tiene razón, si es así. La ausencia de su esposo significará también que los argentinos la valorarán por los ocho años de kirchnerismo y no sólo por los cuatro años en que habrá sido presidenta. Los encuestadores recuerdan que los Kirchner tuvieron siempre en el mes de marzo, estacionalmente, una caída de unos 10 puntos en las mediciones de opinión pública. ¿Se mantendrá esa tendencia? ¿O la caída será más profunda por los índices más elevados que tiene Cristina ahora? ¿La oposición seguirá tan desorientada o se acomodará a las nuevas necesidades electorales?
Una sola respuesta serviría para contestar todas esas preguntas: Cristina no podría eludir la aceptación de la candidatura presidencial si los porcentajes de intención de votos, y no sólo de imagen, fueron concluyentes para ella sobre mediados del próximo año. Es decir, si le aseguraran un triunfo contundente en la primera vuelta electoral. Hasta ella misma consideraría una "traición al legado" de su esposo si abandonara la carrera política con todas las condiciones para ganar. La decisión familiar, personal y política dependerá, en última instancia, de la cifra final escondida en una encuesta confiable para ella. Nada está dicho por ahora.
Más allá de tales exaltaciones, asoma la otra faceta del trámite sucesorio. El escándalo de los mails del asesor de Jaime, el imperturbable doctor Vázquez, lleva una mala noticia para cualquier gobierno: esas cartas son verosímiles. Muchas cosas que se dicen en esos mensajes se escucharon en su momento de parte de empresarios o de diplomáticos españoles. Es sorprendente, con todo, que haya existido tanta presión a España, a cuyas empresas Kirchner maltrató desde su primer instante como presidente.
Los menemistas eran más leales: cobraban y cumplían, llegó a decir un funcionario argentino, históricamente cercano a la Presidenta, en un momento en el que sólo podía llevar mensajes desalentadores a Madrid. Muchas más cosas se sabrán cuando se conozcan los mails con otros países. Mientras tanto, el transporte argentino, la primera responsabilidad de Jaime, alcanzó ya condiciones infrahumanas.
¿Qué cosas se habían escuchado verbalmente antes de verlas escritas? La molestia de los españoles por la insistencia argentina con supuestos sobornos cuando luego el Gobierno se envolvía aquí en banderas de dignidad y de nacionalismo. La pésima reacción de los españoles cuando se estatizó Aguas Argentinas, cuya propiedad era mayoritariamente francesa; los kirchneristas se habían olvidado de que Aguas de Barcelona tenía también una parte importante de su paquete accionario.
Se sabía desde hace mucho tiempo de la presión oficial sobre los ex dueños españoles de Aerolíneas Argentinas para que vendieran la compañía aérea a cercanos empresarios argentinos. Trascendió ahora, incluso, que aquellos propietarios hispanos fueron presionados para que compraran 20 aviones Embraer a precios exorbitantes. La propuesta fue rechazada en Madrid, pero Aerolíneas Argentinas concretó esa compra luego de su estatización.
La adquisición de los Embraer motivó la única causa abierta por corrupción, con visos de seriedad, durante la gestión de Cristina Kirchner. Pero aquella primera presión a los españoles databa de los tiempos en que gobernaba su esposo. La estatización de Aerolíneas Argentina no se concretó todavía. Eso significa que el Estado argentino le destina unos 500 millones de dólares anuales a una empresa que es, formalmente, extranjera y privada.
Tres países africanos (Angola y Ghana, entre ellos) consiguieron antes que la Argentina que el Club de París le aceptara un plan de pagos, no una refinanciación, sin pasar por una severa inspección del Fondo Monetario. La Argentina no es la primera experiencia en ese sentido, aunque los gobernantes argentinos debieron encontrar una manera de llegar al Fondo y de saldar la vieja deuda por la destrucción del Indec. Club de París y Fondo Monetario son señales también de una mirada más realista de la economía por parte de la Presidenta. Quizá nunca hubiera podido llegar a tanto en vida de su esposo, que rompió con ambos organismos.
Los economistas pronostican buenos tiempos para la Argentina por un rato largo. No obstante, el liderazgo argentino no debería ignorar que Europa está sumida en una crisis económica profunda y existencial: ¿es viable el euro?, se preguntan los europeos ya en voz alta. Europa sigue siendo el primer destino de las exportaciones argentinas; Brasil y China ocupan el segundo y el tercer lugar. Brasil mismo está pensando en un crecimiento económico durante 2011 de apenas el 3 por ciento anual, contra casi el 8 por ciento de 2010.
La política es siempre una película más larga y azarosa que la fotografía de un instante. Cristina Kirchner debió intuir esa evidencia, entre tantas voces aduladoras, cuando estableció que su futuro no es materia de este tiempo.

Rico y poderoso: ¿puede ser un mito?
Joaquín Morales Solá .Viernes 26 de noviembre de 2010
Los predicadores del kirchnerismo están decididos a convertir a Néstor Kirchner en una especie de mito popular. ¿Llegará el momento en que veamos la cara del ex presidente en transpiradas remeras paseando por todo el mundo? ¿Viviremos para ser espectadores, en Londres o en Nueva York, de un musical con su nombre? Es demasiado temprano para saberlo. Su gesta, sin embargo, se encerraría en los supuestos de que devolvió la militancia a la política y que redujo los índices de pobreza mientras fue el hombre más poderoso de la Argentina. El eventual mito se construiría también sobre sus módicos discursos (Kirchner nunca fue un buen orador), que muchas veces decían lo contrario de lo que terminaba haciendo.
La militancia por la militancia nunca fue una virtud y, a veces, fue un error, sobre todo cuando ese ejercicio abrazó el uso de la violencia y de las armas. Sin embargo, es cierto que la política tenía una deuda frente a una juventud mayoritariamente indiferente y crítica. Pero ¿con qué formas debería intentarse esa conquista? La militancia política con las banderas del sectarismo no esconde ninguna bondad. Devolver a los jóvenes (o una parte de ellos) a la política para que se empape de odios y de fatalismo tampoco es una buena construcción democrática. Todo lo contrario.
Así, la cultura política del kirchnerismo confiesa implícitamente que tiene poco para defender porque se dedica, por lo general, a denostar al enemigo. Esa juventud sabe muy bien a quién ofender, pero no sabe qué debe elogiar, más allá de algunas vagas ideas referidas a sensaciones y no a certezas. Eso no es culpa de la juventud, siempre pasional, porque en la misma confusión han caído importantes intelectuales devenidos kirchneristas. La presencia de una multitud de enemigos, en lugar de unos pocos adversarios, es una aventura que frecuentan regímenes muy lejanos al sistema de convivencia (más que de tolerancia) que establece una democracia bien entendida.
El nivel de la pobreza es, por su lado, un misterio en la Argentina, porque ningún índice es creíble si la agencia estatal de estadística no es confiable, como no lo es hasta para el propio Gobierno. ¿Por qué los gobernantes argentinos le pedirían ayuda al Fondo Monetario Internacional sobre la elaboración de las estadísticas oficiales si creyeran en el Indec? Un solo dato falso del Indec, y sobre todo el del costo de vida, provoca la caída automática de la veracidad de todos los demás datos. Especialistas diversos aseguran que el nivel de la pobreza no ha variado sustancialmente desde 2003.
Lo único evidente, entre tanta incertidumbre, es que la pobreza no disminuyó al ritmo del crecimiento económico de los últimos siete años. En el período más largo de bonanza económica de la Argentina desde el final de la Segunda Guerra, es fácilmente perceptible en cualquier ciudad argentina que los pobres se amontonan en el espacio público con tanta intensidad como después de la gran crisis de principios de siglo. Es evidente, también, que la asistencia a la pobreza forma parte de un proyecto clientelar de la política argentina, que no es, por cierto, exclusivo del kirchnerismo.
¿Ese espectacular crecimiento económico no merece, acaso, la construcción de un mito? La respuesta depende del análisis que se haga de esa etapa de evolución de la economía. La unanimidad de los economistas, hasta cerriles oficialistas, acepta que a la Argentina le tocó estar en la región más privilegiada dentro de un mundo en crisis. América latina crece, sin excepción. Para saldar el debate podría recordarse que en estos años crecieron, tanto como la Argentina, países como Paraguay y Cuba, que estaban estancados desde hacía décadas. En el curso de 2010, Paraguay estuvo creciendo con cifras más grandes que la Argentina. En rigor, la Argentina y Venezuela son los únicos países latinoamericanos estragados por una inflación devastadora para los pobres, al revés de lo que supone el ministro argentino de Economía, Amado Boudou, que podría acceder al Nobel si demostrara que lo que dijo ("la inflación afecta sólo a la clase media alta") es un consistente hallazgo intelectual y no un palpable disparate.
El kirchnerismo ha elegido la leyenda en lugar del trazo más sencillo y comprobable de la historia. Podría resaltar, por ejemplo, que Kirchner concluyó normalmente su mandato en un país donde varios presidentes debieron irse antes de tiempo. El supuesto mito de Kirchner es más complicado, porque debería buscar un molde distinto del conocido. Kirchner murió aferrado a un poder inmenso, como no lo tuvo ningún líder democrático desde 1983. Y, mal que les pese a muchos, la mitología latinoamericana se ha hecho sobre dioses vencidos. A Eva Perón le fue concedido el espectáculo del poder, pero su marido le negó el poder sistemáticamente. ¿Acaso el instante más mítico de Eva no fue su famoso discurso de renunciamiento a la candidatura vicepresidencial? Renunciamiento que, cabe subrayar, no fue decidido por ella, sino por Juan Perón, fuertemente presionado por sus camaradas de armas para que su esposa no ocupara el segundo sitio de la República.
El propio Perón perdió la oportunidad del mito cuando decidió volver al país, anciano y mórbido, para atrapar otra vez el poder. Quizá su mito habría existido para siempre si la muerte lo hubiera atrapado en el exilio, popular y prohibido. La biología mató al mito. Al final, Perón no pudo eludir la tentación de su propia reivindicación y, mucho menos, la de volver a asir las riendas de la Argentina. Extraña paradoja: Eva es un mito, pero Perón no lo es. ¿La diferencia? Ella no tuvo el poder, mientras que él lo tuvo y lo retuvo hasta el final de su vida.
Otro mito latinoamericano es el del Che Guevara. No hay nada más conmovedor en la mitología latinoamericana que la derrota del Che, muerto de un tiro a quemarropa en la selva boliviana, perseguido por el hambre y el frío, vestido apenas con harapos. Guevara había sido abandonado por su jefe y antiguo amigo Fidel Castro, y sus ideas, que también incluían el crimen como herramienta política, no habían encontrado creyentes ni entre los campesinos pobres de Bolivia. Fue el fin trágico de una vida y de una manera de pensar y de hacer la política. No obstante, tanto Eva Perón como el Che Guevara debieron esperar varias décadas para convertirse en mitos. Esas construcciones sociales son siempre espontáneas y lentas. Nunca se fraguaron desde el poder.
¿El suicidio de Salvador Allende, otro mito que la región dio al mundo, no fue la conclusión de una vida vencida? ¿No es el suicidio la expresión más cabal de la derrota? Es cierto que Allende prefirió apretar él mismo el gatillo de su muerte antes de que lo hicieran los militares chilenos de Augusto Pinochet.
Sea como sea, Allende percibió el final dramático de su proyecto político en el instante último de su vida. Había fracasado, aun cuando los argumentos de esa frustración política difieren hasta hoy. La perspectiva posterior hizo de Allende un mito y de Pinochet un criminal. La derrota y la victoria dieron entonces un giro espectacular, pero ya los dos estaban muertos.
¿A qué renunció Néstor Kirchner? ¿Con qué harapos emprendió la lucha final de su vida? ¿Qué general lo persiguió hasta el suicidio? La creación de los mitos no es siempre igual, pero los condimentos para la construcción mítica deben ser parecidos. La derrota, sobre todo. La pobreza, a veces. La capacidad para morir antes que transigir, en todos los casos. Kirchner no había conocido la derrota en su vida de político desde la pequeña victoria que lo entronizó como intendente de Río Gallegos, en 1987. Podía negociar y transigir. De esa aptitud hay testigos vivos: Eduardo Duhalde, los duros y ortodoxos intendentes del conurbano bonaerense o los eternos dueños de los sindicatos.
Kirchner nunca fue pobre, pero fue menos pobre desde que decidió edificar él mismo una considerable fortuna personal. Murió por el país, dicen, contra la evidencia de la historia clínica, que revela que debió llevar una vida más serena. No quiso o no pudo hacerlo. Fue un hombre de obsesiones y de poder, eso sí, y cada uno puede elegir la forma de vivir y de morir. El ex presidente ejerció ese derecho hasta el final, cuando se desplomó fulminado en su residencia de descanso en uno de los lugares más elegantes de la Argentina. © La Nacion

Odios y complicidades
Joaquín Morales Solá .Domingo 21 de noviembre de 2010
Graciela Camaño pensó en su hija, una científica que vive en Santa Cruz, cuando cerró la boca de Carlos Kunkel con un cachetazo condenado a la fama.Margarita Stolbizer recordó la imagen de su detestada Elisa Carrió cuando pidió, para satisfacción del kirchnerismo, el archivo de las tres causas sobre supuestas presiones del Gobierno a legisladores opositores. Felipe Solá reflexionó, callado, que los "códigos" de la dirigencia, venerados por sus propios legisladores, corresponden a la mafia y no a la política. Elsa Alvarez caviló sobre la ingratitud cuando vio que su propio bloque, el radical, prefería despotricar contra Carrió, mientras la dejaba sola con su denuncia sobre los llamados que recibió de la oficina de Julio De Vido.
La congregación política se cerró sobre sí misma; prefirió ignorar lo que sabían hasta los ordenanzas del Congreso para salvarse ante la opinión pública. Esto nos afecta a todos, se justificó un diputado opositor que eligió el silencio. El oficialismo pudo zafar, así, de la investigación sobre las prácticas más chambonas que se hayan visto para aprobar una ley. El próximo martes 30 de noviembre caerán automáticamente todos los dictámenes y las cuestiones de privilegios que no hayan sido tratados por la Cámara. El escándalo será entonces caso cerrado, y la investigación sólo podría reabrirse si se presentara otra cuestión de privilegio el próximo año legislativo. Aun así, ese planteo necesitará de la aprobación de la Cámara para prosperar. Improbable.
La bofetada de Camaño fue injusta con Camaño. La política no debe romper el límite entre las palabras y la agresión. Sin embargo, Camaño es una de las legisladoras más reconocidas por su dedicación y su trabajo. Se formó sola cuando todo le señalaba un destino más modesto. La soterrada pendencia entre quién pegaba primero se venía librando entre Kunkel y Felipe Solá. Se deslizaban agravios al oído cuando se cruzaban; a veces, fluían entre ellos duros insultos en voz baja. Quiero que me pegue una trompada en pleno recinto, confesó Solá hace ya mucho tiempo. Kunkel ofendía, pero no golpeaba. Camaño saldó esa porfía por su cuenta y riesgo.
Un gobierno presidido por una mujer tiene entre sus principales dirigentes a hombres que han derrapado en el sexismo. A ningún político se le recuerda nunca qué dijo o qué hizo su esposa. Kunkel habla del marido de Camaño, pero no de Camaño. ¿A algún político le dijeron algo parecido a prostituta, como disparó Agustín Rossi contra Carrió, a la que llamó "madama de un cabaret"? La política de prontuarios (falsos, encima) que cultiva Kunkel es una de las peores herencias que dejará el kirchnerismo cuando ya no esté.
El reverdecer machista tiene la única explicación en que sólo fueron mujeres las que ventilaron las maniobras del Gobierno en pleno recinto para aprobar el presupuesto. Cynthia Hotton y Elsa Alvarez pararon la sesión cuando denunciaron que estaban siendo acosadas por funcionarios oficiales. Carrió denunció que se estaba violando la inmunidad de todo el cuerpo. Camaño debió levantar la sesión de la Comisión de Asuntos Constitucionales contra su propia voluntad. La mantuvo sesionando durante siete horas, a pesar de que casi todos los partidos querían cerrarla cuanto antes.
No quiero dejarla sola a Carrió, susurró Camaño en el oído a Solá. No la dejen sola a Carrió. Ustedes la van a necesitar el año que viene, les advirtió en voz baja a los radicales. Esa estrategia de Camaño es la que advirtió Kunkel cuando se acordó del marido de Camaño. Los hombres políticos de la oposición todavía no decidieron si hablarán o callarán. Callarán.
La política, en fin, prefirió hacer una lectura formal del episodio del presupuesto y evadió una interpretación política y académica, que es la que correspondía. Algunos opositores se conformaron y dijeron que no se habían denunciado delitos. No son necesarios los delitos. La ley y la jurisprudencia indican que un legislador no debe ser "molestado" ni "perturbado" cuando está en el ejercicio pleno de su función; es decir, en sesión y legislando.
Hubo "molestia" y "perturbación", digan lo que digan. La radical Elsa Alvarez denunció claramente que se sintió "perturbada" con las llamadas de su conocido de Santa Cruz, el secretario de la Lucha contra la Droga, José Granero, que intentó comunicarla con De Vido. Hotton fue a hablar con Patricia Fadel sobre el aborto y terminó recibiendo una propuesta, llena de sugerencias implícitas, para que aprobara el presupuesto. Varios legisladores testimoniaron que Hotton les había pedido, a esa misma hora, la firma para una declaración contra el aborto ante una reunión que por ese tema habrá en el Congreso en los próximos días. El oficialismo mezcló aborto con presupuesto y la dejó a Hotton dando explicaciones por su llamada a Fadel. Es la antigua táctica del kirchnerismo: mezclar y confundir.
La pregunta política que ninguno se hizo es si hubo, o no, presiones indebidas sobre los diputados, aunque no hayan sido sobornos (difíciles de probar). Las hubo. La investigación cerrada en Diputados es el resultado de la oposición, que, confundida y dividida, le hizo el juego al oficialismo. De hecho, el kirchnerismo se prendió en el acto de una propuesta de Stolbizer para cerrar el caso. Los seguidores de "Pino" Solanas y el socialismo hicieron lo mismo. Si habláramos, estaríamos rompiendo los códigos de la política, le respondió un diputado santafecino a Felipe Solá cuando éste los exhortó a contar lo que había pasado. Muchos de los diputados que lidera Solá recibieron llamadas telefónicas en esa noche de teléfonos ardientes.
Radicales, los de "Pino", socialistas y algunos peronistas se dejaron llevar por el rencor a Carrió. Nunca vimos tanto odio contra una persona, dijeron Camaño y Solá. Carrió tiene un estilo propio y frontal; las palabras le salen como dagas y perforan, sobre todo, a sus viejos correligionarios, los radicales. Podrán decirse muchas cosas de Carrió, menos que carece de una mirada ética y estética de la política. Es una persona de poder, pero, puesta a elegir entre la historia y el poder, ya decidió quedarse con la primera.
Ocurre, también, que las denuncias de Carrió sorprendieron a los radicales en medio de un grave problema interno. El bloque de diputados quedó partido en dos partes casi iguales. Perdió la jefatura Oscar Aguad, un exponente duro de la oposición, frente a un alfonsinismo más dialogador. Gerardo Morales parece haber salvado su cabeza en el bloque de senadores, después de que el vicepresidente Julio Cobos tratara de desestabilizarlo. El conflicto de Cobos es que se está quedando sin dirigentes y sin apoyo social. Fue el emergente de un "no" a Néstor Kirchner, pero Kirchner ha muerto. Ricardo Alfonsín es un hombre simpático para la sociedad, pero ésta no le reconoce todavía atributos presidenciales.
En esa lucha entre insuficiencias se metió el presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, cuando dijo que no diría que no a su propia candidatura. Cuentan que Sanz había advertido que varios interlocutores comenzaban a irse del radicalismo cuando él les aseguraba que no sería candidato. Los notaba decepcionados. Decidió cambiar el discurso: ahora no dice que no. Con eso solo le bastó para provocar una erupción en el volcán radical. ¿Es sólo el discurso lo que cambió? Veremos. Hay que esperar para ver si su candidatura prende, resumen a su lado.
La versión final de una encuesta de Poliarquía, difundida parcial y prematuramente, indica que Cristina Kirchner tiene el 56 por ciento de imagen positiva luego de la muerte de su esposo. La siguen Daniel Scioli, con el 52 por ciento, y Sergio Massa, el intendente de Tigre, con el 45 por ciento. Luego aparece Alfonsín y, más abajo, casi todos juntos, está el resto de la dirigencia política, incluidos Cobos, Macri, Carrió, Solá y De Narváez.
La Presidenta es un caso aparte. El contrato entre ella y la sociedad vive un paréntesis de excepción; nadie sabe hasta cuándo durará. Llaman la atención los casos de Scioli y de Massa, porque son hombres con vocación de poder que tienen experiencia en la gestión pública. En una semana de desastres para el Gobierno (se quedó sin presupuesto porque quiso que así fuera) y para la oposición (que careció de una oportuna brújula política), aquella encuesta está encerrando, tal vez, algunos vagos mensajes sociales. ¿Alguien encontrará esa botella arrojada al mar?
 
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El día del fallecimiento del expresidente, se expresó desde este sitio que lo probable seria que a la semana del deceso , se pusiera en duda todo 'desde su vida, hasta 'su muerte',,," (a pesar de las condolencias y pedidos de apoyo pertinentes de todos los sectores). Lo cierto es que no habia que ser 'un gran analista politico' para presentir que pasaría... alcanzaba solamente con conocer un poquito este modo 'desconfiado' que hemos desarrolllado los argentinos de  las últimas generaciones .
Artículos como este que circulan en muchos sitios no dejan dudas de que 'asi ha sucedido' y las dudas van desde 'la forma en que ha muerto, hasta los que creeen que sigue con vida'...¿deducciones lógicas... mentiras de los que operan politicamente, fantaseo argento???.fantaciencia, paranoia ? desconfianza justificada luego de tantas mentiras en las ultimas decadas? ...¿De qué se trata?. 
Cada quien es libre de tener conclusiones propias; empero, eso no cambiará las dudas de los otros.  ¿Cuánto nos han  defraudado y lastimado algunos devenires de la política y sus protagonistas que han terminado por lograr que no creamos ni en 'la muerte'?...Una pena, ojálá nos recuperemos como sociedad, por el bien de todos... ALD'A
La extraña muerte  de Néstor Kirchner: Las dudas y el disparo
 
Ayer la gente dudaba del cajón cerrado… Y no es para menos hoy se supo que Kirchner encargó el panteón hace 20 días, pero además hay extraños indicios, el mas evidente es que “bajaron foros y grupos de Facebook donde hablaban de la dudosa muerte de Kirchner”.
En las próximas horas además de este informe, habrán otros  referidos a la dudosa muerte y hasta un  eventual suicidio de Néstor Kirchner que estaba muy deprimido. 
Un detalle: Personas que estuvieron en la casa Rosada,  y que conocían a Kirchner personalmente, les llamó la atención que el cajón era más chico que 1,90 m que media Néstor.
Los más probable es que este en el Calafate y el cajón no contenga nada.
Dicen otras versiones que al estar enfermo muy grave “acepto la extremaunción”.  Lo extraño es que un suicidio es pecado mortal… Salvo que la depresión lo haya llevado a ese extremo. ¿Pero sin Dudas sabía que iba a morir?.
 Pero veamos los hechos y no las conjeturas:
 Hace 20 días atrás Kirchner ordenó hacer el Panteón de la Familia Kirchner:
 Rudy Ulloa tramitó hace 20 días una parcela del cementerio de Río Gallegos para los Kirchner La agencia OPI-Santa Cruz pudo confirmar que el ex chofer K se encargó de negociar ante las autoridades radicales de la municipalidad local “la mejor parcela” para el mausoleo de la familia presidencial. Lo hará la constructora de Lázaro Báez
 El cajón sería más Chico que el porte de Kirchner, y además estaba sellado.  El entorno de Cristina afirman que es para conservar la imagen de fortaleza de K, no un hombre muerto sino la fuerza que lo caracterizaba.
INDICIOS:
 ¿Kirchner realmente murió? Y si murió…¿fue realmente de un infarto? Y de que Calibre?
 Voy a empezar hablando de las dudas que generó la decisión de velar a Néstor a cajón cerrado y que no haya circulado una sola foto del cadáver de Néstor Kirchner. Algunos lo tomarán como una falta de respeto, pero es evidente que la decisión que tomaron genera este tipo de suspicacias.
1º INDICIO 
Kirchner fallece casualmente el día programado para el Censo Nacional; día de parálisis total a lo largo y ancho del país.

Casualmente la pareja presidencial estaba en El Calafate, alejadísimos de los medios nacionales de gran cobertura, que dicho sea de paso tenían los ojos puestos en EL CENSO 
2º INDICIO
 El día de la muerte de Néstor, había un par de periodistas de un conocido medio que hacían guardia en la entrada de la casa hotel de los Kirchner en El Calafate. Un rato antes de las 9 de la mañana cayó Gendarmería y se desplegó un gran operativo, en el cual se ordenó ALEJAR a dichos periodistas a 200 mts. de donde estaban.

 

 

Un cronista (Nicolás Diana) y un fotógrafo de la revista Noticias hacían guardia en su casa de El Calafate para cubrir el momento en que censaran al matrimonio presidencial. De repente, la guardia oficial se empezó a desesperar, hubo gritos y llamados a la Seguridad: “Rajen a estos pibes de acá, váyanse a 200 metros”. La muerte del ex presidente era confirmada, minutos después, por fuentes de su entorno más íntimo.
3º INDICIO

 Si Cristina un dia antes suspendió su agenda por una fuerte gripe viral…¿qué hacía al día siguiente paseando por el centro de El Calafate, como lo muestra esta foto…y ENCIMA PEGADA A UN BEBÉ, TAN VULNERABLE A ESTE TIPO DE ENFERMEDADES.

Y en todo este dia que estuvo junto al cajón… ¿alguno realmente la vió “engripada”? 
4º INDICIO
 El avión con el cadáver de Kirchner llegó a la madrugada al aeropuerto de AEROPARQUE, que casualmente permanecía desde hace unos días, cerrado. SOLAMENTE EL GOBIERNO TUVO ACCESO A LAS PISTAS Y LA COBERTURA PERIODÍSTICA FUE IMPOSIBLE.

 

 
5º INDICIO
El funeral se decide realizar en Casa Rosada y no en el salón del Congreso donde históricamente son velados los ex presidentes, ya que dicho salón, casualmente permanece CERRADO POR REFACCIONES en estos días. Por ende, el circuito normal que hacía la gente alrededor del cajón para tocarlo y dejarle flores, es imposible de llevar a cabo. Un fuerte vallado separa a la gente que ingresa a Casa Rosada del ataúd de Néstor

 
6º INDICIO
El vallado y le hermetismo alrededor de Casa de Gobierno esta madrugada, al trasladarse los restos de Kirchner desde Aeroparque, fueron TOTALES. Casualmente LA CÁMPORA y varios militantes taparon con carteles y banderas dichos accesos cercanos al ingreso a Casa de Gobierno.

 
7º PUNTO . NO INDICIO- COINCIDENCIAS EXTRAÑAS.

Vamos a hablar aqui de Benjamín Solari Parravicini (Agosto 1898 – Diciembre 1974)
Este hombre singular, nació en la ciudad de Buenos Aires 8 de Agosto de 1898, artista plástico de renombre internacional debió su justa fama, sin embargo, a sus psicografias premonitorias. En la tranquilidad de su estudio donde dibujaba comenzó a recibir de una extraña forma, ideas que él esbozaba sobre el papel y que atribuía a la espontaneidad de la creación artística. Pero cual sería su sorpresa al comprobar que las ideas que había bosquejado eran proféticas, ya que al paso del tiempo se cumplían inexorablemente.
Una de esas psicografías reza: “Osiris, Isis, Amenphis. La incógnita Argentina”. (1939)
En la imagen podemos ver lo que parece ser un ataúd y en uno de sus extremos, la imagen de una mujer con un pañuelo atado en su cabeza.
Hoy las imágenes televisivas mostraban como una de las Madres de Plaza de Mayo llegaba hasta el ataúd de Kirchner, se sacaba el pañuelo blanco, y lo dejaba en uno de los extremos del cajón.
En esta imágen también podemos ver lo que parecen semillas de cacao y morfología típicas de Centroamérica y El Caribe (¿Venezuela?). En el dibujo tambien vemos un GRAN OJO OBSERVANDO, pero fuera del cajón.
PREGUNTAS SIN RESPUESTAS: ( Crhistian Sanz)
-¿Por qué la salud de Néstor Kirchner fue recurrente motivo de tabú por parte del Gobierno?
¿Por qué irremediablemente se intentó tapar cada uno de los episodios de descompensación física que lo tuvo como protagonista?
-¿Por qué su médico personal, Luis Buonomo, jamás atendió a la requisitoria de los medios? ¿Por qué exigió a los médicos del Hospital Formenti —quienes atendieron al ex Presidente— que no hablaran con la prensa?
-¿Por qué Cristina prefirió inventar un “resfriado” antes de revelar que su marido se encontraba bajo observación desde el domingo 24?
-¿Se podría haber salvado Néstor si hubiera seguido los consejos profesionales de internarse ese mismo día en el referido nosocomio?
-¿Por qué oficialmente se dice que pereció por “muerte súbita” sin más explicaciones?
-¿No se contradice lo “súbito” de su fallecimiento con la extremaunción que le fue dada antes de perecer? ¿Por qué se intentó ocultar este hecho?
-¿Sabía Kirchner que se acercaba su final y quiso permanecer en El Calafate? ¿De eso hablaba cuando afirmó que radicaría su domicilio allí?
-¿Por qué el sábado 23 decidió a último momento no asistir al “cumpleaños” de la Unidad Básica “Los Muchachos Peronistas” que comanda su ex secretario Rudy Ulloa Igor?
-¿Qué lo motivó a caminar repentinamente por los rincones de Río Gallegos que hacía años que no visitaba?
-¿Qué relación tuvo su muerte con el cuadro de “colon irritable” que lo afectaba?
-¿Qué relación tuvo con el desgaste que venía sufriendo y la falta de controles a su salud?
-¿Es verdad que Kirchner murió antes de llegar al hospital?
-¿Por qué se demoró en dar la noticia de su fallecimiento?
-¿Por qué Máximo Kirchner pidió hace justo un mes una ampliación al panteón de la familia en Río Gallegos?
-¿Por qué a primera hora del jueves cuando aún no se sabía si Kirchner había fallecido Wikipedia publicó “Death 27 October 2010″?
-¿Por qué no se le hizo autopsia al cuerpo del ex mandatario?
-¿A nadie le llamó la atención la repentina desaparición de la agenda política del ex mandatario, quien no se quiso mostrar más desde el viernes 22?
-¿Es cierto que Hugo Moyano lo extorsionó la noche anterior a su perecimiento en el marco de una conversación muy subida de tono? ¿En qué términos lo hizo?
Por ahora, preguntas sin respuesta.
/////
Ah porque son hackeados los foros y sitios que hablan de este tema. Que temor tenían de Seprin  que bloquearon durante un día el sitio…
El mundo es extraño y sorprendente, quienes  tuvimos la oportunidad de ver algunas cosas que están veladas al común de las personas sabemos que muy poco logra sorprendernos. La vida es una caja de pandora… ( grey )
SAQUE USTED SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
Por Héctor Alderete   
Nota; Al termino del artículo en el sitio donde fue posteado originalmente (SEPRIN) y en varios de FACEBOOK, puede leerse la opinión de mucha gente: Ver aqui por ejemplo: http://www.seprin.com/2010/10/29/la-extrana-muerte-de-kirchner-las-dudas-y-el-disparo/


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