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Cuando gobernar es hacer campaña
Joaquín Morales Solá
LA NACION .Miércoles 29 de junio de 2011 | Publicado en edición impresa.
Una de las más recientes fantasías del kirchnerismo es creer que un país puede vivir sin gobierno. La meticulosa obsesión de la Presidenta por la depuración de las listas de candidatos nacionales, provinciales y hasta municipales denunció que estuvo dedicada a tiempo completo en las últimas semanas a esa faena. Su equipo más íntimo la acompañó en las distracciones de esa manía. Importantes ministros estaban, por lo que se vio luego, empeñados en auparse en las listas más que en administrar el país.
El fenómeno no es nuevo. Ya desde comienzos de año se advertía, por ejemplo, que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, era sometido a una operación continua de poda política. El responsable constitucional de la aplicación del presupuesto nacional estaba más preocupado por la suerte de sus comisarios en la Policía Federal que por el buen destino de los fondos públicos. El canciller Héctor Timerman entró en una zona de increíble silencio desde que usó un alicate para abrir una valija militar del gobierno norteamericano que contenía las claves secretas del Pentágono. La Presidenta ordenó hace pocos días devolver esa valija, pero nunca se explicó por qué la restitución se demoró tanto.
Al revés de lo que opinó Cristina Kirchner cuando anunció su nombre como compañero de fórmula, Amado Boudou brilló más por su ausencia en los temas económicos que por el peso de sus iniciativas. A esa desaparición ministerial deben agregársele las rencillas internas del Banco Central y la constante discordancia entre el propio Boudou y la jefa de la autoridad monetaria, Mercedes Marcó del Pont. Boudou y Marcó del Pont fueron encumbrados cuando existía un jefe de la conducción económica en los hechos que no era ninguno de ellos; era Néstor Kirchner. A partir de la muerte del ex presidente, sobresalió más que nada un gobierno sin equipo económico.
Ahora, para peor, los candidatos Boudou, Aníbal Fernández y Julián Domínguez, ministro de Agricultura, están más interesados en las elecciones de octubre que en la conducción cotidiana del gobierno. El resto de los ministros (salvo la infaltable Alicia Kirchner) bregan para conservar sus cargos en un hipotético segundo mandato de la Presidenta. Muchos de ellos están conspirando, además, para ascender a los sillones que podrían quedar vacantes tras las elecciones de la primavera. La Argentina se prepara, por lo tanto, para enfrentar cuatro largos meses con menos gobierno de lo que ya tenía.
Triunfos y derrotas
La pregunta que debe hacerse, entonces, es por qué está Boudou en la candidatura vicepresidencial. Cualquier comparación entre los mandatos de Néstor y de Cristina Kirchner arroja resultados mucho mejores para los años en que gobernó el ex presidente muerto. El nivel de crecimiento de la economía fue más alto; hubo en esos años un importante superávit fiscal y de la balanza comercial, y existió un estilo más prudente para manejar el gasto público. La única habilidad manifiesta de Boudou ha sido la de inclinarse ante las necesidades políticas de su presidenta: se subordinó a Guillermo Moreno, hasta convalidar la intervención del Indec, y no puso ningún reparo cada vez que se decidió despilfarrar los recursos públicos.
Sin embargo, la derrota más estrepitosa del ministro y candidato se la propinó la inflación. Los censurados estudios privados indican que el nivel de inflación durante 2011 oscilará entre el 25 y el 30 por ciento anual, lo que convierte a la Argentina en uno de los países más inflacionarios del mundo. Boudou habló una sola vez de la inflación y derrapó de tal manera que parece haberse callado para siempre. "La inflación es un problema de la clase media", dijo, contra todos los manuales de economía que se escribieron en la historia de la humanidad. La clase media lo detestó y los sectores pobres (que son las primeras víctimas de la inflación) lo condenaron. La Capital, donde está el corazón de la clase media argentina, lo vetó luego como candidato a jefe de gobierno.
Con escasos pergaminos como ministro y con módico atractivo electoral, aquella pregunta (¿por qué Boudou?) carece de respuesta. En su jubiloso discurso del sábado, la Presidenta describió a Boudou como uno de los arquitectos de un modelo argentino que no está atado a los vientos de cola del mundo. En su propio período presidencial está la réplica a esa afirmación: según, desde ya, los más serios estudios privados, el PBI argentino cayó entre el 2 y el 3 por ciento durante 2009 como consecuencia de la crisis financiera y económica mundial. Digan lo que digan, la economía argentina sigue atada a los vaivenes internacionales.
Resulta que ahora la economía del mundo camina muy cerca del abismo. Europa discute en voz baja la propia continuidad del euro, mientras se resuelve en estas horas si uno de sus países, Grecia, caerá -o no- en un próximo default. Los Estados Unidos no logran consolidar su recuperación tras la crisis y los últimos datos sobre el progreso de su economía no han sido buenos. China toma recaudos ante el menor consumo de muchos de sus más importantes mercados; debe lidiar también con los primeros brotes internos de rebeldía y con una inflación incompatible con su insensible sistema social. Brasil está tomando medidas para frenar una importante caída en el superávit de su balanza comercial, que podría afectar las importaciones que le llegan desde la Argentina.
Silencio en la Argentina. Brasil, Europa y China son los principales destinos de las exportaciones argentinas. Problemas de distinta envergadura están cercando a todos esos países. El Gobierno se encierra en el blindaje discursivo de que aquí existe un modelo propio, ajeno a las vibraciones del mundo. La oposición, es cierto, tampoco parece reconocer esas novedades que podrían tener serias consecuencias para la economía nacional. Un suerte de cultura aislacionista se instaló en la política argentina y, en ese sentido, debe aceptarse que existe un triunfo cultural del kirchnerismo
 
Oposición argentina reacciona con duras críticas a candidatura de Kirchner
Líderes de la oposición en Argentina reaccionaron el martes con duros cuestionamientos a la presidenta Cristina Kirchner por haber anunciado que buscará un segundo mandato en octubre.
Líderes de la oposición en Argentina reaccionaron el martes con duros cuestionamientos a la presidenta Cristina Kirchner por haber anunciado que buscará un segundo mandato en octubre.
"Tenía la oportunidad de irse bien y esto no la va a favorecer. Ella no está preparada para gestionar, quien movía los hilos era (su extinto marido y expresidente) Néstor Kirchner", afirmó a la prensa Eduardo Duhalde, candidato a presidente por una fracción disidente del gubernamental peronismo.
Duhalde, presidente entre 2002 y 2003, dijo que la mandataria "está sujeta a unas presiones enormes, vinculadas con su problema familiar (viudez) y un estado depresivo muy grande. No sé si Cristina entra en segunda vuelta".
La liberal cristiana Elisa Carrió, otra candidata a presidenta en las elecciones del 23 de octubre, dijo a su vez que Kirchner "engañó con el llanto y con el vestido negro y no era así. A lo mejor no lloró tanto. El duelo terminó. Empieza la batalla".
"Muy bien, vamos a la contienda contra el modelo de demagogia, mentira y robo de Cristina Kirchner", dijo Carrió, derrotada en primera vuelta de las elecciones de 2007 al sumar 24% de votos contra 45% de la vencedora.
Otro candidato a la presidencia por un grupo peronista disidente, el gobernador de la provincia de San Luis (centro), Alberto Rodríguez Saá, dijo que "para nada mueve el tablero el anuncio".
Pero Rodríguez Saá advirtió que "se intenta tapar con esto el caso (Sergio) Schoklender, un tema nacional tremendo" en alusión a la investigación judicial por fraude contra el exapoderado de la entidad Madres de Plaza de Mayo.
La denuncia golpea a la organización humanitaria liderada por Hebe de Bonafini, una de las mayores compañeras de ruta de Kirchner.
"Nunca dudé de que se fuera a presentar ni creí que estuviera en duda. Si no hubiera sido ella, se generarían muchos problemas internos en el Frente para la Victoria por la sucesión", dijo a su turno el diputado Ricardo Alfonsín, el candidato mejor posicionado detrás de la mandataria, según las encuestas.
Tras escuchar el anuncio de la mandataria, Alfonsín, hijo del ex presidente Raúl Alfonsín (1983/89) y líder de un frente encabezado por la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), pronosticó una derrota oficialista en los comicios.
Después de la confirmación de la candidatura, la red social Twitter estalló con miles de mensajes de seguidores de la Presidenta, con la frase 'Fuerza Cristina', entre las más empleadas. http://noticias.latam.msn.com/ar/

La Presidenta duda... ¿Qué dudas tendrá la Presidenta?
Mariano Grondona.Domingo 19 de junio de 2011
De la escuela nos viene la famosa sonatina de Rubén Darío: "La princesa está triste? ¿Qué tendrá la princesa?...". Hoy podríamos decir: La Presidenta duda? ¿Qué dudas tendrá la Presidenta? Esta semana vence el plazo para que Cristina Kirchner presente su candidatura a la reelección. ¿Aún duda? Sí, aún duda, pero no sobre aquello que el Gobierno quiere hacernos creer. El kirchnerismo ha estado enviándonos dos mensajes contradictorios. Uno, que Cristina "ya ganó". El otro, que hasta el último momento ha dudado en presentarse. Si ya ganó, ¿por qué dudó en presentarse?
Para descifrar esta contradicción hay que tomar en cuenta que, para el kirchnerismo, comunicarse equivale con frecuencia a enviar un doble mensaje . Es que la política puede ser vivida de dos maneras. Una, como si fuera un deporte en el cual los competidores se someten a las mismas reglas. Otra, como si fuera una guerra en la cual es lícito engañar al enemigo porque en la guerra, a la inversa que en el deporte, todo vale. Por eso, en 1917 el congresista norteamericano Hiram Johnson acuñó una frase que llegó hasta nosotros: "La primera víctima de la guerra es la verdad".
Desde el Indec hasta el caso Schoklender , el kirchnerismo nos ha dado abundantes ejemplos de que, cuando lanza una afirmación, no le interesa tanto que ella sea verdadera cuanto que sirva para confundir al enemigo. Es que hoy, como ayer, el kirchnerismo está en guerra contra todos los que se le opongan, en demanda de un poder sin límites espaciales o temporales. La manera de resolver la incógnita de un movimiento que dice que ya ganó mientras su jefa absoluta ha vacilado ostensiblemente en presentarse a la reelección es interpretar este doble mensaje en clave mediática. Porque si, de un lado, se ha intentado difundir ante propios y extraños la idea de que la jefa es invencible, del otro se ha querido preservar el impacto viudez de una mujer sacrificada y frágil, siempre de negro, lo cual mejoró sustancialmente la posición de Cristina en las encuestas si se la compara con la imagen menos atractiva que acompañó a Néstor Kirchner hasta el día de su muerte. Pero si este análisis en clave mediática del doble mensaje de Cristina permite desentrañarlo por lo que es, como una hábil maniobra política, ello no impide sostener que a la Presidenta la asaltan dudas reales . Sólo que estas dudas no son las que el Gobierno ha procurado difundir sino otras, en el fondo más graves.
Tres dilemas
Más allá de la retórica mediática, a Cristina la acosan tres dilemas "reales". El primero es si vencerá o será derrotada el 23 de octubre. El verbo "vencer" podría conjugarse para ella de la siguiente manera: lograr en esta fecha el 40 por ciento de los votos contra menos del 30 por ciento de quien la secunde en las urnas. Así podría vencer en la primera vuelta. Esta es la única vía expedita para su victoria, ya que, de no transitarla, probablemente Cristina sería derrotada en la segunda vuelta contra el único rival que quedaría para desafiarla, cuando el "no kirchnerismo" tendría que reunir forzosamente en un solo haz, por disposición de la ley electoral, a los cinco segmentos que hoy lo componen detrás de las candidaturas presidenciales de Alfonsín, Duhalde, Rodríguez Saá, Binner y Carrió.
A estas alturas de los acontecimientos, es altamente probable que Cristina pierda en tres de los cuatro grandes distritos, que concurrirán a las urnas por dos veces, "antes" y "durante" el 23 de octubre: la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba. La incertidumbre que queda por develar es si, de la mano de Daniel Scioli, Cristina podrá compensar en el gran distrito de la provincia de Buenos Aires -el mayor de todos y el único entre ellos donde sólo se votará el 23 de octubre- las diferencias que obtengan sobre ella sus rivales en los otros tres distritos.
¿Hasta dónde el escándalo Schoklender-Bonafini afectará estos cálculos? Es seguro que Cristina ha perdido votos a consecuencia de él, pese a su desesperado intento de "encapsularlo" en torno de los hermanos Schoklender. Podría decirse que, en tanto que el escándalo está dejando fuera de la carrera a Daniel Filmus contra Mauricio Macri en la Capital, no es seguro que ocurra lo mismo en el Gran Buenos Aires, donde aún podría prevalecer el kirchnerismo gracias a los subsidios y los planes sociales en estratos que, más aún que al escándalo moral de la corrupción, son sensibles a la euforia "consumista" que ha desatado el oficialismo.
El segundo dilema de Cristina es la designación de su candidato a vicepresidente. He aquí una opción que ha sido tradicionalmente difícil para el verticalismo peronista. Lo fue por lo pronto en 1973 cuando el propio Perón, al no poder escoger un vicepresidente sin padecer una feroz guerra interna entre sus adeptos -que se acababan de diezmar en Ezeiza-, tuvo que digitar a su propia esposa, Isabel, para evitarse así el costo de levantarle la mano a alguna de las facciones en pugna. A diferencia de Perón en 1973 y del propio Kirchner en 2007, empero, Cristina ya no tiene un cónyuge que la salve del segundo dilema.
El reeleccionismo
En un artículo que publicó La Nacion el último jueves con el título "Fiebre reeleccionista en América latina", el especialista Daniel Zovatto divide los regímenes políticos de nuestra región en dos tendencias, aquella que, por ser republicana , limita de algún modo las reelecciones presidenciales, y aquella otra que, por ser personalista , da rienda suelta a las ambiciones autoritarias de presidentes como el venezolano Chávez, el ecuatoriano Correa, el boliviano Morales y el nicaragüense Ortega, cuyo común horizonte es el sueño del poder perpetuo. Lo que distingue al espíritu republicano del autoritario es que, mientras que en aquél los presidentes se resignan de antemano a ejercer mandatos temporalmente limitados, en éste asoma una ambición reeleccionista incompatible con la democracia.
Entre ambas opciones, los Kirchner escogieron el reeleccionismo bajo la forma original de la alternancia conyugal . "Será pingüino o pingüina", solía decir Néstor Kirchner en 2007, antes de digitar a su mujer para sucederlo en el cargo. El 27 de octubre de 2010, al morir Kirchner, pareció que la opción reeleccionista se apagaba. ¿Renacía entonces el espíritu republicano? ¿Moría, con Kirchner, su peculiar reeleccionismo? Si Cristina es finalmente reelegida el 23 de octubre, ¿quedará instalada en el no reeleccionismo al que adhieren las democracias republicanas de América latina?
Es imposible asegurarlo. En octubre de 1993, después de haber ganado las elecciones intermedias, el presidente Menem propició la reforma de la Constitución para lograr la reelección consecutiva que ella prohibía. Si venciera el 23 de octubre, ¿qué le impediría a Cristina intentar lo mismo? En 2006, el presidente Kirchner lanzó en Misiones un globo de ensayo continuista al apoyar la reelección consecutiva que pretendía el gobernador Carlos Rovira. El intento fracasó porque el pueblo misionero, detrás del liderazgo del obispo Piña, lo abortó en las urnas. Pero este año el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, lanzó y obtuvo un referendo para asegurar su propia reelección consecutiva por encima de la Constitución provincial. ¿Qué impediría a Cristina intentar su propio reeleccionismo si ganara de aquí a cuatro meses? Este es el tercer dilema real, el más profundo de todos que, si ella ganara el 23 de octubre, también la acosaría. ¿Qué razón habría para suponer que ha declinado, en su fuero interno, el sueño de un poder sin plazos que compartió con su marido?

La rebelión de "las Madres" contra "la Madre"
Mariano Grondona- Domingo 12 de junio de 2011 |
Para cada uno de nosotros, "madre hay una sola". Pero dentro del poderoso universo afectivo al que alude este refrán, hay una clase especial de madres: aquellas a quienes sus hijos se les fueron primero, contraviniendo la ley natural según la cual son las madres y no los hijos quienes adelantan su partida. La tribulación de las madres que pierden a sus hijos antes de tiempo es tan intensa que el Diccionario de la lengua española , pese a su inmensa riqueza, no ha encontrado una palabra para designarla. A quienes han perdido a sus padres los llamamos huérfanos . ¿Cómo llamaríamos a las madres que han perdido a sus hijos? Esta pregunta no tiene respuesta en nuestro idioma. Que el Diccionario enmudezca en este punto prueba que la condición de una madre privada de su hijo es única y que, por serlo, merece el insondable respeto de todos aquellos que, por no haberla vivido, no podríamos comprenderla. Por eso es válido que a estas madres portadoras de un dolor inalcanzable para el resto de los mortales las llamemos Madres , con mayúsculas, en cuanto víctimas de una tragedia sólo aceptable, en el límite, por la esperanza de que las injusticias de la vida puedan explicarse en un plano superior desde el cual Alguien, como sea que lo llamemos, confiere su sentido a la historia.
Algunas veces, las Madres desgarradas se organizan para apoyarse unas a otras. Así ha ocurrido en la Argentina reciente, particularmente fecunda en tragedias familiares, de las cuales surgieron movimientos como las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas de Plaza de Mayo, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y, desde el ángulo opuesto, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas en Argentina (Celtyv), además de las Madres del Dolor que procuran agrupar a las numerosas víctimas de la inseguridad. En otras latitudes también actúan formaciones de madres desgarradas, como las Damas de Blanco, que resisten la represión castrista en Cuba.
El reclamo de todas aquellas familias heridas por la violencia, de cualquier signo que sea, es universal , como lo es el derecho a la vida, de modo tal que el énfasis sobre los derechos humanos cuya exaltación honra a nuestra época lo ha puesto al tope de la lista de los principios irrenunciables que debieran proteger a todos los hombres y mujeres sin distinción, contra cualquier discriminación étnica, religiosa o ideológica.
La apropiación
Si el reclamo universal en favor de las víctimas de la violencia, de toda violencia, ha caracterizado a la Argentina actual, otro signo definitorio de nuestro tiempo ha sido que una de las organizaciones de las madres desgarradas, la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, cuyo liderazgo ha venido ejerciendo Hebe de Bonafini , se ha destacado por delante de las demás organizaciones de los derechos humanos hasta el punto de presentarse ante la opinión pública cual si fuera el sinónimo mismo de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos. Bonafini procuró apropiarse , en este sentido, de una lucha cuyo generoso horizonte la excedía. ¿Cómo fue posible esta apropiación, que ya ha durado más de ocho años? Por la militancia de los esposos Kirchner, que se autoproclamaron de 2003 en adelante sus principales representantes a tal punto que, además de declararse los "hijos adoptivos" de la señora de Bonafini, volcaron en su favor ingentes sumas de dinero no controlado del Estado, de los contribuyentes, cuyo manejo quedó a cargo de otros dos de sus "hijos adoptivos", los hermanos Schoklender , quienes ahora enfrentan penas de cárcel por haber desplegado una serie de acciones corruptas que exceden, incluso, las costumbres transgresoras de nuestro tiempo.
No bien estalló el escándalo de los Schoklender, la intención del Gobierno fue "encapsularlo" en sus ostensibles autores para evitar que "subiera" primero hasta Bonafini y después hasta la propia Cristina. A estas alturas de los acontecimientos, esta maniobra puede darse por agotada. En primer lugar, porque el apoyo irrestricto a Bonafini y sus secuaces ha comprometido a encumbrados funcionarios como Abel Fatala y Luis Bontempo hasta llegar a Julio De Vido mismo. Segundo, porque otras organizaciones de los derechos humanos, como la Línea Fundadora y Abuelas de Plaza de Mayo, a cargo de Estela de Carlotto , han cortado amarras con Bonafini. De favorita del Estado y de los militantes afines en la lucha por los derechos humanos, Bonafini ha caído en un aislamiento hasta ayer inimaginable. Sólo falta que la propia Cristina Kirchner se distancie de su antigua "madre adoptiva", en un postrer intento de salvar su propia imagen.
De todos lados resurge además el activismo de una oposición que, habiéndose simplificado en un manojo de sólo cinco opciones para las próximas elecciones presidenciales (Alfonsín-González Fraga; Duhalde-Das Neves; Carrió-Adrián Pérez; Alberto Rodríguez Saá y Hermes Binner) está encontrando nuevos argumentos para desmentir con renovados bríos la hipótesis oficial de que "Cristina ya ganó", sobre la base de una plataforma que empieza a ser común: el impetuoso crescendo de las denuncias por corrupción que rodea al alicaído oficialismo, generando a su vez una hipótesis, aunque improbable, recurrente: que la fórmula presidencial del kirchnerismo podría no girar al fin en torno de Cristina, sino de Daniel Scioli y Alicia Kirchner.
Los salvavidas
En pocos días el gobierno de Cristina ha pasado, en suma, a la defensiva. En todas las democracias tenidas por "normales", la acción política consiste en sumar hasta aquello tenido por improbable. Es lo que ha venido haciendo Ricardo Alfonsín, que ha dejado de ser "Ricardito" para convertirse en "Ricardo" después de atraer a precandidatos que militaban fuera de su círculo ideológico como Javier González Fraga y Francisco de Narváez. Es lo que ha hecho el duhaldismo al sugerir que apoyaría a Mauricio Macri en la Capital. ¿Es lo que debiera hacer la propia Cristina porque aquellos "salvavidas" a los que apostaba, como las Madres de Bonafini, La Cámpora y el desprestigiado "periodismo militante", que también vive de los dineros del Estado, amenazan convertirse, a partir de la intensa campaña opositora contra la corrupción, en "salvavidas de plomo"?
Hasta ahora, Cristina creyó que podía darse el lujo de no "sumar", sino de "restringir" sus propios apoyos al estrecho círculo de los incondicionales. Pero esta estrategia, ¿es todavía viable? Como van las cosas, el oficialismo podría perder en vertiginosa secuencia las inminentes elecciones en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, donde hasta el inescrutable José Manuel de la Sota parece alejarse de ella. Pero a la vista de estas tendencias inquietantes, ¿podría decidir la Presidenta una reversión de sus alianzas con el objeto de recobrar la iniciativa? Y aun si decidiera inaugurar una etapa radicalmente nueva, ¿podría acometerla? La propia Bonafini ocupa ahora el fiel de la balanza. Si la Presidenta le soltara la mano como ya lo hizo con los Schoklender, ¿le sería posible lanzar, todavía, una contraofensiva salvadora? Si no se decide a hacerlo, ¿le quedan aún energías suficientes para "profundizar el modelo" a estas alturas de las circunstancias, cuando las aguas del cambio de humor de los argentinos podrían rodearla? Maquiavelo escribió que, cuando cambian las circunstancias, sólo el Príncipe que se adapta rápidamente, al cambio, contradiciendo sus propios antecedentes, consigue perdurar. Esta antigua advertencia, ¿vale todavía para la Argentina actual?

Vale la pena leer esta reflexión: es verdad,aunque Ud, no lo crea
La Argentina Insolente
Por Dr. Mario Rosen
En mi casa me enseñaron bien.Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:
Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a papá y mamá.

Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de mamá, que nadie discutía... Ni siquiera papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.
No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.
Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían. Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.
Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.
Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias. Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.
Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas”mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente..
La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible.
El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo.
Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.
Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido .
El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.
Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "la impunidad". ¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad.
En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.
Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.
Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa.
Y así creí que sería en la vida.. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado.
Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:
Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.
Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo.
Eso es lo que nos arruinó: LA INSOLENCIA.
Usted puede romper una regla -es su riesgo- pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar..., a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes.
La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.
El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de petulancia, descaro y desvergüenza.
La insolencia hace un culto de cuatro principios
:
- Pretender saberlo todo.
- Tener razón hasta morir.
- No escuchar.
- Tú me importas sólo si me sirves.
La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación.
La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar. Léalo otra vez, porque parece mentira.
Así nos vamos a quedar sin trabajo todos.
Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.
Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?
Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?
Yo se lo voy a contestar.
PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.
Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.
No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.
Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.
Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.
Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA.
Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.
Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.
Porque hay que aprender a hacerlo todos los días. Ése es el desafío.
Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: o aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.
¿A USTED QUÉ LE PARECE? ¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?
Espero no haber sido insolente. En ese caso, disculpe.
La sospechosa justicia veloz
Joaquín Morales Solá .Domingo 05 de junio de 2011
Norberto Oyarbide convierte en escándalo todo lo que toca. Esta vez, es cierto, creó un escándalo nuevo sobre un escándalo que ya existía. ¿Por qué también el grave caso que involucra a Sergio Schoklender y a las Madres de Plaza de Mayo recayó en su juzgado? ¿Fue limpio e imparcial el sorteo que lo habilitó a investigar esos supuestos abusos? ¿Existe una manera de que el oficialismo pueda encontrar el juez oportuno en el momento indicado, a pesar de que gran parte de las causas judiciales son sometidas al sistema del azar informático?
Vale la pena plantear una primera conclusión. Es raro, al menos, que todas las causas sensibles para el Gobierno, o potencialmente graves, hayan recaído en los últimos años en el juzgado de Oyarbide. Hay nueve jueces federales de un total de doce, pero ningún otro magistrado del fuero penal federal resulta nunca seleccionado para investigar al oficialismo. Oyarbide es también juez subrogante de otro juzgado vacante. Las posibilidades de Oyarbide de resultar sorteado son mayores, por lo tanto, pero eso no explica que los otros ocho jueces sean siempre ignorados por el supuesto azar del sistema.
El patrimonio del matrimonio Kirchner ; el caso de las escuchas telefónicas que afectan a Mauricio Macri (uno de los enemigos más aborrecidos por el kirchnerismo); la investigación sobre la corrupción del ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime; el escándalo por el manejo de la obra social de los camioneros por parte de Hugo Moyano; el exhorto suizo que pidió información sobre Moyano y sus presuntos socios, y, ahora, la pesquisa sobre los eventuales delitos de lavado de dinero por parte del ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender, son sólo algunos de los expedientes que cayeron en manos de Oyarbide, gracias a un juguetón sorteo, aparentemente arbitrario.
Oyarbide nunca defraudó: los Kirchner fueron sobreseídos; Jaime no está preso a pesar de las muchas pruebas en su contra y Moyano no fue ni siquiera citado a indagatoria cuando a otro dirigente sindical, el duhaldista Gerónimo Venegas, el juez mandó detenerlo durante algunos días. Oyarbide procesó a Macri por asociación ilícita con muchas menos evidencias que las que ya existen contra Moyano.
Hay muchos jueces sensibles a los intereses del gobierno, pero ninguno como Oyarbide está dispuesto a cambiar de dirección con el correr de las horas. Este gobierno pide una cosa un día y otra cosa al día siguiente , asegura otro magistrado. Ese ritmo voluble encuentra, sí, pocos jueces dispuestos a seguirlo; el riesgo que corren es el de caer en el mismo desprestigio que ya acosa irremediablemente a Oyarbide.
En la jerga judicial hay un término que se usa para describir el sistema de sorteos: la "puerta de atrás". Según la confesión de varios magistrados, el método consistiría en que una computadora madre, ubicada en una sala distinta de la de los sorteos, digitaría el nombre de los jueces que aparecen luego en la oficina donde se hacen los sorteos.
Si eso fuera cierto, el oficialismo podría manipular los sorteos a través del propio sistema informático y de los funcionarios que se encuentran a cargo de él. En fueros distintos del penal federal circula el testimonio de muchos que aseguran que existen "gestores" para conseguir el sorteo buscado. Un sector del mundo judicial manifiesta desconocer cualquier método de digitación, pero tampoco niega su existencia. Dice no saber, simplemente. Puede explicarse: muchas causas caerían por defectos de origen si esas maniobras se comprobaran.
Un viejo proyecto para crear una base informática unificada está en manos de la Cámara de Casación desde hace mucho tiempo, pero ésta carece siempre de los recursos financieros para concretarla. Ese nuevo sistema informático, invulnerable según los técnicos que tuvieron acceso al proyecto, podría unificar también los sorteos. El problema es que tal proyecto nunca pudo traspasar la frontera hacia su concreción.
La sospecha política y social hacia los sorteos llegó hasta la cima misma del Poder Judicial. Los jueces están preocupados porque sólo la duda sobre la transparencia ya le hace daño a la Justicia , dijeron en despachos cercanos a la Corte Suprema de Justicia. La preocupación llegó a la propia Cámara Federal, instancia superior a los jueces federales; el cuerpo decidiría en los próximos días sacarle a Oyarbide todo el caso (o parte importante de él) sobre Schoklender y las Madres de Plaza de Mayo. La decisión de la Cámara se respaldaría en que otro juez federal, Marcelo Martínez de Giorgi, recibió antes una denuncia de un abogado particular sobre el caso Schoklender. Martínez de Giorgi es, por lo tanto, el juez original de la causa.
Nunca la Justicia fue tan veloz en la Argentina como en la semana que pasó. El lunes último, un abogado pidió ante Martínez de Giorgi la investigación de Schoklender por lavado de dinero. El martes, el titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), José Sbattella, dijo que estaba buscando pruebas contra Schoklender, después de retener el expediente durante un año. El miércoles, Sbattella encontró de pronto las pruebas y las giró con urgencia al fiscal Raúl Pleé. El jueves, Pleé dictaminó que había razones para investigar a Schoklender. Ese mismo día resultó sorteado Oyarbide y otro fiscal, Jorge Di Lello, se hizo cargo de la investigación. En sólo 24 horas, con un ritmo de vértigo, ya existían una causa abierta, dos fiscales y un juez. Oyarbide sobreactuó de inmediato: ordenó allanamientos y les cerró las fronteras del país a los investigados.
¿Alguien no quería que Martínez de Giorgi avanzara con la denuncia que recibió para que el caso quedara en manos de Oyarbide? Es probable. La Cámara Federal desbarataría esa operación devolviendo próximamente todo el caso a Martínez de Giorgi.
La intranquilidad del Gobierno no carece de argumentos: el caso Schoklender podría afectar seriamente a Hebe de Bonafini y al propio Gobierno. La Fundación de las Madres recibió importantes concesiones directas de obras, sin licitación, para la construcción de viviendas por ser una ONG sin fines de lucro. Resulta, sin embargo, que el dinero que giraba el Gobierno iba a parar a manos de una empresa privada, Meldorek, la auténtica contratista, propiedad de Schoklender, según reveló La Nacion. Schoklender mintió públicamente en los últimos días asegurando que él no era dueño de esa empresa. Podrían agregarse, por lo menos, los delitos de fraude al Estado y de incumplimiento de los deberes de funcionario público para ministros y secretarios de Estado.
Las recientes mentiras de Schoklender cambiaron viejas afirmaciones suyas. ¿De quién es esta empresa? , lo consultó hace algún tiempo un ex funcionario kirchnerista. Mía , le contestó Schoklender. Las viviendas que construye Schoklender son rápidas de edificar, pero muy frágiles, una mezcla de alambres, telgopor y una pátina de cemento. No se puede poner un clavo para colgar una foto , dice alguien que conoció el producto. Schoklender estuvo interesado en tiempos recientes en ampliar sus negocios y venderles esas casas a las petroleras como viviendas sólo transitorias para sus trabajadores.
La Presidenta se alarmó en Roma cuando conoció la noticia de la verdadera propiedad de Meldorek, que Schoklender desmintió hasta horas antes. Fue eso lo que la retuvo en el hotel y le impidió concurrir al acto central de los 150 años de la unidad italiana. Horas después, el Gobierno comenzaba a cambiar su posición. El canciller Héctor Timerman separó a Schoklender de Hebe de Bonafini, pero el ministro del Interior, Florencio Randazzo, lo sepultó. Las Madres pudieron ser defraudadas , disparó contra el contratista oculto. Adiós, Schoklender.
La historia aguarda al kirchnerismo con el reconocimiento por haber promovido la revisión del pasado y con el reproche por haber convertido la noble causa de los derechos humanos en una simple herramienta para la construcción y la destrucción política.
De Schoklender a Hebe; ¿de Hebe a Cristina?
Mariano Grondona .Domingo 05 de junio de 2011
En el juego del ajedrez, cuando uno de los contrincantes se halla bajo ataque necesita proteger al rey. Puesto en emergencia por su rival, comprometerá en este empeño todas las piezas necesarias, ya sean los modestos peones, los veloces alfiles, las sólidas torres y hasta la encumbrada dama, para trazar en torno del rey círculos concéntricos de salvaguarda con la esperanza de que, tras asegurar que estos círculos no sean perforados, le llegue el momento de contraatacar. Algo similar ocurre en la lucha política. Cuando el titular del poder se siente acosado, cava en torno de sí una sucesión de trincheras escalonadas que eventualmente podrían ser abandonadas si ésta es la condición para que el adversario no lo hiera en forma directa. En el ajedrez político actual, el poder gira en torno de un rey o, mejor, de una reina, la "reina Cristina". Sin embargo, uno de sus alfiles, Sergio Schoklender, ha sido afectado por serias sospechas de corrupción que, si la justicia se decide a actuar, podrían desembocar en su procesamiento criminal.
También podría decirse que otro de los alfiles del poder, Hugo Moyano, se encuentra en una situación delicada. Después de haber resultado sospechoso en la investigación criminal de los medicamentos adulterados, Moyano viene de sufrir una derrota electoral contundente a manos de Armando Cavalieri, quien, después de retener la mayoría en el vital sindicato de los empleados de comercio, ahora deja ver que los días de Moyano al frente de la CGT podrían estar contados.
Las comprometidas situaciones del "alfil" Moyano y del "alfil" Schoklender, ¿son similares? No lo parece porque, en tanto que el sentimiento de Cristina hacia Moyano es en el fondo hostil y su eventual reemplazo por el amplio arco de enemigos sindicales que éste ha cultivado con imprudencia sería quizá bienvenido en la Casa Rosada, el derrumbe de Schoklender compromete al contrario al "hijo adoptivo" de Hebe de Bonafini, quien a su vez fue declarada "madre adoptiva" por los esposos Kirchner. Ya no estamos hablando aquí, entonces, de meros "alfiles" como Moyano o Schoklender, sino de una torre : la "torre Bonafini". A la inversa de las trincheras relativamente lejanas de Moyano y Schoklender, Hebe representa otra trinchera más inquietante, porque está cerca de Cristina.
Variaciones
Las primeras reacciones del poder frente al caso Schoklender fueron "de manual" ya que, después de tratar de ignorar por breve tiempo el escándalo, algo que demostró ser imposible por la gravedad del caso, concentró la lucha en la trinchera lejana que el administrador de las Madres todavía ocupaba. El mensaje implícito del Gobierno era que sólo nos hallábamos ante un caso aislado de corrupción en el millonario manejo de las obras de vivienda confiadas a Hebe. Esta excusa apenas sirvió para ganar escaso tiempo, primero por las delicadas conexiones del propio Schoklender dentro del aparato del Estado, por ejemplo cuando Marta Cascales, la mujer de Guillermo Moreno, le facilitó una serie de operaciones inmobiliarias que también habrían implicado al funcionario Abel Fatala, y segundo porque Schoklender, al verse amenazado, comprometió a su vez a Hebe al decir que él sólo había sido uno de sus modestos "apoderados". Muchos se preguntaron entonces si, así cercado, Schoklender "prendería el ventilador". A partir de esta pregunta, la espiral de la sospecha pública comenzó a desplegarse.
Sin embargo, los voceros del Gobierno se empeñaron en defender a ultranza a la propia Hebe, cual si encarnara por sí sola el símbolo de todas las Madres. Pero la actuación de Hebe como favorita del Gobierno, ¿agota acaso la profunda significación moral de las Madres? En ningún momento, ni en el oficialismo ni en la oposición se ha pretendido cuestionar el movimiento de reivindicación que ellas representan en defensa de las trágicas víctimas del terrorismo de Estado. Es un precepto ampliamente compartido en nuestro sistema político de que "a las Madres no se las toca". Este precepto que la inmensa mayoría de los argentinos comparte, ¿cubre acaso a la propia Bonafini o ella es, al contrario, una lamentable excepción?
Hubo desgraciadamente una multitud de madres en los trágicos años setenta. Muchas de ellas vieron cómo mataba a sus hijos el funesto terrorismo de Estado. No todas ellas militaron, empero, en las Madres de Plaza de Mayo. Tal fue el caso, por ejemplo, de Graciela Fernández Meijide. Y hubo también otras Madres, las de los hijos abatidos por la subversión terrorista, de las cuales poco y nada se habla. ¿No habría que cubrirlas también a ellas, a partir de hoy, con el manto de la misericordia? La propia Hebe prolongó su simpatía por el terrorismo subversivo más allá de los años setenta, por ejemplo cuando alabó encendidamente el atentado de Ben Laden contra las Torres Gemelas en el año 2001.
¿Toda la verdad?
Cuando, inspirada por Nelson Mandela, la flamante república sudafricana decidió superar las terribles violaciones de los derechos humanos que se habían cometido en ella, invitó a todas las partes que se habían enfrentado sin piedad a confesar sus delitos a cambio de una amnistía general. Así lo hicieron los sudafricanos blancos y negros, y obtuvieron como premio la democracia y la pacificación. Este egregio ejemplo, ¿sería inalcanzable para nosotros? Casi un millar de militares están hoy presos, muchos de ellos sin proceso. Pero ni ellos ni los que practicaron no ya el "terrorismo de Estado" sino el puro y simple "terrorismo contra el Estado", se han "confesado" como querría Mandela. ¿No ha llegado el momento de que los argentinos nos convirtamos en "sudafricanos"?
En los años setenta, miles de jóvenes civiles y militares fueron arrastrados por la utopía de la violencia. ¿Quiénes los habían tentado? Aquellos que alegremente incitaron a los militantes de uno y de otro bando a asomarse a las fantasías revolucionarias o contrarrevolucionarias, ¿no guardan en sus almas, todavía, las semillas del arrepentimiento? Cuando un adulto de cualquier signo instala en jóvenes inmaduros una versión maniquea de la realidad, ¿no se da cuenta de que, al hacerlo, si bien él mismo no tomará el fusil esos jóvenes lo harán? La mecha encendida por algún adulto puede convertirse, en manos juveniles, en un arma letal. ¿No es esto lo que pasó, precisamente, entre nosotros? Pero ¿se ha instalado acaso en los que instigaron a los jóvenes a la violencia una seria autocrítica acerca de la masacre que precipitaron? Los padres, los maestros, los formadores de los jóvenes de los años setenta y sus continuadores de hoy, ¿no debieran hacerse esta pregunta, al menos en el silencio de sus conciencias?
Quien sí se la hizo, en plena guerra interior, fue el padre Carlos Mugica. También él, llevado por un celo extraordinario, influyó en la formación de cientos de jóvenes que al fin deformaron su inspiración, que era eminentemente religiosa, llevándola al terreno de la lucha armada. Pero Mugica, que era un hombre de Dios, al fin cayó en la cuenta del peligro que, sin proponérselo, había generado. Pero en 1974, cuando quiso volver sobre sus pasos en busca de la reconciliación, cayó bajo las balas de la intemperancia después de celebrar misa. Fue velado por sus villeros y por otros a quienes nos honraba con su amistad. Mugica podría haber sido un Mandela criollo en demanda no ya de ésta o de aquella verdad parcial , alimentadas por el fanatismo o por el oportunismo, sino de toda la verdad de lo que pasó entre nosotros, la única que podría devolvernos el futuro al que seguimos ignorando.

El fruto de la arbitrariedad
Joaquín Morales Solá - LA NACION .Miércoles 01 de junio de 2011 |.
Los problemas eran inevitables desde que aparecieron organizaciones de derechos humanos convertidas en contratistas del Estado. Tales presagios se hicieron certezas cuando se supo que Sergio Schoklender, un hombre sin antecedentes en ese mundo, disponía de los recursos que el Estado enviaba a la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Schoklender, que tiene debilidad por los gustos caros, no fue designado por el conjunto de las Madres, sino por el autoritario capricho de Hebe de Bonafini, que lo adoptó como un hijo todopoderoso.
¿Las Madres de Plaza de Mayo como contratistas del Estado? La experiencia nacional da cuenta de que los contratistas pertenecen a una estirpe especial de empresarios. Están más dispuestos a hacer política que a correr los riesgos de los empresarios comunes y corrientes. Saben más de las relaciones públicas con los poderosos del momento que de los mecanismos de la competencia. Conocen con precisión qué puerta deben tocar en el Gobierno y a qué funcionario deben llamar en el momento oportuno.
En un primer boceto, algunas organizaciones de derechos humanos se convirtieron en contratistas hechas y derechas. Hubo otras consecuencias. La historia de las Madres de Plaza de Mayo le sirvió al Gobierno, y le sirve, para cubrirse ante la evidente opacidad con que maneja esos fondos que iban a parar a las manos de Schoklender. Nada se sabe todavía del monto total que recibió la Fundación en estos años, ni cómo se controló la ejecución de los planes de viviendas. El propio Schoklender aseguró que no sabe la cantidad de dinero que se transfirió desde el Gobierno a la Fundación, pero afirmó, con la misma convicción, que no es cierta la cifra que se difundió, unos 300 millones de dólares. Si no sabe cuánta plata se giró, ¿cómo sabe que no es cierta esa cifra?
Si el manejo de los recursos es opaco, la manera de gestionar esas construcciones lo es más todavía. En rigor, y hasta lo que se sabe por ahora, la construcción de viviendas no estaba a cargo de desocupados ni de cooperativas de trabajo, sino de una empresa, Meldorek, cuyos dueños son, por lo menos, amigos de Schoklender. Dicho de otra manera, la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo servía como intermediaria para que empresarios privados, los verdaderos contratistas ocultos, se hicieran ricos con los dineros del Estado. Un par de preguntas son inevitables: ¿por qué el Estado delegó esa clase de construcciones de viviendas y por qué se consideró a las Madres de Plaza de Mayo mejores constructores que los constructores?
Respuesta política
La respuesta remite a la política y ésa es otra consecuencia lamentable. Néstor Kirchner consideró en su momento que era una buena estrategia para cooptar la voluntad de Bonafini, que con el tiempo se convirtió en una kirchnerista pura y dura. Otra vez se usaron dineros públicos como propiedad privada; esto es, para satisfacer las necesidades políticas y personales del líder. Bonafini se fue olvidando, en efecto, de que el poder, cualquiera que sea, es el que siempre está en mejores condiciones para lesionar los derechos humanos.
La mejor diferencia con Bonafini la marcó siempre la referente de la otra rama de las Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas, quien en los días pasados andaba golpeando las puertas de despachos oficiales para acompañar al cacique Qom Félix Díaz. El cacique lidera una comunidad indígena acosada y maltratada por el gobernador kirchnerista de Formosa, Gildo Insfrán. Es el trabajo que les corresponde a las organizaciones de derechos humanos. Cortiñas sigue trabajando en una modesta oficina.
La coherencia de Cortiñas, y su distancia de cualquier compromiso político o partidario, le permitió siempre contar con más prestigio que Bonafini. Kirchner fue un artesano hurgando en esas fragilidades y en esas tentaciones.
El caso revela también la arbitrariedad del Gobierno, y de la Justicia, para tratar asuntos sospechosos. Desde hace un año, la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF) tiene en su poder una denuncia de la diputada Elsa Quiroz sobre Sergio Schoklender y supuestas operaciones de lavado de dinero. La presentación de la legisladora, una antigua presa política durante toda la última dictadura, señalaba con precisos detalles la compra de terrenos por varios miles de dólares en un solo día por parte de Schoklender. La UIF se escudó en el secreto de las investigaciones a personas para no difundir nada, pero parece que hasta ahora congeló todo. Tampoco ningún fiscal actuó de oficio.
¿Qué hubiera hecho la UIF y cuántos fiscales se hubieran amontonado para abrir una causa penal si el actual lugar de Schoklender lo ocupara una persona molesta para el oficialismo? ¿Cómo nadie percibió las muchas contradicciones en las que cae en sus declaraciones públicas el ex apoderado de la Fundación de las Madres?
En una misma exposición pública, Schoklender dijo que compró "en cuotitas" una quinta en José C. Paz, pero que tiene dinero como para adquirir una Ferrari o un avión privado. Se manifestó también como un hombre de gustos comunes que practica el esquí, el buceo en profundidad, el paracaidismo y el motociclismo. Schoklender vive en un mundo que no es éste: ninguno de esos deportes es accesible para un hombre común.
La conducción
Debe subrayarse que las dudas y las imputaciones se refieren a Schoklender y que nadie ha puesto bajo sospecha la honestidad de Bonafini. Pero el caso Schoklender es el resultado previsible de un Estado arbitrario y de un sistema de conducción, tanto el de los Kirchner como el de Bonafini, que privilegia los gustos personales del jefe. Esa arbitrariedad es la que explica también que Bonafini le haya dado trabajo en la Fundación que conduce a la ex ministra de Economía Felisa Miceli, que fue despedida del gobierno cuando no pudo explicar la presencia de una bolsa con miles de dólares en su despacho oficial.
Si la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo recibe importantes sumas de dineros aportados por el conjunto de los argentinos, ¿por qué los administradores y apoderados no tienen mejores antecedentes? ¿Por qué, en fin, el Estado kirchnerista que todo lo controla perdió el control en este caso?
Cuando haya pasado el fragor del kirchnerismo, la sociedad argentina necesitará también la reconstrucción de auténticas organizaciones de derechos humanos. Son necesarias para mirar con profundidad el pasado y, sobre todo, para vigilar el presente que manipulan los que mandan.
Un nuevo desafío para todos: ¿vuelve la centroderecha?
Por Mariano Grondona .Domingo 29 de mayo de 2011
En las elecciones primarias del último domingo , los dos precandidatos kirchneristas a la gobernación de Santa Fe, Agustín Rossi y Rafael Bielsa, lograron sumados el 26 por ciento del total . Los encuestadores contratados por el Gobierno han venido sosteniendo que Cristina Kirchner, con una intención de voto que se acerca al 50 por ciento, ya ganó la elección presidencial del 23 de octubre. La cifra indudable del 26 por ciento del domingo en Santa Fe, sin embargo, no sólo queda lejos de aquel 50 por ciento, acercándose en cambio a las cifras que logró el kirchnerismo cuando fue derrotado en 2009, sino que también confirma las falencias de los encuestadores oficiales, que ya se habían equivocado groseramente en 2009, dándole respaldo a la ironía de Jorge Asís cuando los acusó de integrar el Frente Encuestológico de la Victoria , equiparando implícitamente su baja credibilidad a los informes del Indec .
Pero la elección de Santa Fe trajo, además, una segunda novedad: el excelente resultado que logró en la provincia el precandidato a gobernador del Pro, Miguel del Sel , que casi sin tiempo ni recursos para su campaña y con una candidatura solitaria que no contaba con el estímulo de la competencia del que gozaban los demás candidatos, llegó tercero con el 13 por ciento detrás del escogido por Binner, Antonio Bonfatti (17 por ciento), y del propio Rossi (15 por ciento) revelando así un proceso hasta ese momento ignorado, el avance de la centroderecha, un avance al que podrían sumarse Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires y Mauricio Macri en la Capital Federal.
El candidato a vicejefe de gobierno de la ciudad Jorge Selser, que acompaña a Pino Solanas en Proyecto Sur, vino a agregar una afirmación sorprendente al sugerir que, si en la Capital se llega en julio a un ballottage entre Macri y el kirchnerista Daniel Filmus, el espacio que él representa se inclinará por Filmus. De esta manera, quizá llevado por su fervor ideológico y por su inexperiencia en las grandes contiendas electorales, Selser reforzó sin ser desmentido categóricamente por Solanas -quien sólo señaló después, tibiamente, que Proyecto Sur es "independiente"- dos impresiones: una, que descuenta que su fórmula no llegará al ballottage; la otra que, puesto a elegir entre el kirchnerismo y Macri, optaría por el kirchnerismo. Esto y "borrarse" de la Capital desde ahora, ¿no es lo mismo?
El mapa ideológico
Si trazáramos un mapa ideológico de la política contemporánea, podríamos llamar centroizquierda al espacio que enfatiza la distribución de la renta en favor de los necesitados y que favorece su movilidad social, mientras que llamaríamos centroderecha al espacio que promueve las inversiones y sostiene el orden público, con ambos espacios funcionando dentro de la democracia porque el prefijo "centro" revela su recíproca vocación de tolerancia. A la izquierda de la centroizquierda y a la derecha de la centroderecha deberían figurar, para completar el mapa, tanto la izquierda como la derecha autoritarias.
Sea en Europa Occidental y en América del Norte, sea en los países latinoamericanos avanzados como Brasil, Chile, Uruguay y Colombia, podría decirse que el desarrollo político consiste en la alternancia de la centroizquierda socialista y la centroderecha liberal en el poder según oscile, a través del tiempo, el humor de los ciudadanos. Ya se llamen "laboristas" y "conservadores" en Gran Bretaña o "demócratas" y "republicanos" en los Estados Unidos, ya reciban otros nombres equivalentes fuera del mundo anglosajón, éste es el mapa ideológico que prevalece en los países políticamente desarrollados.
Entre 1853, cuando consagró la Constitución, y 1930, cuando la perdió, también la Argentina ocupó gradualmente esta crucial frontera. De 1853 a 1912 fue un régimen republicano pero minoritario hasta que, en este último año, la reforma electoral de la ley Sáenz Peña la introdujo en la aventura de las democracias desarrolladas. En ese entonces también se dibujó un bipartidismo en cuyo interior los radicales representaban a la centroizquierda y los conservadores representaban a la centroderecha, mientras el país continuaba su arrollador desarrollo económico.
Con el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, el desarrollo político de los argentinos empezó a involucionar. De un lado, porque a la derecha de la centroderecha surgió el autoritarismo militar. Del otro, porque la aparición de una izquierda autoritaria bajo el primer Perón, en 1945, descalabró el equilibrio institucional que había culminado en los años veinte bajo la presidencia moderada de Marcelo T. de Alvear. Habiendo perdido la concordia política en 1930, la Argentina se quedó, hasta hoy, sin el desarrollo político que la había caracterizado en sus mejores años. Esta regresión política fue acompañada por una regresión económica equivalente a un punto tal que, después de haber figurado entre las diez naciones con el mayor producto bruto por habitante del planeta por décadas, nuestro país ocupa hoy el lugar número ochenta y cinco en el concierto de las naciones, según el Informe 2010 del Banco Mundial.
¿Ahora, Alfonsín?
Tanto el golpe de 1930 como el advenimiento del primer Perón en 1945 han sido señalados como las dos fuentes de nuestro retroceso. Esta interpretación desconoce una tercera fuente de nuestro infortunio que ha sido, en definitiva, radical . Es que, con la Declaración de Avellaneda de 1947, abrumada por el triunfo del primer Perón en las elecciones presidenciales de 1946, la Unión Cívica Radical abandonó su tradición "alvearista", de centroderecha, para competir con el peronismo en nombre del yrigoyenismo por el espacio de la centroizquierda. Hasta ayer, el mapa ideológico argentino presentaba entonces dos alas de centroizquierda, una peronista y radical la otra, y ningún ala de centroderecha. Otra dificultad complementaria de nuestra trayectoria fallida ha sido que el kirchnerismo ya no es de centro izquierda sino de una izquierda autoritaria .
Hoy, sin embargo, con la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín el radicalismo podría superar su desubicación ideológica, pero no porque se haya convertido a la centroderecha sino porque Alfonsín tiende a admitir a la centroderecha de Francisco de Narváez como aliada. Esto es resistido por el llamado "frente progresista" de Binner y los suyos, a los cuales Alfonsín todavía intenta incorporar no porque él mismo esté girando a la derecha sino porque, siguiendo la conocida estrategia electoral del catch all (algo así como "atraer a todos"), procura formar un frente tan amplio como para convocar a todos los partidos democráticos de centroizquierda y de centroderecha bajo un signo común: la superación del autoritarismo kirchnerista. No sabemos aún si el candidato radical tendrá éxito en su empeño. Lo que sí podríamos decir es que, de tener éxito, el país contaría en octubre con dos opciones: de un lado el kirchnerismo de la izquierda autoritaria y, del otro, una conjunción democrática que podría incluir no sólo a De Narváez y Macri sino también al peronismo federal que reivindica al "segundo Perón". De ahí en más, los argentinos podríamos volver a tener un bipartidismo moderno y desarrollado, con una centroizquierda a la manera de los "progresistas" y una centroderecha democrática, asociadas primero para derrotar al autoritarismo kirchnerista y libres después para competir entre ellas, con vistas a una república democrática plenamente recuperada.
La oposición también la reelige a Cristina
Por Joaquín Morales Solá .Domingo 29 de mayo de 2011 |
Nunca Hermes Binner será candidato a vicepresidente de Ricardo Alfonsín si éste fuera aliado de Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires. También Roberto Lavagna le mandó decir a Alfonsín y a Eduardo Duhalde que no cuenten con él como candidato vicepresidencial. Alfonsín y Mauricio Macri le respondieron a Duhalde que no quieren por ahora acercarse a él, porque el ex presidente los comprometería ante sus respectivos votantes. De Narváez congeló las negociaciones con el radicalismo y prepara una alternativa de "boleta corta"; esto es, concurriría a las elecciones de octubre sin candidato presidencial si antes no es reconocido como un importante aliado nacional por el alfonsinismo.
La oposición parece ser la primera en haberse convencido de que Cristina Kirchner ya ganó. Sólo esa certeza explicaría tanta desorientación y, sobre todo, tantas deserciones cuando falta menos de un mes para que concluyan todos los plazos de inscripción de candidatos. Una mezcla inexplicable de egoísmos y de amateurismo, de escasa experiencia política y de exigua voluntad de poder, está conduciendo el proceso opositor. Son defectos expuestos ante la sociedad frente a un gobierno que ha hecho del marketing político su mejor producto. Embellece los errores, oculta los problemas.
Quizá la Presidenta habría dudado en presentarse a la reelección si hubiera tenido que enfrentar un desafío con el riesgo de una segunda vuelta. Ni su ánimo ni su fortaleza física están en condiciones de soportar el descomunal esfuerzo que significarían dos elecciones nacionales competitivas y muy cercanas entre ellas. Cristina Kirchner no sólo se quiebra en público; también lo hace, con más frecuencia aún, en reuniones privadas. Sus largos silencios y sus sollozos entrecortados suelen presentarse de improviso en cualquier encuentro del que participa. Todo eso es cierto, pero tiene vocación de poder y la verdad es que ahora la reelección se ha convertido en un paseo , aseguran a su lado.
El brinco de la Presidenta hacia su actual estado de placidez electoral sucedió cuando se extinguieron los tres tercios electorales que existían hasta principios de año. Luego cayó Macri entre los escombros del peronismo disidente y ahora se está diluyendo la oposición que lidera Ricardo Alfonsín, ahogada por los tironeos entre el socialismo y De Narváez . El principal problema, tanto de Macri como de los radicales, es que nunca tuvieron un buen candidato propio a gobernador de Buenos Aires.
La homérica provincia elegirá gobernador el mismo día en que se elegirá al presidente de la Nación; en su territorio habita casi el 40 por ciento del electorado nacional. ¿Cómo aspirar a conducir la Nación si ninguno de ellos tiene referentes propios y populares en la provincia más grande y poblada del país?
De Narváez se convirtió así en el socio más preciado para cualquiera de los opositores, no tanto por lo que es ahora, sino por lo que ha sido. Todas las encuestas bonaerenses colocan ahora a Daniel Scioli muy por encima de De Narváez, pero nadie olvida que éste fue el único político que le ganó una elección a Néstor Kirchner en el poder. ¿Podrá repetir su elección de 2009? La política siempre confía en que habrá una segunda oportunidad. Sea como sea, no hay otro candidato opositor bonaerense que convoque los votos que tiene De Narváez; el efecto de su arrastre podría ser decisivo para cualquier candidatura presidencial.
Macri se bajó cuando De Narváez lo notificó de que había iniciado conversaciones con Alfonsín. La relación entre ellos fue siempre extraña. Ni De Narváez aceptó el liderazgo de ese espacio que le planteaba Macri, ni Macri se resignó a ser rehén de las ambiciones y los modos de De Narváez. Cierta competencia por quién representaba mejor la novedad política influyó también en esa relación ya destruida.
Cuando coincidió que Carlos Reutemann se jubiló de hecho de la política, que De Narváez se hizo radical y que Duhalde entró en estado de desesperación, el peronismo disidente dejó de existir. Digan lo que digan, Kirchner le hizo un último favor a su esposa: se llevó a la tumba los restos de ese peronismo que había nacido a la sombra de su oposición. ¿Con qué apoyos contaría Macri entonces? ¿Por qué el líder capitalino se pavoneó tanto con su candidatura presidencial si antes no había tejido ninguna alianza segura?
En la otra vereda, Binner nunca fue notificado por el radicalismo de que había iniciado negociaciones con De Narváez. Si existiera la sinceridad intelectual, todos deberían aceptar que hay problemas de compatibilidad entre los socialistas y De Narváez. Alfonsín y Binner habían hablado de una fórmula conjunta, pero ni siquiera especificaron en qué lugar estaría cada uno. Así estaban las cosas cuando la sorpresiva noticia sobre la presencia de De Narváez le llegó a Binner junto con los diarios. Se hace política de otra manera.
Binner nunca estará en una misma alianza con De Narváez, aunque tampoco nunca lo debilitará a Alfonsín con una candidatura presidencial propia en nombre de una opción de centroizquierda. No irá como candidato de Pino Solanas y de Luis Juez. La vida ya me dio un beso con todos los cargos que tuve. No necesito otro lugar , le confió a sus íntimos.
Lavagna no cree, en cambio, en las adhesiones personales. Ya tuvimos esa experiencia con Cobos y no terminó bien , suele decir el ex ministro. Por eso les envió mensajes tanto a Duhalde como a Alfonsín: No insistan con mi candidatura vicepresidencial. No aceptaré ese lugar , les anticipó. ¿Para qué jugaron su nombre cuando ni siquiera habían tenido una conversación seria con él? ¿Por qué se sometieron al previsible no de un hombre que nunca tuvo el sí fácil?
Algo parecido sucedió con Graciela Ocaña, a la que el radicalismo sólo le ofreció ser candidata a diputada nacional en sus propias listas capitalinas. Le pidió algo más: que se acercara a De Narváez para barnizarlo a éste con cierto progresismo del que carece el candidato bonaerense. Nunca le dijeron que la necesitarían como candidata a vicepresidenta, pero su nombre y ese lugar ya se publicaron en todas partes. ¿Impericia? ¿Desesperación? No hay respuestas.
Alfonsín le mandó decir a Duhalde que es mejor que no se vean por ahora, porque aquel quiere consolidarse como progresista y no como duhaldista de última hora. Macri prefiere dilatar cualquier acercamiento con Duhalde porque éste no lo hace bien ante el receloso electorado porteño. Macri se juega su carrera política en las cruciales elecciones de la Capital del 10 de julio.
En ese contexto, las viejas intransigencias de Elisa Carrió cobran importancia: ¿para qué mezclarse en un fárrago inconducente de intentos fallidos? Carrió no había descartado una dura negociación final con el radicalismo hasta que cundió el desconcierto.
La candidatura de Cristina Kirchner ya ni siquiera despierta expectativas; está instalada en la política y en la opinión pública. Colaboradores cercanos desconfían, no obstante, de que su estado de ánimo termine arruinando la fiesta. Algunos de ellos han llegado, incluso, a explorar una fórmula entre Alicia Kirchner y Reutemann para el caso de que Cristina desistiera. Son reaseguros que se murmuran, pero que nadie sabe siquiera si cuentan con la aprobación presidencial.
¿Desistir? ¿Cómo haría la Presidenta para olvidarse de ese centelleo tan kirchnerista de que el Estado es una propiedad personal? ¿Cómo, cuando todas las encuestas le dicen que podría conservar ahora esa pasajera fantasía? ¿Cómo, cuando un reflejo extremadamente autoritario la llevó a confundir alegremente la fecha patria con un aniversario familiar? ¿Cómo, en fin, cuando se olvidó de que la historia empezó en 1810, dos siglos antes de que los Kirchner comenzaran a reescribirla?

Ocho años de kirchnerismo / Balance de la gestión presidencial
El poder como propiedad privada
Joaquín Morales Solá LA NACION.Miércoles 25 de mayo de 2011 |
Fue un instante sorpresivo que se metió en la historia. Hoy se cumplen ocho años de ese momento en el que Néstor Kirchner asumió como el presidente con menos votos de la historia argentina, apenas poco más del 22 por ciento del electorado. Sería injusto negarle al kirchnerismo que, con tan escaso capital originario, haya logrado cambios culturales importantes en la sociedad argentina y que, encima, consiguió la fórmula de la eterna juventud. Otro debate significa, en cambio, la calificación de esos cambios y, sobre todo, su improbable permanencia en el tiempo.
El kirchnerismo tuvo claramente tres etapas: el primer mandato de Néstor Kirchner, el de su esposa a partir de 2007 y el que sucede ahora después de la muerte del ex presidente. Hay, sin embargo, huellas que marcaron los tres períodos, aunque hayan tenido intensidades distintas: el desprecio a los partidos políticos y el enfrentamiento constante con importantes sectores sociales, como los empresarios, la Iglesia, los principales países del mundo y, sin duda, la prensa indócil. Todos ellos eran, y son, portadores de ideas "antipatrióticas". Cuando la "patria" es propiedad de unos pocos, el resto se convierte, irremediablemente, en un enemigo que debe prescribir.
Sin embargo, influyó más en los Kirchner, en todos los casos, la decisión política de no compartir el poder con nadie. El poder y el Estado pasaron a ser considerados no un bien común del sector político gobernante (que hubiera sido ya una grave deformación del sistema democrático), sino una propiedad privada del matrimonio que accedió al poder el 25 de mayo de 2003. No se puede hacer eso sin provocar una hendidura extendida y profunda en el cuerpo social del país. Existe ahora, en efecto, una fractura expuesta que afecta a casi todas las categorías sociales y que es, al mismo tiempo, una lamentable novedad de la democracia argentina.
En el principio, Néstor Kirchner solía explicar que había tomado un país en situación de virtual anarquía y que el peor remedio para eso hubiera sido un presidente conversador y manso. Cierta razón había en esas palabras: la Argentina vivía las consecuencias recientes de la peor crisis económica, política y social que recordara cualquier argentino vivo.
La propia institución presidencial cayó entre los derrumbes de 2001 y 2002 cuando se sucedían presidentes como si fuera un casting de malos actores. Sin embargo, no es igualmente cierto que la economía estaba tan mal como la política o la sociedad.
Ya a mediados de 2002 los cambios en la economía internacional (un fuerte incremento en los precios de las materias primas) habían comenzado a desahogar las exhaustas arcas fiscales. Kirchner tuvo una pequeña base donde hacer pie para iniciar dos cosas: su propia campaña electoral, ampliamente financiada por el gobierno de Eduardo Duhalde, y, luego, la reconstrucción del poder político desde la presidencia. Quizás era necesario también un golpe sobre la mesa para imponer de nuevo un sentido de autoridad perdido, pero el problema surgió cuando esa estrategia circunstancial se convirtió en un método. Era el método que el kirchnerismo aplicó con buenos resultados en Santa Cruz una suerte de inicial laboratorio de lo que más tarde se haría desde la conducción política de la Nación.
Hasta casi el final del mandato de Néstor Kirchner, la economía respetó las columnas del modelo: tipo de cambio competitivo, superávit comercial y fiscal y desendeudamiento. Ortodoxia salpicada con discursos heterodoxos. Esa política era posible, desde ya, porque nunca se modificaron, hasta ahora incluso, las buenas condiciones internacionales de la economía.
No obstante, antes del final del primer período presidencial kirchnerista comenzaron las transgresiones, que ya nunca pararon: la intervención del Indec, que se convirtió en un permanente experimento de prueba y error; una creciente intervención del Estado en la economía privada, lo que ahuyentó la inversión; el uso de las reservas del Banco Central para seguir financiando un crecimiento satelital del gasto público, y la aparición desenfrenada de una inflación que el Gobierno no quiso ni quiere ver. Los defectos del "modelo" se profundizaron aún más durante la gestión de Cristina Kirchner (el intento de maquillaje de esos errores la llevó al monumental y perdidoso combate con los productores rurales) y se están agravando desde la muerte del ex presidente, que, al revés que su esposa, sabía leer los mensajes a veces confusos de la economía.
Política internacional
La relación con la economía y con la política internacional estuvo marcada también por los hombres que rodearon al matrimonio presidencial. Una cosa fue Roberto Lavagna al frente de la economía y otra cosa es la cohesionada y chambona dupla que integran Amado Boudou y Guillermo Moreno. Algo distinto en las relaciones exteriores expresaron Rafael Bielsa y Jorge Taiana, comparados con el desenfrenado Héctor Timerman. Una dosis mayor de seriedad política aportaba Alberto Fernández en la Jefatura de Gabinete frente al ofensivo Aníbal Fernández. Lavagna, Bielsa, Taiana o Alberto Fernández sabían también decir que no. Cierta decadencia en la elección de los colaboradores es fácilmente advertible en el decurso de la experiencia kirchnerista.
Algunas preguntas deben hacerse con honestidad intelectual: ¿qué llevó entonces a sectores importantes de la sociedad a sentirse identificados hasta ahora con esas políticas y con esas personas? ¿Por qué un número significativo de intelectuales y de académicos abrazaron el discurso oficialista con una fe digna de mejores causas? El kirchnerismo hurgó en viejos lugares comunes de la sociedad argentina: la culpa de los males nacionales es siempre del extranjero, el destello de arraigadas doctrinas nacionalistas y estatistas, y cierto resentimiento de un país que creyó siempre en un destino manifiesto que nunca llegó. Los Kirchner se elevaron a sí mismos a la condición de supremos voceros de esos dogmas.
No es menor la influencia que tuvo la decidida política oficial para revisar las violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura. Había heridas que no cicatrizaron después de casi 30 años de democracia y que el kirchnerismo supo advertirlo. También es cierto que el kirchnerismo buscó con precisión los rencores acumulados entre antiguos sectores marginados y los llevó a éstos al centro de la decisión política.
Una vieja leyenda dice que Néstor Kirchner le respondió de mala manera a un pedido de La Cámpora para acceder a cargos en el Gobierno. "Traigan títulos universitarios o, por lo menos, secundarios", les habría contestado. En una diferencia notable con su esposo, Cristina Kirchner decidió respaldarse en la juventud kirchnerista , que a su vez se aferró a los fanatismos propios de la edad. Con cargos o sin ellos, a ese sector de la juventud argentina le dieron banderas de sectarismos y de segregación política. El kirchnerismo en general, y la juventud en particular, dio vuelta el viejo y certero concepto de que la prensa debe ser crítica; son ellos los que se colocaron ahora en críticos del periodismo, mediante la descalificación, la calumnia y, a veces, la intervención lisa y llana.
Néstor Kirchner era un político más clásico en el fondo; estallaba en altercados con la misma frecuencia con que se reconciliaba. Su esposa es una persona de amores y de odios, que casi no deja margen a los matices. Hay, desde la muerte del ex presidente, una mayor y más alisada disciplina en el oficialismo, porque todos suponen que un fastidio de la Presidenta puede ser una herida política mortal. El riesgo es el aislamiento.
Los Kirchner se han beneficiado también de una oposición política ciertamente impotente. El problema no es que los opositores hayan cometido errores, comunes a la naturaleza humana, sino que ardieron en el fuego de egoísmos, vanidades y competencias inútiles. Frente a ese paisaje de desolación en la vereda de enfrente, el oficialismo montó una perfecta y permanente estructura electoral.
Todo lo que se dice, y sobre todo lo que no se dice, responde a una programación previa. No pocos empresarios, jueces y hasta periodistas forman parte de esa maquinaria electoral. Del kirchnerismo podrán decirse muchas cosas, menos que careció de voluntad para explorar hasta donde nadie había ido.
 
El triunfo de los moderados
Joaquín Morales Solá - LA NACION.Martes 24 de mayo de 2011 |
Sobresalen los resultados de Santa Fe por lo distinto que fueron de las corrientes políticas que impone el gobierno nacional y el resto de la dirigencia. Hubo poca dosis de ideología en un universo nacional donde reinan las ideologías. Hubo una marcada tendencia a votar candidatos moderados y consensuales en un mundo de inmoderados, que hacen de supuestas "guerras" la principal bandera de su acción política. Es probable que la Presidenta, halagada todavía por las encuestas, termine cometiendo un serio error político si considerara que esas mediciones de opinión pública reflejan a una sociedad con anhelos de combates épicos. Nada predice eso y, por el contrario, algo empieza a expresar una predisposición social hacia políticas mesuradas.
Una primera conclusión indica que un ganador importante de la noche del domingo fue el gobernador socialista Hermes Binner. El mandatario debió imponer a su precandidato Antonio Bonfatti (que comenzó la campaña en un lejano tercer lugar) por sobre el popular intendente de Santa Fe, el radical Mario Barletta, y a pesar de la propia escisión socialista que lideró el senador Rubén Giustiniani. La coalición radical-socialista gobernante en Santa Fe consiguió, en conjunto, unos 25.000 votos menos que el número total de sufragios obtenidos por los peronistas.
Hay ahí dos mensajes claros. Uno de ellos es que los santafecinos privilegiaron los modos serenos y acuerdistas de Binner. Su protegido Bonfatti fue el precandidato que, a pesar de todo, hizo la mayor cosecha individual de votos. Binner está concluyendo su mandato con un estilo que careció de rispideces, salvo algún duro intercambio de acusaciones con Carlos Reutemann durante la campaña electoral de hace dos años. Sin embargo, los dos, Binner y Reutemann, se presentaron juntos ante la Corte Suprema de Justicia para defender la coparticipación de Santa Fe frente a las arbitrariedades del gobierno nacional. Ese acuerdo entre ellos sorprendió hasta a los jueces del máximo tribunal del país.
El otro mensaje consiste en que Binner tendrá que abandonar, seguramente, sus tentaciones electoralesen la competencia nacional por fuera de la coalición con el radicalismo. Le guste o no, los radicales santafecinos lo ayudaron decididamente a acercarse al número general de votos de los peronistas, porque Barletta sacó un tercio de los votos totales de la interna radical-socialista. No pocos intendentes radicales, además, prefirieron votar por el candidato de Binner y no por el de su partido. Las alternativas que tiene son dos: un acuerdo inmediato con el radicalismo o llevar la candidatura presidencial de esa coalición a las internas abiertas del 14 de agosto para que se elija entre él o Ricardo Alfonsín. El gobernador parece inclinarse por esta última variante.
Otro caso notable en la dirección de la moderación fue la excelente elección que hizo Miguel del Sel, una apuesta muy reciente de Mauricio Macri. De Sel resultó uno de los tres candidatos más votados individualmente el domingo, sólo precedido por Bonfatti y por el peronista Agustín Rossi. El actor sacó 35.000 votos menos que Rossi, pero Del Sel careció de candidato a presidente, de estructura partidaria y, sobre todo, de plata.
Encuestadores y analistas se equivocaron hace poco cuando Macri abandonó la carrera presidencial: muchos de ellos pronosticaron entonces una caída electoral sin atenuantes para Del Sel. En un paisaje electoral donde el que más sacó sólo consiguió el 16,5 por ciento de los votos generales (Bonfatti), Del Sel se quedó con el 13 por ciento del padrón general. Rossi obtuvo el 15,3 por ciento. Mientras Bonfatti contó siempre con el apoyo de la administración provincial y de su gobernador, y a Rossi lo benefició un verdadero desembarco de amigos y de recursos del gobierno nacional, Del Sel no tuvo más que la esporádica y solitaria compañía de Macri.
Del Sel tiene buena relación con Macri, con Binner y con Reutemann. Sus formas desenfadadas le permitieron pasar por encima de los límites políticos que impone la política o de las fronteras ideológicas que levantan los políticos. Algunos han criticado que un actor cómico se haya convertido en político y que la política lo haya aceptado rápidamente. Esa idea puede ser injusta: ¿por qué un actor cómico resultaría peor que el resto de la dirigencia política argentina? No debe olvidarse, además, que Reutemann, el político que más tiempo lideró la política santafecina desde 1983, no venía de la política, sino de una exitosa carrera como corredor internacional de automovilismo.
La prueba de la buena campaña de Del Sel la dieron ayer Bonfatti y Rossi: ambos dijeron que el actor se llevará muchos votos del otro en las elecciones generales de julio en Santa Fe. Lo más probable es que Del Sel termine cosechando votos peronistas y no peronistas. Las ideologías han perdido influencia.
En el peronismo se impuso el kirchnerista Rossi, pero la sorpresa la dio en ese espacio el moderado intendente de Rafaela, Omar Perotti, que salió segundo y relegó al ex canciller Rafael Bielsa al tercer lugar. El micromundo político de Santa Fe vaticinaba, en cambio, una pelea cuerpo a cuerpo entre Rossi y Bielsa, dos hombres del kirchnerismo que actuaron y sobreactuaron la disciplina a la Presidenta. El cuadro con una foto de Néstor Kirchner en el palco victorioso de Rossi fue una perfecta metáfora del culto kirchnerista. Era un retrato, al final de cuentas, el que había ganado.
Perotti es, al revés, un hombre que creció a la sombra de Reutemann y al que le gusta la gimnasia de conversar con todos los dirigentes políticos. Fue cuatro años ministro del gobernador Jorge Obeid, otro moderado que dejó buenos recuerdos entre los santafecinos. Como jefe comunal de Rafaela, Perotti es elogiado por sus formas democráticas hasta por el obispo de esa ciudad, Carlos Franzini. Perotti fue, después de Del Sel, el cuarto precandidato santafecino con más cantidad de votos individuales, ubicación que comparte con el radical Barletta.
Bien mirados los resultados santafecinos, la Presidenta tendría pocas razones para sentirse satisfecha, como se manifestó ayer. Una fuerte corriente política más moderada que inmoderada, y más democrática también, surgió desde uno de los cuatro distritos electorales más importantes del país. Esas constataciones le deberían indicar que la Argentina ya no quiere nuevas fragmentaciones y que quiere menos los perpetuos combates que ofrecen sus jóvenes seguidores
 
Montoneros, moyanistas y republicanos
Mariano Grondona.Domingo 22 de mayo de 2011
En un reportaje que publicó la revista Debate , el viceministro de Economía, Roberto Feletti , dijo que "el opulismo debería radicalizarse", agregando, para sostener su afirmación, que "uno de los problemas del populismo es que no era sustentable, ya que no podía apropiarse de factores de renta importantes. Esto es lo que cambió. Ganada la batalla cultural contra los medios y con un posible triunfo electoral en ciernes, no tenés límites". Estas declaraciones fueron contradichas por el ministro de Economía, Amado Boudou, el superior de Feletti, y por el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Al hablar de la "apropiación de los factores de renta", ¿se estaba refiriendo Feletti a una posible revancha por la derrota que sufrió el Gobierno en 2008, cuando pretendió apropiarse de la renta de la soja y sólo consiguió llevar las retenciones al 35 por ciento? Al refutarlo, ¿estaban Boudou y Randazzo condenando de cuajo la renovada pretensión apropiatoria de Feletti o se limitaban a contradecirlo porque les pareció inoportuna ya que, si el Gobierno aspira a "ir por todo" contra el campo y contra empresas como Techint, el momento oportuno para hacerlo no sería "antes" de las elecciones de octubre, sino "después", para no ahuyentar desde ahora a los votantes de la clase media? Según esta hipótesis, el pecado de Feletti no habría consistido en proclamar su adhesión al "populismo radicalizado" que comparte con los sectores "duros" del kirchnerismo, sino en haberse apresurado.
Si entendemos por populismo la apropiación de la renta privada para volcarla a las arcas del Estado so pretexto de acelerar la "inclusión social" en vez de alentar a las empresas a que reinviertan sus utilidades a cambio de la consiguiente seguridad jurídica -esto sería "capitalismo"- la acusación de "populista" le había llegado hasta ahora al Gobierno desde la oposición. Pero Feletti, a la manera kirchnerista, dobló la apuesta al confesar que es populista, tomando así las críticas opositoras como un nuevo trofeo. Sólo la remoción de este viceministro que aspira a ser el próximo ministro de Economía para sustituir a Boudou si Cristina lo lanzaba a la ciudad -cosa que no ocurrió: irá Filmus- o, incluso, si lo consagra como su candidato a vicepresidente, dejaría a la "apropiación de la renta" fuera del horizonte kirchnerista. Pero esta remoción, hasta ahora, no se ha concretado.
Entre Montoneros y Moyano
Mientras continúe la confusión en las filas opositoras, la principal preocupación de la Presidenta es la tensión entre sus propios partidarios. ¿Hasta dónde llegará la confrontación entre algunos miembros del núcleo duro del kirchnerismo que la rodea -Verbitsky, Kunkel, Zannini?- y el sindicalista Moyano ? Sus orígenes no pueden ser más opuestos. De un lado, el "núcleo duro" proviene directamente de los Montoneros. El diputado Kunkel fue el superior directo de Néstor Kirchner en la Juventud Peronista de La Plata. Los sucesores actuales de los Montoneros no difieren de los Montoneros originales en sus fines últimos, sino en su estrategia. Estos, que apelaron a la violencia, fueron derrotados por las Fuerzas Armadas en la más sangrienta de las décadas. Aquéllos sacaron la lección de su derrota convirtiéndose, ya en democracia, en Montoneros desarmados . Aunque ya no apelan al crimen organizado, no por eso han abandonado la meta final que también caracterizaba a sus antecesores: la búsqueda del poder. Sólo que ahora, siguiendo las lecciones del comunista italiano Antonio Gramsci, quien ya no proponía conquistar el poder por la violencia, sino a través de la conversión cultural de la clase media -Gramsci decía que el comunismo triunfaría en Italia solamente cuando los descendientes de Giovanni Agnelli se hicieran comunistas-, los Montoneros de hoy apelan a ganar, mediante la ley de medios, la batalla cultural.
Esta estrategia es opuesta a la ideología sindical cuyo origen, como el del primer Perón aunque no por cierto en la versión del último Perón, es fascista. Una vez, el rey de España Carlos V refutó con ironía a quienes le recomendaban combatir al rey Francisco I de Francia diciendo: "¡Pero si mi primo Francisco y yo estamos de acuerdo: los dos queremos Milán!". Y bien, Moyano y los sucesores de los Montoneros también quieren lo mismo: el poder. Pero el poder, así concebido, no se comparte. El odio entre el sindicalismo peronista y los Montoneros culminó el 20 de junio de 1973, cuando ambos bandos se masacraron en Ezeiza. Hoy, la relación entre el moyanismo y el núcleo duro del kirchnerismo se ha vuelto más astuta y hasta laberíntica, pero continúa siendo verdad que los dos quieren Milán.
¿La República perdida?
Hacia los años veinte, cuando Europa parecía desgarrarse entre el fascismo y el comunismo, Ortega y Gasset se hizo esta ansiosa pregunta: "¿Dónde están los liberales"?. Si uno advierte que tanto el moyanismo como el núcleo duro del kirchnerismo son autoritarios porque buscan un poder no domesticado por nuestras instituciones democráticas, la pregunta de Ortega, actualizada, sería la siguiente: si los grupos de poder cuya tensión rodea a la Presidenta son, ambos, autoritarios, ¿dónde están los republicanos , dónde están aquellos que no creen en la unidad del poder, sino en la división de los poderes ? ¿Diríamos que sólo entre los vacilantes opositores?
La batalla por la república democrática, en tal caso, ¿estaría perdida? ¿Sería inevitable que Cristina Kirchner, de ganar en octubre, lanzara de inmediato una propuesta "reeleccionista" mediante una consulta popular como la que acaba de hacer el gobernador Gioja en San Juan? Un reciente artículo del analista político Rosendo Fraga en Clarín, que lleva por título "Una cultura política a dos velocidades", que después amplió en una conferencia en la UADE, ¿podría devolvernos el optimismo?
La tesis de Fraga es que, contra lo que aparece a primera vista, el fervor por la república democrática florece en los seis mayores distritos de la Argentina. Tanto la provincia de Buenos Aires como la Capital Federal, tanto la provincia de Córdoba como la de Santa Fe (que hoy celebra elecciones primarias), al igual que las provincias de Mendoza y Entre Ríos, un conjunto de distritos donde vive el 70 por ciento de los argentinos, han reunido desde el advenimiento de la democracia en 1983 los siguientes caracteres: en ninguno de ellos hay reelecciones indefinidas; todos ellos han respetado la composición de sus cortes supremas; en todos ellos el Poder Ejecutivo está en minoría en las cámaras legislativas, pero también fueron capaces de aprobar sus presupuestos mediante el consenso.
¿No son éstos, acaso, los caracteres típicos de las repúblicas democráticas? Pero el "republicanismo" de los grandes distritos, continúa Fraga, no se ha repetido en otros dos niveles: ni en las 18 provincias llamadas "chicas", todavía sometidas a políticas hegemónicas, ni en el orden nacional, que estuvo casi siempre conducido, desde 1989 hasta la fecha, por presidentes provenientes del hegemonismo "pequeño-provincial", desde el riojano Menem hasta los santacruceños Kirchner. Lo cual significa que la Argentina todavía es políticamente bicultural . Y lo cual también significa que la crucial batalla entre una cultura autoritaria y una cultura democrática aún no está definida. Si Cristina se replegara y fuera sustituida por la candidatura presidencial de Daniel Scioli, diríamos que los republicanos podrían ganarla. Si se presenta y gana porque persisten las falencias de la oposición, la batalla entre nuestras dos culturas políticas, simplemente, continuará.

Se mató el ex jefe de la UTA y un abogado platense está grave
Juan Manuel Palacios murió en un accidente en Roque Pérez. Fue un fuerte líder sindical durante décadas. Viajaba junto a un profesional de nuestra ciudad
El apoyo supera lo que esperè, y si tengo la suerte de salir airoso no va a salir defraudada. Se las necesidades de la gente y pueblo por pueblo lo que necesitan. La muni de puertas abiertas, sino no sirve
El ex secretario general de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) Juan Manuel Palacios murió ayer al volcar la camioneta en la que se movilizaba junto al abogado del gremio, un profesional platense que resultó gravemente herido, en la localidad bonaerense de Roque Pérez, informaron fuentes policiales.
El accidente ocurrió a la 10.30 en el kilómetro 138 de la ruta nacional 205 cuando la camioneta Mercedes Benz, patente CGN 221, en la que se movilizaba Palacios y era presuntamente conducida por al abogado del gremio oriundo de nuestra ciudad, Walter Hugo Carattoli (55), volcó al tomar una curva.
Al cierre de esta edición Carattoli se encontraba internado en el hospital Italiano de nuestra ciudad, hacia donde fue trasladado poco después de la tragedia.
Las fuentes consultadas afirmaron que Carattoli "se encuentra en la sala de terapia intensiva y su pronóstico es reservado". Los expertos coincidieron en que para una evaluación más precisa "hay que esperar algunas horas". Fuente: http://www.eldia.com.ar/edis/20110521/tapa15.htm
Hay mas de 80 comentarios en la pagina de noticias que postea esta nota. Entre ellos
21/05/2011 - 12:02 | #8 karaka
No sean resentidos, Palacios era un gran tipo, fue uno de los fundadores del MTA, movimiento sindical opuesto a Menem y a los complices del remate de los 90. Luego se fue porque no lo aguantaba a Moyano. Choco en una mercedes patente C, o se del año 98. No veo porque no pueden tener ese vehiculo, que vale menos que el OK mas barato. ¿Porque no se acuedan del Turco Azar, el enterrior que manejo el gremio durante toda la dictadura y que fue a Ginebra en representacion de la CGT junto con los funcionarios del "Gobierno Criminal". Me parece que ustedes son jodiditos de ideas.
21/05/2011 - 09:27 | #4 patria
¡QUE PAREZCA UN ACCIDENTE, JA.JA.JA!
Elección para la reelección
Joaquín Morales Solá , LA NACION .Domingo 22 de mayo de 2011
En una rara elección interna en la que votó una sola persona, Cristina Kirchner eligió a Daniel Filmus y confirmó que el kirchnerismo es la colectividad más flexible y pragmática de la política argentina. Más cercana emocionalmente a Amado Boudou que a Filmus, la Presidenta cumplió con el manual básico que le legó su marido muerto: las emociones y los gustos no sirven para enfrentar elecciones.
La decisión capitalina tiene más valor como síntoma que como decisión. La primera de las grandes decisiones presidenciales de las próximas semanas señaló también, claramente, que Cristina Kirchner ya es candidata a la reelección. Se inclinó por Filmus pensando más en octubre que en la Capital, donde las elecciones serán el 10 de julio. Sólo un problema de salud que hoy no existe podría bajarla de la candidatura presidencial , dijo un influyente funcionario, el único que apostaba por Filmus cuando todos celebraban anticipadamente al lado de Boudou.
La simpatía de la Presidenta hacia Boudou no pudo competir con las supuestas antipatías presidenciales a Filmus, quien, debe precisarse, sólo usó esporádicamente su derecho a la libertad. Boudou es ahora el jefe de Gabinete en los hechos y podría serlo formalmente en un nuevo gobierno de Cristina Kirchner , aseguran los que conocen los movimientos del séquito presidencial. La carrera en la cima es una cosa, pero Boudou vivió la decisión del viernes como un fracaso político y personal. ¿Era Boudou el mejor candidato para enfrentar a Mauricio Macri, que conserva el liderazgo político de la Capital?
Tal vez una anécdota sirva para responder esa pregunta. Una de las razones por las que Macri se bajó de la candidatura presidencial (hubo varias más, sin duda) fue la intuición de que cualquiera de sus dos ahijados para sucederlo en la capital, Horacio Rodríguez Larreta o Gabriela Michetti, perdería contra Filmus. Filmus podría ganar si fueran ellos , se sinceró Macri en su momento ante el líder radical de Córdoba, Oscar Aguad.
Macri es ahora el candidato y no ninguno de sus retoños. Eso es lo que lo convirtió a Filmus en más necesario que antes, aun cuando la Presidenta debió olvidar, pasajera y no definitivamente, que el senador tomó distancia en 2009 de un gobierno que era una estrella menguante, y que se volvió a aferrar a él ahora, cuando es, por obra y gracia del crecimiento económico y de una muerte súbita, una constelación casi excluyente.
Esas pasiones se olvidaron en el momento en que se entró a valorar que la elección capitalina precederá sólo en tres meses a las presidenciales. Cristina Kirchner apostó entonces a ganarle a Macri en su propio territorio, lo que potenciaría fuertemente su propia candidatura, o a perder sin pagar los precios de cualquier derrota. Filmus es Filmus; Boudou es, en cambio, una creación casi personal de la Presidenta.
El caso Boudou explica, mejor que nada, una forma de gobernar. Sin brillo como economista ni como político, construyó su capital político con una mezcla de disciplina y sumisión. Vos no sos leal como Boudou , le zampó Cristina al leal ex canciller Jorge Taiana cuando lo despidió a éste de su gobierno. Boudou es, entonces, el ejemplo para los otros ministros. Boudou asume las políticas presidenciales hasta sin entenderlas; copia el contenido de los discursos presidenciales y se hace amigo y enemigo de los amigos y enemigos de la Presidenta. Es el ministro que jamás ingresa en la oficina de los presidentes con malas noticias. Tiene, además, la estética de cierta modernidad que seduce a Cristina Kirchner. Esa emulsión de fidelidad y estética es lo que predomina en la construcción cristinista de la política.
Predomina más, con todo, un sentido de la autoridad que roza peligrosamente el autoritarismo. La Presidenta suele decir que a las mujeres les cuesta mucho más que a los hombres conseguir las cosas de la vida y de la política. La aseveración es irrefutable y no necesita probarse. Quizás esa certeza de que la mujer está siempre en inferioridad de condiciones es la que la impulsa hacia una manera de mandar excesivamente personalista. La escenografía de la noche del viernes, en la que tres hombres desorientados fueron a Olivos a inclinarse ante un destino que desconocían, fue propia de las monarquías previas a la Ilustración.
Hay testimonios de que Boudou, por ejemplo, había encargado en la mañana del viernes las vituallas de una celebración que no sucedió. De hecho, la ciudad amaneció esa misma mañana llena de carteles nuevos con Boudou posando al lado de la Presidenta. Eran los vanos aderezos de un festejo arruinado.
Si la decisión descansaba sólo en el derecho divino de una persona, ¿para qué, al final de cuentas, Filmus, Boudou y Carlos Tomada gastaron fortunas en afiches callejeros? ¿A quiénes querían convencer? ¿O es que, acaso, toda esa montaña ya inservible de carteles publicitarios estaba destinada a los ojos de una sola persona? Cuesta imaginar a hombres con trayectoria política sometidos a un método tan poco respetuoso de los partidos políticos y de los propios dirigentes políticos.
El proceso de selección de candidatos locales o nacionales está exhibiendo la crisis terminal que afecta al sistema de partidos en la Argentina. El liderazgo personal, a veces el mesianismo de un individuo, está reemplazando en todos los casos a la cáscara vacía de los partidos. Un día antes, el jueves, se reunió en La Plata la conducción nacional del Partido Justicialista y no dijo una sola palabra sobre las alternativas que aún existían en la Capital. Ese concilio sólo sirvió para repetir que Cristina Kirchner tiene el poder para hacer lo que quiera, incluso para redactar párrafos enteros de un documento firmado por un consejo al que no pertenece y sobre una reunión en la que no estuvo.
Cristina Kirchner ya es candidata a la reelección aunque por momentos su cuerpo y parte de su cabeza le digan que no. Pero la parte más decisiva de su cerebro y, fundamentalmente, su alma están diciendo que no tiene otro proyecto que permanecer en el poder. Nunca otro candidato presidencial trabajó tanto como ella la lealtad hacia un futuro gobierno suyo. Ningún candidato a legislador nacional, sea de la provincia que sea, puede considerarse como tal hasta que no pasa por el estricto tamiz presidencial. Hasta los candidatos comunales de la Capital han sido supervisados por Cristina y por su equipo personal, que llenaron esos cargos con jóvenes de La Cámpora. Los tres candidatos de la Capital debieron depositar sus respectivas listas de candidatos a legisladores porteños en manos del secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. Filmus recibirá ahora la lista definitiva confeccionada por la Presidenta y sus jóvenes asesores.
En Mendoza, acaban de ingresar en las listas de candidatos a diputados nacionales dos militantes de La Cámpora, impuestos personalmente por Cristina, en lugar de dirigentes que habían ganado procesos internos de selección. Uno de los que cayó es hijo del ex hombre fuerte del menemismo Eduardo Bauzá.
Si ahora dijera que no, habría muchos más problemas que soluciones , deduce un kirchnerista escéptico. Todas las turbinas del oficialismo están trabajando en la dirección de la candidatura a la reelección. ¿Cómo cambiar su rumbo drásticamente, en tan poco tiempo, sin que el peronismo se resquebraje? ¿Quién estaría en condiciones ahora de hacerse cargo de semejante sistema de poder vacante?
Es cierto que Cristina Kirchner está haciendo ahora el duelo que se negó a hacer durante seis meses. Su ánimo está cada vez más frágil y sus lágrimas son más frecuentes que nunca. ¿Mejoraría su espíritu si dejara los empaques del poder y se quedara sin trabajo? No. ¿Y cómo resolvería la voracidad del peronismo ante un eventual mandato sin reelección? El kirchnerismo siempre tiene un conejo en la galera y la nueva sorpresa será, seguramente, un largo debate sobre una reforma constitucional para perpetuarla a la Presidenta en el poder. Esa reforma no sucederá nunca, pero la discusión sobre ella servirá para congelar todas las otras ambiciones. El plan ya existe.


La Presidenta contra Moyano: ¿"acción" o "actuación"?
Mariano Grondona .Domingo 15 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa.
.EL Diccionario de la Real Academia Española define la acción diciendo que es "el ejercicio de la posibilidad de hacer". El titular de una acción escoge, por lo visto, una de "las posibilidades de hacer" que se le ofrecen. El verbo que corresponde al sustantivo "acción" es accionar , un verbo poco elegante aunque ilustrativo. Hay un segundo verbo vinculado, empero, con el sustantivo "acción", que es el verbo actuar . El problema es que "actuar" tiene un sentido ambivalente porque, si bien la actuación es de un lado idéntica a la "acción", del otro lado también quiere decir, según el Diccionario , "interpretar un papel, ya sea teatral o cinematográfico". ¿Qué hizo, entonces, Cristina en el discurso televisado del último jueves cuando, después de mostrarse irritada y hasta alterada por las presiones que, sin nombrarlo, atribuyó a Hugo Moyano, llegó a poner en duda su propia postulación para la carrera presidencial? Lo suyo, ¿fue el comienzo de una "acción" para vencer efectivamente al líder sindical o fue el despliegue de una elaborada "actuación" para convencer a aquellos que lo detestan de que ha partido en guerra contra él pese a que en el fondo quiere "contenerlo" pero no derrotarlo? Cristina, en definitiva, "acciona" o sólo "actúa" frente a Moyano?
Esta pregunta no parece inoportuna porque la actividad política es en parte una acción práctica para obtener o conservar el poder y en parte una actuación teatral para conmover a la audiencia que no siempre coincide, por otra parte, con la intención práctica porque a veces sirve para disimularla. ¿Adónde ubicaremos, entonces, a la Presidenta entre los dos cuernos de este dilema? ¿Está atacando de veras a Hugo Moyano, o sólo hace como si lo atacara?
Esta pregunta divide a los observadores. Según algunos de ellos, lo que ha hecho Cristina es ejecutar los primeros compases de un verdadero crescendo cuya culminación podría ser, del lado de Moyano, el aumento exponencial de las acciones directas del sindicalismo en las calles hasta obtener la "rendición" de Cristina ante las pretensiones de poder de Moyano, cuyo objetivo sería obtener la candidatura vicepresidencial al lado de Cristina, quizá para Héctor Recalde, y una candidatura a gobernador distinta de la de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires, quizá para Sergio Massa, o, al menos, la candidatura a vicegobernador de un representante sindical al lado de Scioli. Del lado de Cristina, según esta tesis del crescendo , el objetivo máximo sería derrotar a Moyano hasta llegar, a lo mejor, hasta su prisión, a cargo, por supuesto, de Norberto Oyarbide.
Esta es la interpretación que sugieren los maximalistas del conflicto entre Cristina y Moyano, en tanto que los minimalistas sugieren que sólo estamos asistiendo a un verdadero teatro político destinado a exaltar finalmente a Cristina, a la que terminarían por apoyar, cada uno desde su lugar, no sólo los incondicionales "cristinistas", sino, incluso, el propio Moyano.
Los argumentos
El principal argumento de los "maximalistas" es que las amenazas, veladas o no, que se insinúan desde los dos bandos de la "conflictividad" intrakirchnerista son demasiado inquietantes como para descartarlas. Del lado de Moyano asoma el posible control sindical de las calles, una amenaza imposible de minimizar mientras subsista la "regla de oro" que fijó Néstor Kirchner hace ocho años, cuando dijo que "no hay que criminalizar la protesta social", en función de la cual no han cesado de multiplicarse los cortes de rutas y de calles y las tomas de estaciones y aeropuertos que los ciudadanos soportan a diario.
Del lado de Cristina, sólo hace falta imaginar el caos en que podría caer el kirchnerismo si ella abandonara su pretensión reeleccionista, en cuyo caso el desorden que hoy vive la oposición sería sólo un juego de niños al lado del voraz incendio que devastaría al oficialismo, cuando todavía está tibio el recuerdo de la matanza de Ezeiza de 1973, cuando se enfrentaron el ala sindical y el ala montonera del peronismo.
Es difícil imaginar en este sentido el doble caos que sobrevendría tanto en las calles como en la propia dirigencia kirchnerista si Moyano y Cristina ejecutaran sus respectivas amenazas, un caos en las calles y en la política cuya sola mención pondría los nervios de punta a los argentinos y facilitaría, de paso, las aspiraciones del civilizado Alfonsín. Y es precisamente la sola mención de esta imaginaria hecatombe la que refuerza el principal argumento de los minimalistas, que no pueden creer que, en medio de un país que crece al ocho por ciento anual, los dos contendientes kirchneristas estén dispuestos a llegar a estos extremos.
Para los minimalistas, como los perros del caos ladran, pero no muerden, lo más probable es que sólo estemos ante intensos ejercicios "teatrales" de un lado y del otro porque la sangre, finalmente, no llegará al río. Según la tesis minimalista, estamos asistiendo, en suma, a un "ejercicio mediático" que, si sirve a cada uno de los contendientes para presionar a su rival, sólo está destinado a mejorar sus posiciones respectivas en la negociación que ya se ha iniciado para saber hasta dónde los cristinistas y los moyanistas pueden avanzar sin que ninguno de ellos tenga la intención real de romper definitivamente su alianza, una alianza en cuyo seno, en tanto que Cristina procura "contener" a Moyano, éste espera concretar una parte sustancial de sus pretensiones.
Catch all
Quizá podamos esbozar una respuesta intermedia entre los maximalistas y los minimalistas, una suerte de "diagonal" entre las visión de unos y de otros, diciendo que el objetivo real de Cristina en esta instancia es, simplemente, electoral . ¿Qué es lo que quiere, en resumidas cuentas, la Presidenta? Asegurar su reelección. ¿Cuál es, en este punto, su principal dificultad? Que además del movimiento sindical necesita, al menos, el apoyo de una fracción de la clase media. Pero la clase media detesta a Moyano. Para apaciguarla, Cristina necesita entonces "actuar" como si confrontara a Moyano. Pero esta confrontación, ¿es acaso real? Lo sería si Cristina derogara el principio que heredó de su marido, según el cual "no hay que criminalizar la protesta social". Hasta ahora, sin embargo, no lo ha hecho. Su pretensión es apenas denunciar los abusos sindicales en las calles sin apelar a la policía, que sigue protegiéndolos en vez de limitarlos por orden de la ministra Garré.
Mientras este criterio se mantenga, no se puede tomar seriamente la presunta confrontación entre Cristina y Moyano. ¿Bastarán las fintas de Cristina contra Moyano para convencer a la clase media? Apoyada por un sistema propagandístico casi hegemónico, quizá Cristina logre seducir al menos a esa parte de la clase media que necesita para ganar. Su táctica electoral se asemeja así a la de esos partidos que la doctrina llama catch all ("toma todo") porque ansían recoger votos de todos lados, tanto de la clase popular como de la clase media.
La re-reelección
La táctica kirchnerista del poder, el "toma todo", no deja de apuntar por eso a lo que siempre quiso el matrimonio Kirchner: la obtención del poder total por todo el tiempo.
Algunos ven en tal sentido el reciente plebiscito convocado por José Luis Gioja en la provincia de San Juan para obtener su propia re-reelección como un globo de ensayo de lo que podría ocurrir al día siguiente del 23 de octubre de ganar Cristina, si ésta llamara de inmediato a una consulta popular para forzar su continuidad más allá de los plazos que permite la Constitución, más allá de 2015 y hasta el fin de sus tiempos.

Una pelea sorpresiva, pero inevitable
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Viernes 13 de mayo de 2011
Desde Raúl Alfonsín, hace más de dos décadas, ningún otro presidente había llamado hipócrita en público al jefe de la CGT . Cristina Kirchner no nombró a Hugo Moyano, pero hizo un dibujo retórico inconfundible para señalar al líder de los camioneros y para calificarlo de embustero. Ese combate nuevo y sorpresivo tiene la tensión de una semifinal: por algo, la Presidenta condicionó ayer su candidatura a la reelección a la disciplina del sindicalismo moyanista. "Yo no estoy muerta por volver a ser presidenta", dijo, y contó lo que se murmuraba desde hacía mucho en la cima: la carga solitaria del poder requiere, para ella, de un enorme esfuerzo personal y físico.
Las razones de Cristina Kirchner están expuestas. Nadie puede imaginarse controlando el poder en la Argentina con un dirigente sindical como Moyano, que con sus excitados camiones boicotea, paraliza y desabastece. Moyano tiene también una influencia decisiva sobre otros gremios, sobre todo los del transporte.
Es moyanista, por ejemplo, el insignificante gremio del personal jerárquico de las empresas aéreas que anteayer paralizó a Aerolíneas Argentinas y Austral durante las horas perentorias de la mañana. Funcionarios oficiales señalaron que esos gremialistas quieren más poder en la estructura de esas empresas en manos del Estado, porque sienten que han sido marginados en beneficio de otros sindicatos aeronáuticos.
Más poder. Esa es la primera lección de cualquier manual del moyanismo. Cientos de argentinos esperaron durante muchas horas en Aeroparque mientras se debatía la cuota de poder de los sindicatos. ¿Cuánto falta para que la Presidenta empiece a pagar esas facturas electorales?
Nadie tampoco, ni en su círculo íntimo ni en el kirchnerismo más alejado, se había empecinado antes en replicarle a la Presidenta con tanta tenacidad como los Moyano. Cada palabra de Cristina que aludió al moyanismo en los últimos días mereció una respuesta no de Moyano, por supuesto, sino de alguien que expresaba cabalmente a Moyano. La conflictividad, mandó decir éste, es obra también de los empresarios y del propio gobierno. Pero sólo él firmó un convenio con un aumento salarial del 24 por ciento en el propio despacho presidencial y, pocas semanas después, desabasteció de naftas al país, en reclamo de un plus por encima de aquel incremento.
Hay algo que al kirchnerismo lo saca de quicio: son los duros conflictos sindicales que suelen devastar cada tanto a Santa Cruz. Hace pocos días, Moyano bloqueó los pozos petroleros en protesta por aquel plus, pero el ejemplo cundió y los maestros de esa provincia descubrieron que era mejor sitiar los pozos que cortar las desoladas rutas patagónicas.
El gremio docente de Santa Cruz tiene una larga historia de belicosidad, que ya puso en jaque al kirchnerismo varias veces y lo condenó a la derrota electoral en las últimas elecciones de 2009. Los docentes santacruceños obligaron en su momento al matrimonio Kirchner a abandonar Río Gallegos y refugiarse en el más exclusivo y aislado El Calafate. Es probable que Moyano no tenga nada que ver con los maestros de Santa Cruz, pero fue él quien les indicó un camino que se está tornando inmanejable para la administración nacional. Otra vez está en riesgo la normal provisión de naftas a los surtidores.
Están comprometidos las naftas, el transporte, la disciplina laboral, la tranquilidad social de Santa Cruz y, encima, Moyano reclama un sistema de reparto de ganancias de las empresas. Ningún otro dirigente sindical habría sido tan intocable si Moyano hubiera logrado hacerse con esta última modificación de la distribución de la riqueza. Cristina lo paró en seco: que negocien en las paritarias con cada empresa un sistema de gratificaciones cuando las empresas puedan darlas.
"No todas las empresas están en la misma situación", le contestó a Moyano por los micrófonos, que es las herramienta con la que ellos mejor se comunican. Moyano la adula en sus micrófonos y la trastorna en los hechos, mientras la Presidenta le contesta en los micrófonos de ella a los hechos verdaderos que el otro provoca.
El plan de Moyano consiste en convertirse en imprescindible para el sindicalismo en tiempos electorales, cuando se supone que cualquier disturbio o malestar social puede afectar al que tiene el Gobierno. El criterio del kirchnerismo más rancio es otro: no podría haber un segundo mandato de Cristina Kirchner disputando el poder con Moyano en el amanecer de cada día.
El secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zannini, llegó en los últimos días a conversar con algunas expresiones de los "Gordos" de la CGT e, incluso, con la CGT paralela de Luís Barrionuevo, para juntar adeptos para una eventual operación de derrocamiento anticipado de Moyano como jefe de la central obrera. Los dirigentes gremiales hacen siempre de mensajeros de sus propias desventuras: los enemigos de Moyano le contaron a Moyano que estaban urdiendo su destitución. Por eso, ni él ni sus mejores voceros se callaron ante los empellones verbales de la Presidenta.
Es extraño, pero ayer la Presidenta pareció una candidata presidencial luchando contra uno de los personajes más impopulares de la Argentina. ¿Qué mejor campaña? Matizó esa imagen con la advertencia de que no se muere por seguir siendo presidenta y, de manera implícita, condicionó su candidatura a que el moyanismo se serene. Cristina Kirchner se encontró por fin con la bifurcación que su marido consideraba inevitable, aunque éste no llegó a verla: el poder político y un desmesurado poder sindical son incompatibles. "Son corporaciones y no sindicatos", le espetó ayer la Presidenta a Moyano. El último presidente que había hecho esa comparación en público fue, en otra notable coincidencia, Raúl Alfonsín.
Es un perfecto eje de campaña para Cristina Kirchner. El problema que tiene (no sólo ella, debe precisarse) es que Moyano parece haber cortado en su vida todos los puentes para una retirada digna. Perseguido por jueces y fiscales que escarban en su patrimonio, la acumulación de poder no es para él sólo una obsesión de raíz casi psicológica; es también la única y relativa garantía de su libertad.
 
Una presión insoportable
Joaquín Morales Solá - LA NACION. Miércoles 11 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa.
Hace pocas semanas, Pablo Moyano dijo lo que su padre no puede decir: Néstor Kirchner era, para los Moyano, mejor que Cristina. "Es mejor para nosotros hablar con un hombre que con una mujer", explicó, exhibiendo una notable pátina de machismo. Esa frontal sinceridad, que la Presidenta recibió, dicen, con reprimida furia, precedió al acto del 1º de Mayo, en el que Hugo Moyano la proclamó candidata a la reelección por su cuenta y riesgo. Cristina Kirchner escuchó esos halagos, otra vez, como una presión insoportable de parte de un profesional de la presión.
Moyano notó la distancia presidencial, el frío de un gesto o de una mirada. Decidió, entonces, pegar donde más le podía doler al Gobierno y dejó sin naftas a la clase media adicta a las naftas. En un país donde la mayoría de los autos llevan un solo pasajero (consecuencia también del desastroso sistema de transporte público que el kirchnerismo contribuyó a empeorar), no hay peor noticia que la que da cuenta del cierre virtual de las estaciones de servicio.
La escasez de naftas refresca en la memoria colectiva, además, los peores momentos históricos de desgobierno. Innumerables argentinos se vieron condenados, entre la noche del domingo y la mañana de ayer, a prescindir de sus autos. Moyano estaba detrás de ese boicot.
En ese debate curvado y a la distancia que suelen entablar la Presidenta y Moyano, Cristina Kirchner lo reprendió ayer al jefe de los camioneros de la peor manera: le dijo que necesita más de su solidaridad activa y no tanto de bellas y embusteras palabras de sumisión y acatamiento. Esto es: precisa más que haya naftas en los surtidores antes que la proclamación de una candidatura que es, para ella, una decisión personal, política y familiar, en la que Moyano no tiene nada que hacer ni que decir.
Moyano amontona sus propias cuentas con la Presidenta: ella no fue a su acto político en la avenida 9 de Julio y, para peor, lo obligó a iniciar el diálogo social acompañado por 34 dirigentes cegetistas. Moyano pensaba ir a ese encuentro presidencial acompañado sólo por sus incondicionales, pero la Presidenta le hizo saber que quería verse con toda la conducción de la central obrera.
Moyano entendió que lo trataban como a uno más cuando lo agitaban las versiones de una operación oficial para reemplazarlo por Gerardo Martínez, el histórico líder de los trabajadores de la construcción (Uocra) y el que más enfrentó a Moyano; compiten entre ellos hasta en el nivel de violencia que cada uno de esos poderosos gremios puede producir.
Marketing electoral
El discurso presidencial de ayer fue también una operación de marketing electoral perfectamente planificada.
Enfrentarse a Moyano tiene sus réditos ante amplios sectores de la clase media, sobre todo cuando el reto se debió a la escasez de nafta. Moyano sigue siendo uno de los dirigentes más impopulares para los sectores medios, que lo entrevén como un hombre con una voracidad de poder infinita e imperecedera.
Se mezclaron la necesidad y lo simpático: la Presidenta siempre intuye que detrás de los escándalos sociales de Moyano se esconde un desafío al poder del kirchnerismo. El mapa genético del kirchnerismo siente aversión hacia cualquiera que aspira a tener tanto o más poder que el liderazgo político gobernante.
Cristina Kirchner se muestra como una viuda doliente en público y mucho menos agresiva que en tiempos en que vivía su esposo.
Los sectores populares, que conforman el grueso de sus adherentes, también se pondrán de su lado si ella se muestra como una mujer presionada por un sindicalista ambicioso e irrespetuoso. Cualquier especialista en imagen política sabe quién es el ganador y quién el perdedor cuando se enfrentan en público una mujer y un hombre. El resultado es mucho más propicio para ella cuando se trata, además, de una mujer que cuida hasta la estética de su viudez. Digan lo que digan, Cristina Kirchner camina derecho hacia la candidatura a la reelección, tal como lo anticipó, a pesar de la Presidenta, el propio Moyano.
Inverosímil
Es una pelea a veces inverosímil. Moyano nunca hubiera sido lo que es sin la protección del kirchnerismo. Con cualquier otro gobierno, el jefe cegetista ya habría sido, por lo menos, indagado por alguno de los tres jueces que lo investigan por supuestos hechos de corrupción.
El actual poder político, económico y gremial del secretario general de la CGT (inédito en su tamaño en la historia del sindicalismo argentino) es también una obra del matrimonio que accedió al poder en mayo de 2003. Hace ocho años, Moyano estaba a la defensiva y ni siquiera podía caminar tranquilo por el espacio público. Esa sociedad entre los Kirchner y los Moyano existió y existe, pero el oficialismo apuesta siempre a la desmemoria de una sociedad con demasiadas preocupaciones como para ocuparse del origen de las cosas políticas.
El oficialismo no carece de contradicciones. El senador Daniel Filmus justificaba ayer la protesta de estudiantes del colegio Carlos Pellegrini casi en el mismo momento en que la Presidenta se enojaba con Moyano por el desabastecimiento de las naftas. ¿Por qué los estudiantes pueden parar un colegio y cortar las calles, porque no les gusta el método para seleccionar docentes, y Moyano no debería dejar sin naftas a la sociedad por una cuestión salarial? Las palabras de Filmus fueron especialmente graves porque provenían de un ex ministro de Educación de este gobierno y, tal vez, de su candidato a jefe de gobierno de la Capital.
Es cierto, debe reconocerse, que el estilo Moyano ya hizo escuela en todas partes: en sindicalistas, en estudiantes y hasta en profesionales. Esa política del hecho consumado sentencia a cualquier gobierno a terminar homologando decisiones que han tomado otros en su lugar. El marketing electoral puede tener buenos efectos en una sociedad muchas veces superficial, pero eso no resuelve el conflicto de fondo: es el poder el que termina mostrando su relativa existencia

YPF descubrió en Neuquén un megayacimiento de petróleo
Aseguran que es el mayor hallazgo de los últimos 20 años
En lo que constituye el mayor hallazgo de petróleo de los últimos 20 años, la empresa YPF anunció ayer el descubrimiento de un yacimiento de crudo no convencional en la localidad neuquina de Loma de Lata, que equivale a unos 150 millones de barriles, el 6 por ciento de las reservas del país.
"Es un hallazgo de todos los argentinos", destacó la presidenta Cristina Kirchner, al participar, a través de una teleconferencia, del acto realizado en la sede de la planta para anunciar el descubrimiento, donde se encontraba el ministro de Planificación, Julio De Vido.
Cuando empezó a fluir el combustible (denominado shale oil), la Presidenta hizo una humorística referencia al color: "yo pensé que era del mismo color del petróleo, oscuro, pero me sorprendieron" y agregó que "cuando vi la primera prueba, parecía un análisis".
La confusión fue debido a que el Shale oil es un tipo de petróleo no convencional que se extrae de las piedras y por eso tiene un color naranja.
Por su parte, De Vido dijo que este descubrimiento "habla a las claras que dialogando, la Provincia, el Estado Nacional, las empresas y los trabajadores, alcanza" y destacó que "la sinergia es la que va a hacer grande a este país".
A su turno, el CEO de la petrolera, filial local de la española Repsol, Sebastián Eskenazi, explicó que "en Loma la Lata y Vaca Muerta, un área de sólo 320 kilómetros cuadrados explorados, tenemos 150 millones de barriles de recursos, casi un 35 por ciento de las reservas" de la compañía.
Añadió que "hemos encontrado el pilar para las próximas décadas" y consideró que el desarrollo del emprendimiento "supone una inversión total de 270 millones de dólares, de los cuales ya se desembolsaron 100 millones".
Eskenazi sostuvo que "lo importante de este descubrimiento no es el volumen, es el punto de que es algo nuevo, se trata de un hito técnico de los argentinos".

Un favor interesado e inoportuno
Joaquín Morales Solá
LA NACION .Sábado 30 de abril de 2011 |
Era un favor que Cristina Kirchner no le había pedido y que tampoco necesitaba. Puede decirse, al revés, que era el único favor que la Presidenta no quería recibir. Esa especie de proclamación cegetista de su candidatura a la reelección, con Hugo Moyano como abanderado de la ofensiva, fue inoportuna también. Sucedió justo cuando la mayoría de los opositores comenzaba a mostrar signos ostensibles de impotencia para articular una política electoral alternativa a la del oficialismo.
En momentos en que los precandidatos presidenciales opositores caían uno detrás de otro, ¿qué necesidad tenía Cristina de aparecer del brazo de Moyano, uno de los dirigentes más cuestionados por la clase media? ¿Acaso ella misma no se había ido de Buenos Aires para huir de ese brazo?
No fue acto inocente ni generoso por parte de Moyano. Correspondió, más bien, a su proyecto de convertirse en uno de los arquitectos de la reelección presidencial y a la intención de alzarse con el pergamino de ser el primero en proclamarla. Podrán decirse muchas cosas de Moyano, menos que carece de tenacidad. El jefe cegetista comenzó hace mucho la organización del acto de ayer pidiéndole a Cristina Kirchner que usara esa tribuna para anunciar su candidatura a la reelección. La Presidenta lo esquivó como pudo, yéndose al prematuro invierno del Sur, pero Moyano la proclamó candidata por su cuenta y riesgo. A todo esto, debe precisarse que la propia Cristina no le comunicó a nadie si decidió, o no, ser candidata. Sigue sin hablar de ese tema , cuentan sus oyentes.
Cristina se fue de Buenos Aires, pero dejó al subordinado gobierno en pleno al lado de Moyano. La escenografía del acto, la presencia de todos los ministros (menos los que no estaban en Buenos Aires) y la completa nomenclatura del oficialismo mostraron una alianza crucial y definitiva entre el gobierno y el sindicalismo moyanista. Cierta frialdad viboreó entre la multitud durante gran parte de la ceremonia, porque esas concentraciones están hechas de gente movilizada que difícilmente iría a ellas por decisión propia. Pero era la ceremonia que Moyano necesitaba para erigirse también en pontífice de la liturgia peronista. Fue un acto peronista más que kirchnerista. No es la primera vez que el líder sindical hace esas cosas. En otra jornada entrañable para el culto peronista, el 17 de octubre último, apenas 10 días antes de la muerte de Néstor Kirchner, hizo otro acto enorme en River, pero aquella vez lo tuvo al matrimonio presidencial muy cerca de él.
Algo cambió en los últimos seis meses. No en vano Moyano habló más de Néstor que de Cristina Kirchner. Kirchner y Moyano tenían un diálogo cotidiano y de compadres; Cristina prefiere cierta distancia. En rigor, el ex presidente era más peronista que su esposa o, para decirlo de otro modo, entendía mejor los largos rituales del peronismo; la Presidenta, en cambio, les tiene poca paciencia. Nada se romperá, con todo: Cristina lo necesita a Moyano para disciplinar la esquiva tranquilidad social y Moyano reconoce en el kirchnerismo su fuente de poder y, de algún modo, de su impunidad.
En River, Moyano había pedido la Casa de Gobierno para un trabajador (lo que le valió una inmediata réplica de Cristina Kirchner); ayer se conformó con exigir "cargos en las listas". ¿Estaba pidiendo su propio nombre en la cabeza de la lista de diputados nacionales por Buenos Aires? Es probable. En el instante en que sacó a pasear su rencor y su resentimiento con el periodismo, se olvidó de señalar que los periodistas sólo siguen las causas judiciales que en su contra se investigan en tres juzgados federales distintos. Daniel Scioli fue al acto, pero no le gustaría el nombre de Moyano inscripto en sus listas. ¿Por qué debería tolerar las progresistas colectoras y, al mismo tiempo, los antipáticos caprichos de Moyano? Martín Sabbatella podría crecer de la mano no de un rechazo a Scioli, sino a Moyano.
El discurso del líder camionero fue un interminable rosario de contradicciones. Una parte de la sociedad argentina escuchó ayer, por ejemplo, una oración kirchnerista que exculpó a gran parte de la dirigencia argentina de la gran crisis de principios de siglo. Fue cuando Moyano criticó a los organismos internacionales, el Fondo Monetario y el Banco Mundial, entre otros, porque les reclamaban a gobiernos locales que "pagaran y pagaran". ¿Qué pagaban? Los monumentales créditos que los propios líderes argentinos habían pedido para financiar un despilfarro inexplicable de los dineros del Estado. Pero si la culpa es de los organismos internacionales, entonces no tienen ninguna culpa los gobernantes argentinos. Ningún argentino fue culpable de nada y toda la culpa es del exterior. Un nacionalismo ciertamente muy magnánimo.
Sonó extraño también que un oficialista del Gobierno que más habló de las corporaciones (y habló mal, por cierto) dijera un discurso con una visión tan corporativa. Según Moyano, la reunión convocada por la Presidenta con la CGT y la Unión Industrial debería resolver muchos asuntos cardinales de la sociedad. Luego los aprobará el Congreso casi sin discusión , remató. ¿No era, acaso, que la política debía prevalecer por sobre las corporaciones? ¿La política está en las corporaciones o está en el Congreso? ¿Para qué, en última instancia, tantas palabras contra las corporaciones si terminarían haciendo un altar con ellas?
La política -también es cierto- se enreda demasiado. La candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín ha crecido, aun cuando para ello debió absorber buena parte del discurso de su contrincante Ernesto Sanz. Ya Francisco de Narváez no es mala palabra para el alfonsinismo y, por el contrario, está a punto de convertirlo en el único candidato a gobernador de Buenos Aires de ese espacio. Es la condición que puso el propio De Narváez. El radicalismo gambetea ahora el veto de Margarita Stolbizer, pero los radicales están seguros de que podrán convencerla. No les será tan fácil: Stolbizer ya vetó a De Narváez cuando era aliada de Elisa Carrió y ésta quiso acercarse al entonces creciente político bonaerense.
El problema para el radicalismo es Mauricio Macri, aunque Macri tiene su propio problema: su candidatura presidencial depende ahora de un milagro santafecino; es decir, de que Carlos Reutemann le acepte una reciente oferta para construir una fórmula electoral. Ya lo había intentado con Sanz, a quien le propuso distintas alternativas, incluida una que significaba la fórmula presidencial del senador mendocino con Gabriela Michetti como candidata a vicepresidenta. Macri le ofertó llevar esa fórmula (o cualquier otra que los uniera) a la interna del radicalismo el 14 de agosto. Sanz averiguó las trampas de la ley y descubrió que el radicalismo nunca le permitiría competir con esa alianza. Tengo 30 años de militancia en el radicalismo; no puedo romper el partido , explicó el viernes. Sanz se terminó de convencer de que debía bajarse cuando habló con De Narváez. Tengo que elegir entre Alfonsín y vos, pero Alfonsín mide mejor que vos . Me quedaré con Alfonsín , lo notificó De Narváez, no sin cierta frialdad. A Sanz lo bajó De Narváez , resumieron cerca de Macri.
En una última conversación con Reutemann, Macri le propuso a él también todas las alternativas posibles. ¿Candidato a presidente con un vice del macrismo? Es posible. ¿Candidato a vice de Macri? También es posible. Yo me bajo si hay una fórmula ganadora , les repitió a Sanz y a Reutemann. Reutemann le contestó con una frase evasiva que pateó para después una definición. Parece improbable que el senador santafecino modifique su decisión de no competir en octubre, pero Macri cree en los milagros. No hay argumentos contra la fe.
Macri no descarta una adhesión final a la candidatura de Alfonsín, pero reclama que antes exista una reunión privada entre ellos. Nunca antes se sentaron a tomar un café. Dos personas pueden coincidir o disentir durante una reunión. ¿Por qué tantos remilgos para un encuentro político?
Pero Alfonsín esquiva ese encuentro por ahora, porque primero quiere saber cómo le irá a Macri en la Capital el 10 de julio, cuando se elegirá al próximo jefe de gobierno. ¿Podrá aportar la Capital o no podrá aportar nada?, preguntan los radicales. Por el contrario, Macri quiere decidir la candidatura presidencial (la de él o la de cualquier otro) antes de resolver la Capital. Las reuniones con el macrismo son de segundas líneas y de muy baja intensidad , dijeron al lado de Alfonsín. Macri es un límite, aunque Alfonsín haya dicho que ese límite ya no existe.
A la Presidenta le importa, en efecto, más el inoportuno Moyano que sus opositores, porque ella está pescando, precisamente, en el impaciente río de la oposición.
La relación entre la Presidenta y Hugo Moyano
Mariano Grondona.Sábado 30 de abril de 2011 |
Aunque rechazó la invitación que Hugo Moyano le había formulado para presidir el acto de ayer en la avenida 9 de Julio, Cristina Kirchner procuró compensar este aparente desaire por tres vías. Utilizó como elegante excusa, por lo pronto, la necesidad de honrar la memoria de Néstor Kirchner en Santa Cruz, al cumplirse seis meses de su muerte. Envió además un breve mensaje escrito, que fue leído ante la multitud antes de que hablara Moyano. Finalmente, el contenido del mensaje de la Presidenta coincidió con el discurso que pronunció Moyano, quien durante cuarenta minutos vino a glosar los conceptos presidenciales en torno de un argumento maniqueo común a ambos que podría resumirse así: con Kirchner renació la patria porque antes de él, con excepción de Perón, había predominado la antipatria.
De esta manera, Cristina y Moyano salvaron las formas, pero dejaron abierto un interrogante esencial: ¿cuál es la relación verdadera entre la primera magistrada y el primer sindicalista? Quizá nos ayude a definir esta ambivalente relación el título que el pensador francés Raymond Aron utilizó cuando le tocó describir otro vínculo ambivalente, el de los Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Aron dijo entonces que los norteamericanos y los soviéticos eran hermanos-enemigos porque, si de un lado Washington y Moscú estaban en cierto modo asociados por compartir el manejo del orden mundial, del otro lado combatían uno contra el otro. Como se recordará, en tiempos de la Guerra Fría prevaleció en los Estados Unidos la doctrina del diplomático norteamericano George Kennan a instancias de la cual su país debería limitarse a "contener" a la Unión Soviética sin agredirla militarmente porque, siendo el comunismo un sistema insostenible, el tiempo trabajaría contra él. Este pronóstico se cumplió finalmente en 1991, cuando la Unión Soviética se disolvió no ya por un ataque externo sino por "implosión", de adentro hacia afuera, por no poder disimular por más tiempo sus contradicciones internas pese a Gorbachov. Ajustando esta historia internacional a nuestro contexto, ¿nos sirve la metáfora de los "hermanos-enemigos" para explicar lo que sucede hoy en la Argentina a la luz del acto sindical de ayer?
Cuestión de género
Si bien ambos pretendían en común el poder, ya se empieza a vislumbrar, a seis meses de la muerte de su marido, que Cristina no es Néstor. Es que, en tanto que éste actuaba como lo hacen los hombres, Cristina actúa en cuanto mujer. Néstor atacaba frontalmente. Cristina actúa con sutileza. Véase si no cómo está manejando el desafío de ese otro "machista" que es Hugo Moyano. Este ha planteado, desde que Cristina quedó sola, que él también quiere el poder. Como su meta es llegar al poder recién en 2015, cuando termine el próximo período presidencial que podría protagonizar Cristina, lo que intenta Moyano es avanzar paso por paso en procura de su ambición sin romper en el camino la asociación que por ahora mantiene con su "hermana-enemiga". La aspiración de máxima que alienta en 2011 el líder sindical es promover a sus propios seguidores no sólo en las listas de los candidatos a diputados ni sólo en los puestos de comando del Partido Justicialista que en parte ya posee en la provincia de Buenos Aires, sino hasta en la fórmula presidencial que encabezará Cristina, imponiéndole la candidatura vicepresidencial de Héctor Recalde.
Cristina, por su parte, tiene un dilema. No ataca frontalmente a Moyano, como si ella fuera un hombre, porque no puede darse el lujo de movilizar en su contra las huestes sindicales, que podrían alterarle las calles aún más de lo que están. Pero tampoco puede permitir que la osadía "machista" de Moyano crezca a un punto tal que los votantes de la clase media -el 52 por ciento de los argentinos-,que detestan a Moyano, le negaran a ella todo apoyo. En la reciente elección de Salta, el candidato al que respaldaba Moyano llegó último lejos, lo cual incitó a declarar al triunfante gobernador Urtubey, un típico representante del "semikirchnerismo" de clase media, que "Moyano es un piantavotos". Si, para ilustrar la puja entre Hugo y Cristina, recurriéramos a la metáfora de dos gladiadores del circo romano, tendríamos que decir que, mientras el brutal gladiador Hugo usa la maza porque cree en la fuerza, la sutil gladiadora Cristina usa la red para envolver a su impetuoso adversario hasta asfixiarlo sin herirlo.
El acto de ayer
Para analizar este contraste entre la maza machista y la red femenina, nada mejor que analizar los pormenores del acto de ayer. Cristina no podía refrendar el acto de Moyano con su presencia, so pena de sufrir la fuerte desaprobación de la clase media, pero tampoco podía agredir al líder sindical mediante un rechazo abrupto de la invitación que éste le había formulado. ¿Qué hizo entonces? Como hace sólo tres días se cumplieron seis meses de la muerte de Kirchner, se fue a Santa Cruz a exaltar su memoria, ofreciéndole a su "hermano-enemigo", de paso, el "premio consuelo" de una elegante excusa escrita. Y así seguirá envolviéndolo a Moyano en su red, con "una de cal y otra de arena", sin que ningún gesto, ya sea amistoso u hostil, pueda ser tomado como definitivo.
Pero así como, pese a la estrategia de George Kennan, los Estados Unidos nunca dejaron de pensar que su "hermano" soviético era al mismo tiempo su enemigo, el sentimiento profundo de Cristina es que en la Argentina no podrá convivir indefinidamente con Moyano, ya que, si ambos quieren el trono del poder, éste admitirá solamente a una persona. Caín o Abel. Políticamente, alguno de los dos tendrá que morir.
A esta disyuntiva habría que añadir que la índole femenina de Cristina la lleva a aborrecer en su intimidad lo que representa el "macho" Moyano. Su desafío táctico es mantener ante él una imagen de hermandad, mientras teje su red. Y así como Kennan aconsejaba contener al poder soviético hasta que al fin se manifestaran sus propias contradicciones, del mismo modo el objetivo de la Presidenta es contener a Moyano por el tiempo que sea necesario para que, sin sobresaltarlo prematuramente, éste encuentre su destino final en el pronunciamiento de la Justicia. Lo cual implica un camino sinuoso, arriesgado, porque el líder sindical podría estallar, un día, antes de tiempo.
El dueño de la maza y la dueña de la red pugnan al borde de un abismo peligroso para ambos. Que la situación es inquietante se advirtió el jueves 17 de marzo cuando Moyano, irritado al extremo por creer que la indagatoria judicial que le venía de Suiza era obra indirecta de Cristina, la amenazó con un paro y una manifestación hostiles debajo del balcón de la Casa Rosada. Pero el hombre de la maza anuló en pocas horas su intento al comprender justo a tiempo que la red podría envolverlo. Y ésta es la ventaja de Cristina sobre su "hermano-enemigo": el ímpetu que a Hugo a veces lo enceguece frente a la frialdad calculadora de su rival.
La alusión a Caín y Abel que venimos de proponer podría inducir a error. Si en el relato bíblico Caín fue el "malo" y Abel, el "bueno", ¿a cuál de los "hermanos-enemigos" de nuestro tiempo le asignaremos una ventaja moral? Lo que no es bueno en la Argentina actual es el debilitamiento de nuestra temblorosa república democrática y el fortalecimiento del despotismo. Siendo ambos despóticos, ni a Cristina ni a Hugo les corresponde la pureza de Abel. Pero un tercer protagonista, la oposición democrática, aún brilla por su ausencia, invitándonos a recordar que, como enseña la Biblia, los buenos también pueden perder.

  Un drama nacional    
Santiago Kovadloff  Para LA NACION .Miércoles 27 de abril de 2011 |
No faltan entre nosotros los políticos opositores persuadidos de que encarnan principios republicanos y democráticos que no encuentran eco en la sociedad. Creen que la gente estaría enferma de incultura, oportunismo, confusión, violencia y desaliento. Sin recursos cívicos ni adecuada sensibilidad, esta sociedad -dicen- es incapaz de advertir lo que ellos representan.
Además de presuntuoso, el planteo parece estéril, debido a que invierte las responsabilidades que caben a cada uno de los términos de esa relación entre dirigentes y comunidad.
Si hay políticos que no consiguen despertar el interés de la gente en la proporción que ellos desean es porque, en realidad, no saben cómo hacerlo o no tienen con qué. De ningún modo la gente es incapaz de darse cuenta de lo que significan esos dirigentes, como si de geniales artistas se tratara y a los que el vulgo no supiera reconocer.
Deberían aprender, esos políticos de la oposición, la lección impartida por el Gobierno. El Gobierno ha sabido construir un discurso verosímil para buena parte de la sociedad. Supo hacerse oír y ha llegado a ser representativo. De nada hubieran servido sus abultados caudales de dinero sin esa habilidad. Y ella consiste, como es evidente, en haber podido volcar a su favor esa extendida frustración social tenazmente acuñada por los desaciertos, las arbitrariedades y las reiteradas estafas cometidas contra el país por quienes, en las tres últimas décadas, no han sabido infundirle credibilidad a la democracia recuperada.
El oficialismo no ha hecho otra cosa que recoger con extrema habilidad la siembra de ese hondo desencanto colectivo. Administrando el desengaño y el resentimiento, supo convertirlos, allí donde prendió su prédica, en un fervor militante y polimorfo. La administración kirchnerista preserva y amplía en su provecho esa fractura social que ella no produjo, pero que contribuyó y contribuye a profundizar. De hecho, nadie puede acusarla de haber dado origen a la fragilidad institucional de la Argentina, al espesor mafioso de muchas de sus corporaciones, al incumplimiento de la ley, al derrumbe de los partidos políticos, a la incautación impune de los módicos ahorros bancarios de tanta gente ni al pavoroso repliegue de la educación pública en consonancia con el auge del narcotráfico. Pero lo que sí tuvo lugar con esa administración fue la fulgurante capitalización del descontento colectivo por parte de un gobernante singularmente astuto y decidido a ensanchar su módico protagonismo provinciano al precio que fuere. Nadie sino Néstor Kirchner supo concebir, después de Perón y Alfonsín, la frustración colectiva como recurso propicio para la construcción de poder político. ¿Cambios estructurales? Ninguno sobrevino desde entonces. La pobreza sigue invicta pero asistida. La desocupación, malamente compensada por el paternalismo estatal. El tráfico de drogas, intocado. La inseguridad, intacta. La inflación, desatada. La policía, inmersa en la corrupción. Y 700.000 jóvenes arrinconados en la ignorancia y la falta de empleo, mientras la ley vocifera su demanda sin encontrar en el Gobierno otra cosa que oídos sordos.
La frustración reiterada lleva al resentimiento y éste no pide sino venganza, pues descree de la Justicia. El oficialismo no aspira a revertir el descrédito de la democracia republicana. Su propósito es instrumentarlo. Y lo sabe hacer. Su palabra da en el blanco de las polarizaciones elementales en las que se complace toda sociedad desencantada. El Gobierno ceba el resentimiento, lo alienta y le da sustento. Ha descubierto cómo potenciar a su favor la desilusión, los agravios y la amargura desatados por los demagogos de la democracia que lo precedieron en el poder. La eficacia evidenciada para lograrlo prueba su talento. En esa estrategia sin escrúpulos consiste su arte. Nadie ha conseguido configurar, como lo ha hecho el oficialismo en sus dos gestiones, un discurso tan preciso para ganar el apoyo progresivo de buena parte de la mitad más dañada de una totalidad partida. El Gobierno ha rentado su padecimiento. Ha encauzado hacia su molino las aguas del escepticismo que el abuso precedente del orden constitucional terminó inspirando en tanta gente. Ha compensado con sentimentalismo, clientelismo, maniqueísmo y mitología un formidable vacío de identidad.
Y del otro lado ¿qué? Del otro lado, los que se dicen capaces de restañar la democracia vilipendiada. No todos ellos provienen del despedazamiento de los partidos. Pero todos acusan, muy a su pesar, los efectos de ese despedazamiento. Invocan la necesidad de recuperar lo perdido: el respeto por una Constitución burlada, la dignidad de las instituciones que hoy sobreviven anémicas, la equidad social asentada en el desarrollo y la educación. Conforman, estos políticos, las partes desgajadas de una estructura ausente. Reivindican, en todo lo que emprenden, el valor de una unidad de la que no son expresión. Y eso para desesperación de quienes quisieran confiar en ellos. Es que no han sabido transformar, al menos hasta hoy, el relato de nuestras desgracias en un discurso unánime y esperanzador. No son persuasivos, son sintomáticos de aquello mismo que aseguran combatir: el monólogo, la fragmentación, el caudillismo, la vocación principesca.
El discurso oficial supo ubicarse en el centro de la escena. Y se valió para ello del desapego a la democracia republicana generado por la perversión impuesta al sistema a lo largo de los años en que se pasó de la extrema expectativa en sus virtudes a la desilusión radicalizada. El discurso opositor, en cambio, atomizado en incontables voces que se disputan un rol estelar, no ha sabido vertebrar la disconformidad mayoritaria con el kirchnerismo. Una disconformidad que ya se ha pronunciado en las elecciones legislativas en el año 2009 y que sigue luchando contra el desaliento, a la espera de una respuesta convincente por parte de una dirigencia opaca. Pero esa inoperancia no es hija del aire. Hunde sus raíces en la historia argentina. Los Kirchner optaron por rentabilizar en provecho propio la decadencia de la República. La tendencia opuesta, esa que busca remontar la cuesta del deterioro, deberá poner en juego recursos culturales, lucidez política y habilidades retóricas que, hasta ahora, brillan por su ausencia.
No corresponde, pues, ver en el proceder del Gobierno sino la consumación de un persistente desprecio por la ley y las instituciones ya vivo y cultivado con ahínco en la primera mitad del siglo pasado. Incumplida la transición del autoritarismo a la democracia, iniciada a fines de 1983, el kirchnerismo representa en buena medida el desenlace previsible de tanto desatino previo. Javier González Fraga lo ha señalado bien: "Los Kirchner lograron apoderarse de las reivindicaciones de los débiles y atropellados de los últimos cuarenta años. Frente a eso, la racionalidad cumple un papel muy acotado". Tan acotado, se diría, que aún está lejos de caracterizar las conductas indispensables que se le reclaman a la oposición y que conforman la base de las expectativas de un amplísimo sector social que golpea a sus puertas sin ser atendido todavía.
No estamos, por cierto, en la Grecia antigua. Entre nosotros, la historia no está condicionada por el destino. Pero sí lo está por la mayor o menor aptitud para aprender de los propios desaciertos. ¿Habrá aún quienes lo adviertan a tiempo?
 Cristina hace todo como para quedarse 
Joaquín Morales Solá LA NACION .Miércoles 27 de abril de 2011 |
Las fechas y los plazos comienzan a hablar más claro que los políticos. El sí o el no de Cristina Kirchner podría depender, en gran medida, del momento que elija para hacer su anuncio, o, en el terreno de la conjetura, podría insinuar su aceptación si postergara la comunicación pública de su decisión para mediados de junio. Esa eventual postergación es una consistente versión que circula en ámbitos oficiales, tal como publicó La Nacion anteayer
En rigor, el último plazo políticamente razonable que tendrá la Presidenta para decir que no será el próximo 25 de mayo, un día de festejo nacional y kirchnerista; Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación ese día de mayo de 2003. La aceptación podría tolerar una semanas más, pero no mucho más tampoco. "Los que anticipan la decisión de Cristina son voceros de la nada, porque ella asegura que no tomó ninguna decisión", señaló ayer uno de los pocos funcionarios que tienen acceso a diálogos reservados con la mandataria.
El próximo 15 de junio vencerá el plazo para presentar alianzas y adhesiones a las candidaturas nacionales. Doce días después, el 27, concluirá el plazo para inscribir precandidatos para las internas abiertas y obligatorias del 14 de agosto. La Presidenta tiene previsto, a su vez, un viaje al exterior que podría extenderse durante los primeros diez días de junio. ¿Hará al regreso el anuncio sobre su decisión definitiva? En tal caso, es más probable que anuncie que aceptará la candidatura a la reelección.
Si la jefa del Estado se inclinara por un paso al costado, no podría -o no debería- anunciarlo sobre el límite crucial de los plazos más importantes. A su regreso sólo restarán 5 días para inscribir alianzas y apenas 15 días para registrar las precandidaturas presidenciales. Aun cuando en ese caso ella tendrá, seguramente, su propio candidato para reemplazarla en octubre, lo cierto es que deberá abrir el proceso de selección del candidato peronista. El encuestador Artemio López dio hace poco una acertada definición sobre el supuesto de que la Presidenta desista de la reelección: "Se habrán quemado todas las actuales cartas y habrá que empezar el juego de cero", sentenció.
Sin duda, el candidato de la Presidenta para sucederla en octubre es el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, que también era el candidato de Néstor Kirchner cuando éste presentía, poco antes de morir, que él podía perder las próximas elecciones. ¿Aceptará mansamente el kirchnerismo puro, que tiene más de kirchnerismo que de peronismo, la candidatura de Scioli? ¿Por qué no intentaría encaramar a un candidato más cercano a sus posiciones? ¿Por qué, en última instancia, otros peronistas no competirían con Scioli en la interna de agosto? "Porque nadie tiene la imagen positiva y la intención de voto de Scioli, que son casi idénticas a las que tiene Cristina", responden cerca de la oficina presidencial.
Es así, según las encuestas que guarda el oficialismo, porque ninguna otra, que se conozca al menos, está midiendo a Scioli. Pero ¿cómo explicaría la Presidenta que ella, con sus premeditados retrasos, obturó un proceso más transparente y democrático de selección del candidato del oficialismo? Todo puede hacerse, incluso enviar al peronismo (y a su sucesor) un mensaje de enorme poder, acercándose a esos plazos concluyentes.
Sin embargo, ¿cómo podría justificar públicamente que, en tal caso, el candidato surgió de su dedo y no de ningún debate o elección interna del peronismo? Si dijera que no el 25 de mayo, el peronismo tendría al menos un mes para valorar sus alternativas electorales y las propias preferencias presidenciales. No es mucho, pero es más que un apretado puñado de días.
El sí de Cristina podría esperar hasta su regreso del exterior, aunque también encerraría una suprema señal de arrogancia política. A ella también la incluyen aquellos plazos, porque también deberá inscribir alianzas e inscribirse ella misma como precandidata para las internas de agosto. En su caso, se tratará seguramente de un mero trámite administrativo, pero no es la Presidenta quien debería dar por sentado que nadie la desafiará. También en ese caso estaría faltando cierta dosis de democracia en la interna del oficialismo. ¿Para qué hacer esa manifestación explícita de absolutismo cuando ella podría atravesar fácilmente un proceso interno más abierto y democrático?
A todo esto, ¿hacia dónde va la Presidenta? En sus discursos parece que se está despidiendo, pero se está quedando según sus actos. Sus palabras insisten en que ni ella ni nadie es imprescindible y que lo que importan no son las personas, sino la continuidad de una política. También ha dicho varias veces en los últimos días que el más cercano futuro la podría encontrar en otro lugar que no sea la presidencia. Es casi como una despedida lenta y constante de sus seguidores.
Los actos son otra cosa. Lleva una prolija vigilancia de los candidatos a legisladores nacionales de cada provincia. Ha llegado a promover las colectoras, supuestamente descartadas por la nueva ley electoral hecha por el kirchnerismo, sólo para sumar más personas leales en el Congreso. No quiere, dice, otras sorpresas como las de 2007. Muchos de los diputados y senadores nacionales elegidos cuando ella ganó la presidencia se fugaron luego hacia el peronismo disidente. El proceso de radicalización de sus políticas públicas corresponde también a alguien que está imaginando un poder más largo que el que abarcan los siete meses finales de su actual mandato.
En esa contradicción permanente entre las palabras y los hechos se esconde la duda. Es cierto que sufre una intensa presión familiar para que regrese a casa; también es veraz que ella es consciente de que en el próximo período presidencial podría carecer de los halagos que le tocó en la última parte del mandato que cumple ahora. Esas presiones la acosan desde un costado; desde el margen de enfrente, donde está el kirchnerismo más añejado, la presionan para que se quede donde está, porque esa franja del oficialismo no tiene a nadie más que ella.
El atajo que la Presidenta encontró hasta ahora consiste en ir postergando no ya el anuncio público de su decisión, sino la decisión misma. La novedad es que los inexorables plazos que la propia Cristina fijó empiezan a forzarla también desde una orilla imprevista
 
 ¿El final del modelo kirchnerista? 
Por Joaquín Morales Solá.Domingo 24 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa.
.Como no comprender el ciego rechazo del kirchnerismo a Mario Vargas Llosa y, sobre todo, al itinerario de sus palabras en busca de la libertad? ¿Cómo, cuando vino a contradecir (sin quererlo, seguramente) los paradigmas de una verdad oficial cada vez más frágil? Ni la libertad para expresarse es compatible con un Estado que esconde más que lo que muestra ni las columnas del canonizado modelo están ya en pie. Es hora de preguntarse, incluso, si ese modelo no está agotado o si no se está aproximando peligrosamente al fin de cualquier circunstancia humana. Puede ser que Cristina Kirchner esté mejor que nunca en las encuestas (es lo que dicen todas las mediciones de opinión pública que se conocen), pero su gobierno está dejando atrás muchas de las políticas instauradas durante la administración de su marido. ¿Cambio deliberado de política? ¿O sólo la necesidad imperativa de explorar otros caminos antes de aceptar un fracaso?
En las entrelíneas de las palabras y los actos del oficialismo se esconde, a veces, la aceptación de una verdad distinta de la declamada. Por ejemplo, en el discurso del ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, en la inauguración formal de la Feria del Libro, se deslizó la vieja renuencia del peronismo a aceptar la convivencia pacífica entre la libertad y la justicia, como grandes conceptos que acompañaron el progreso de la humanidad. Sileoni confundió, más bien, la justicia con la libertad o, dicho de otro modo, consideró saldada la libertad en tanto exista la justicia social. En esa confusión no hay contradicción entre los dos Kirchner, aunque es cierto que el enredo se profundizó en los últimos meses de Cristina Kirchner. Esa supuesta incompatibilidad entre dos conceptos esenciales para las personas acompaña al peronismo desde que el peronismo existe.
Otra aceptación implícita de realidades negadas fue la fijación del techo del aumento salarial de este año en un 24 por ciento. Fue la admisión sin palabras de que el Indec dice cualquier cosa menos la verdad. Si la inflación del año pasado fue del 10 por ciento, como difundió la agencia oficial de mediciones, ¿por qué se aceptan incrementos salariales que duplican o triplican el aumento de los precios? ¿Por qué ese techo se está convirtiendo en piso y ya hay sindicatos, como el de la alimentación, que reclaman un 40 por ciento de aumento salarial con la amenaza de próximas huelgas si no se los conceden? O la inflación real supera en más del doble a la que midió el Indec o la Argentina está ante el más grande proceso de redistribución de la riqueza bajo un régimen no revolucionario.
La verdad es más simple. Sólo el jefe sindical Hugo Moyano tiene el derecho (y el poder) de tirar los informes del Indec al cesto de los papeles inútiles: Vamos a hablar de la inflación en serio , se arremangó cuando se sentó frente a los ministros. Los ministros aceptaron mansamente hablar en serio y el aumento de los camioneros se fijó en el 24 por ciento, mientras Guillermo Moreno multaba a los economistas, en otra oficina del Gobierno, porque habían dicho lo mismo que decía Moyano. El método conlleva -cómo no- una negación implícita de la libertad.
Néstor Kirchner solía decir que su victorioso modelo se asentaba en cinco columnas inmodificables: superávit fiscal, superávit de la balanza comercial, tipo de cambio competitivo, inflación baja y desendeudamiento. Ahora va quedando muy poco, o casi nada, de todo eso, pero el cambio no admite la palabra; no debe decirse ni aceptarse. La mejor prueba de que la economía está dando síntomas de alerta desde hace mucho tiempo es que durante el período de Cristina Kirchner se fugaron del país 60.000 millones de dólares, según una medición del economista Carlos Melconian. Ese monto supera a las reservas nacionales, que son ahora de unos 53.000 millones de dólares, apenas unos 3000 millones más, en cifras redondas, que los que Cristina heredó de su marido en 2007. La acumulación de las actuales reservas nacionales se hizo casi íntegramente durante el anterior mandato presidencial.
El gobierno de Cristina Kirchner pasó del amplio superávit fiscal de Néstor Kirchner al déficit fiscal durante el año 2010. El déficit no aparece en las cuentas del Estado porque está disimulado por la transferencia de dinero del Banco Central y por los recursos que la Anses obtiene de las utilidades de los fondos que pertenecían a las viejas AFJP. Esto explica un fragmento, al menos, de la reciente vocación del Gobierno para meterse en las empresas que le pidieron préstamos al antiguo sistema privado de seguridad y ahora le deben al Estado kirchnerista. Más directores estatales no significarán más poder de decisión en las empresas, pero sí más poder de presión para que las utilidades no se deriven a la inversión, sino al financiamiento de un Estado deficitario. ¿Cómo explicar, si no, que el Gobierno haya rechazado la oferta de varias empresas de saldar en el acto sus viejos créditos?
Ese es el objetivo, más allá de las provocaciones que formuló uno de los cofrades de La Cámpora, Axel Kicillof, que motivó el escándalo entre el Gobierno y la empresa Techint, adonde quiere recalar el joven kirchnerista. Kicillof propuso anticipadamente tantas y tan profundas modificaciones en Techint que sólo serían posibles si su desembarco sólo precediera a la expropiación lisa y llana del conglomerado empresarial más importante del país.
La Argentina tiene un problema serio con su balanza comercial, porque durante la gestión de Cristina Kirchner disminuyó mucho el flujo de las exportaciones con respecto de la gestión de su marido, según un estudio del economista Federico Sturzenegger. Según éste, el aumento anual de las exportaciones bajó de un 18 por ciento, en tiempos de Néstor Kirchner, a sólo un 7,5 por ciento ahora. Esa es la razón por la que Moreno se paró en la puerta de la Aduana y devolvió a sus países de origen muñecas Barbie, automóviles BMW, computadoras de última generación o los productos más avanzados de las comunicaciones personales. Nos estamos alejando dramáticamente del progreso tecnológico mundial , alertó un empresario de la computación. Debe agregarse que también la Argentina se está enfrentando con los países que más le compran, como Brasil, China y los europeos, que podrían poner en marcha mecanismos comerciales de represalia. No hubo un solo escrito que aclarara esos cambios; sólo Moreno da órdenes y contraórdenes en la Aduana.
El tipo de cambio, en valores constantes, se asemeja bastante a los tiempos del 1 a 1, aunque hay diferencias de valuación entre distintos economistas. Todos coinciden en que el dólar ya no es lo que era para los argentinos y que la apreciación de la moneda nacional se debe, sobre todo, a una inflación muy alta y creciente. La inflación anual podría triplicarse o cuadruplicarse este año con respecto al período que terminó en 2007. Sólo el desendeudamiento sigue siendo una bandera en pie. La deuda pública es inferior al 50 por ciento del PBI. Esa drástica disminución del peso de la deuda se debe, en parte, a que nadie le presta a la Argentina (sólo lo hacía Hugo Chávez hasta que empezó a cobrar intereses de usurero) y al importante aumento del PBI durante los años kirchneristas, aunque también este último promedio mermó considerablemente durante el gobierno de Cristina Kirchner.
Es comprensible, entonces, que los gendarmes del kirchnerismo (la descripción pertenece al ex hombre fuerte del gobierno Alberto Fernández) hayan llegado a practicar hasta el macartismo para tapar las grietas del modelo. La arrogancia aduanera de Moreno, la presión sobre las empresas privadas y la censura explícita a los economistas bosquejan otro modelo, económico y político. Lo están construyendo a los tumbos, porque ni ellos saben hacia dónde van.
Vargas Llosa nos dejó una advertencia
Por Mariano Grondona.Domingo 24 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa.
.Al pasar por Buenos Aires, Mario Vargas Llosa nos deslumbró con su brillo literario y su convicción filosófica en torno de la libertad. Tanto su conferencia inaugural en la Feria del Libro como el diálogo que mantuvo después con Jorge Fernández Díaz abrieron anchos caminos al pensamiento. Pero no sólo en sus apariciones públicas sino también en sus conversaciones privadas el ilustre visitante nos dejó, además, un valioso mensaje político porque, en un clima amistoso que fue posible porque la Presidenta, en un gesto que la honra, criticó al director de la Biblioteca Nacional Horacio González que había pretendido censurarlo, repitió un consejo que adquirió el valor de una advertencia para los argentinos: "Tengan ustedes cuidado, no sea que les pase en octubre lo que hoy nos pasa en Perú". El premio Nobel de Literatura nos critica precisamente porque nos quiere, que es lo que hacen los verdaderos amigos. ¿Cuál es entonces su mensaje político? Que evitemos, cuando todavía estamos a tiempo, el dilema que hoy desgarra a los peruanos.
La historia contemporánea del Perú es aleccionadora. Entre 1985 y 1990 gobernó al país hermano un presidente demagógico, Alan García. En ese entonces, los populistas argentinos voceaban en nuestras calles: "¡Qué lindo sería un presidente como Alan García!". Pero hacia 1990, el Perú se hundía en medio de la hiperinflación y la amenaza subversiva de Sendero Luminoso. Los peruanos eligieron a continuación, por dos períodos, a Alberto Fujimori, quien después de rectificar el rumbo económico y derrotar a Sendero Luminoso cedió a las tentaciones gemelas del autoritarismo y la corrupción, lo que le valió una condena de 25 años que aún está purgando. Aleccionados por esta dura experiencia, los peruanos eligieron en 2001 a un presidente gris pero serio, Alejandro Toledo. Entre 2001 y 2006, Toledo reencaminó al país por la senda de la democracia y el desarrollo económico, una senda que su sucesor, un "segundo" Alan García convertido a la responsabilidad, confirmó hasta un punto tal que hoy Perú figura a la cabeza de los países latinoamericanos más exitosos, incluso por delante del Brasil de Cardoso-Lula-Rousseff, del Chile que pasó sin temblores de la Concertación Democrática de centroizquierda al gobierno de centroderecha de Sebastián Piñera y de un Uruguay que ostenta un gran progreso económico y social en el transcurso del período de veinticinco años que inició Julio María Sanguinetti en 1985 y que ahora remata, después de sucesivos gobiernos democráticos, el presidente José Mujica ("Pepe").
¿De dónde proviene, entonces, la advertencia de Vargas Llosa a los argentinos? De que teme que su país pueda perder las conquistas iniciadas por Toledo y continuadas por el "segundo" Alan García en las elecciones presidenciales que culminarán el próximo 5 de junio y de que también teme, al advertir similitudes políticas entre su país y el nuestro, que nosotros reiteremos el "error peruano" de aquí a seis meses.
¿De quién es la culpa?
Lo mismo que el nuestro, el método peruano consiste en una elección presidencial de dos vueltas. En la primera vuelta del Perú, cinco candidatos sobresalieron, tres de ellos en continuidad con la línea Toledo-García: el ex presidente Toledo, su ex ministro de Economía Pedro Kuczynski y el alcalde de Lima Luis Castañeda. Sus votos, si hubieran sabido sumarlos, habrían llegado al 44 por ciento del total. Pero los dividieron entre ellos tres. El candidato "chavista" Ollanta Humala alcanzó, así, el 32 por ciento, en tanto que Keiko Fujimori, la hija del ex presidente hoy preso, obtuvo el 24 por ciento, lo cual quiere decir que el 5 de junio los peruanos sólo podrán decidir entre dos males: el chavismo de Humala y la tradición autoritaria de los Fujimori, lo cual, al decir de Vargas Llosa, será como elegir entre "el cáncer y el sida" aunque, ante esta situación límite, el premio Nobel escogerá a Humala sobre Fujimori, cuyo padre había derrotado al propio Vargas Llosa en unos comicios anteriores.
Humala, para seducir al 44 por ciento que apoyó a la línea Toledo-García, ahora dice que su modelo ya no es Chávez sino Lula. ¿Es creíble? ¿Humala podrá repetir la conversión del propio Alan García hace cinco años? Esta es una pregunta aún sin respuesta. Pero hay otra pregunta cuya respuesta es posible y que apunta, además, al corazón del dilema argentino: ¿quién ha tenido la culpa por el riesgo que ahora corre Perú? ¿Su pueblo o sus dirigentes? 
Si el 44 por ciento de los peruanos viene de votar por la línea Toledo-García, ¿podrá echárseles la culpa a los votantes por la encrucijada en la que ahora se encuentra Perú? ¿O son, al contrario, sus dirigentes, y en especial los tres más esclarecidos entre ellos, los verdaderos responsables? ¿Cómo al menos dos de ellos no tuvieron la grandeza de pensar en su país y no en sus ambiciones personales? Julio César, que terminaría sus días asesinado como dictador, dijo un día que prefería ser el primero en una aldea que el segundo en Roma. ¿Es éste el mismo síndrome que no han sabido superar Toledo, Kuczynski y Castañeda? Es la obstinada negativa a ser el número dos de un frente más amplio, o de retirarse de la contienda en beneficio del conjunto si ello es necesario, la que ahora afecta a los mejores candidatos peruanos a dos mil años de Julio César? ¿Qué culpa se les puede achacar entonces a los ciudadanos peruanos, si la mezquina tozudez de ser los primeros en sus respectivas "aldeas" antes que los segundos en Roma habría que asignársela a sus dirigentes, precisamente a quienes tenían la responsabilidad de conducirlos?
Segundos en Roma...
Con una intención electoral que ronda el 40 por ciento, Cristina Kirchner sobrepasa por ahora fácilmente a cada uno de los candidatos opositores pese a que ellos, reunidos, podrían sumar el 60 por ciento. ¿Muestran hasta ahora un Alfonsín, un Macri o un enigmático Reutemann, para mencionar sólo a algunos de los precandidatos, la generosa voluntad de resignarse a ser, llegado el caso, "los segundos en Roma" o reiterarán, finalmente, el error peruano?
El dilema que enfrentarán los argentinos de aquí a seis meses parece acercarse al drama actual de los peruanos porque, así como la elección del 5 de junio los pone a ellos frente a candidatos institucionalmente disfuncionales , ya que ninguno garantiza la república progresista que habían fundado Toledo y el segundo Alan García, también entre nosotros aquellos que compitan el 23 de octubre serán heterogéneos con el kirchnerismo porque, sea quien fuere el principal candidato opositor, y aun cuando puedan exhibir fallas de gestión, todos ellos son confiables desde el punto de vista republicano, algo que el kirchnerismo no es.
Y en esto reside el "dilema argentino": no en si Alfonsín, Macri, Reutemann o el principal candidato opositor que resulte, será más o menos "eficiente", sino si entre todos sabrán urdir la trama capaz de contener el "hiperpresidencialismo" hegemónico de los Kirchner. Si se advierte que el 23 de octubre no estará en juego una conducción económica , ya que el "viento de cola" continuará soplando a favor de la Argentina por varios años más, sino una definición institucional que resuelva la encrucijada entre una democracia republicana y un despotismo antirrepublicano. Si se cree que ésta es la verdadera disyuntiva que se nos está por ofrecer, ningún esfuerzo de unidad opositora será desdeñable. En caso de que nuestros políticos no acierten a verlo así, la advertencia que nos dirigió Vargas Llosa a su paso por Buenos Aires habrá resultado tan lúcida como vana.

 Entre el error y el bochorno 
Joaquín Morales Solá
LA NACION.Miércoles 20 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa.
.Dando saltos entre el error y el bochorno, la oposición ha llegado, tal vez, al nivel más profundo de su impotencia. Ayer se agregó la posibilidad de que Mauricio Macri termine no compitiendo por la presidencia en octubre, sino por la jefatura del gobierno capitalino en julio. En el último fin de semana, lo poco que quedaba del peronismo disidente implosionó; se disolvió en el aire. El radicalismo oscila entre una variante ideológica de centroizquierda, la de Ricardo Alfonsín, y otra más débil y más aperturista, la de Ernesto Sanz. Alfonsín parece contar, sin embargo, con derecho de veto.
Macri no avanzará más allá con su candidatura presidencial si no tiene antes asegurados los recursos para financiar una complicada, larga y cara campaña. "El Gobierno tiene todos los recursos del Estado y nosotros tenemos recursos para lanzarnos y llegar sólo hasta Rosario", metaforizaron cerca de Macri. Según fuentes seguras, el macrismo habría intercedido ante importantes empresarios para obtener apoyos más concretos, pero no consiguió nada hasta ahora. "Nos dicen que somos la última esperanza y después nos dejan solos", contaron, decepcionados.
Otra condición de Macri para perseverar en su candidatura presidencial consiste en lograr un acercamiento, aunque fuere sobre coincidencias políticas más que electorales, con el resto de los dirigentes opositores. "Con muchos no podrá haber acuerdos sobre política económica o política exterior, pero sí podremos coincidir sobre qué queremos hacer con la democracia argentina y el sistema de libertades", dijo el propio Macri ante sus colaboradores más inmediatos, a los que les encomendó una nueva ronda de negociaciones.
En rigor, detrás de ese arrebato acuerdista de Macri se esconde también un propósito electoral. Las últimas encuestas que le llegaron señalan que la Presidenta estaría ganando ahora en primera vuelta, pero podría ser forzada a un ballottage si la oposición estuviera mínimamente organizada. El problema es que también hay obstáculos en la segunda vuelta. La mitad del radicalismo votaría por Cristina Kirchner si el otro candidato del ballottage fuera Macri. En cambio, el 60% de los votantes de Macri votarían increíblemente por la Presidenta en la segunda vuelta si su contrincante fuera Alfonsín. El antídoto que creyó encontrar Macri para esas fuerzas sociales dentro de la propia oposición es la creación de una imagen de concordancia entre los líderes opositores. El acercamiento de los líderes, supone, aproximaría a la gente común con ideas muy distintas.
El interlocutor
El único interlocutor confiable que Macri encontró hasta ahora es Eduardo Duhalde, pero Duhalde perdió mucho capital político desde el escándalo con Alberto Rodríguez Saá. Nunca explicó demasiado bien para qué se metió en una interna que, en el mejor de los casos, no lo hubiera llevado a ninguna parte. ¿Qué le hubiera agregado, por ejemplo, una victoria frente al gobernador puntano, que tiene muy escasos adherentes en el electorado nacional?
El PJ disidente apareció como una fuerza política importante cuando tenía como líderes a Carlos Reutemann, Francisco de Narváez, Felipe Solá y el propio Duhalde. Reutemann ya no está ahí ni en ninguna parte desde que se sintió maltratado por algunos dirigentes de ese espacio peronista. De Narváez negocia con Alfonsín una alianza bonaerense, cansado de esperar una decisión de su aliado histórico, Macri, sobre la candidatura presidencial de éste. Solá no acordó con ninguno de ellos y su nombre figura ahora entre los proyectos del radicalismo y de la Coalición Cívica; Elisa Carrió siente un especial aprecio por el ex gobernador bonaerense. Duhalde está reflotando en estas horas un viejo partido de origen peronista, la Unión Popular, para evitar una discusión eterna dentro del peronismo disidente.
Sin fuerza
El peronismo disidente es ahora una alianza de dirigentes sin fuerza ni territorios; prácticamente fue colonizado por los hermanos Rodríguez Saá, los únicos que tienen influencia en un solo distrito, San Luis. Los otros dos dirigentes que comandan esa esquelética fuerza son el misionero Ramón Puerta, que salió tercero en la última elección en su provincia, y el salteño Juan Carlos Romero, que ni siquiera presentó alternativa ante Juan Manuel Urtubey en los recientes comicios de su provincia. Duhalde no quiere someterse a un manoseo previsible en el PJ disidente, que podría proclamar a Alberto Rodríguez Saá como su candidato presidencial.
Duhalde habló en las últimas horas con Macri, con Sanz y con Alfonsín, a quien acaba de criticar por su política de poner límites a sus eventuales interlocutores políticos. La política que abrazó como una cruzada el presidente en funciones de la UCR, Angel Rozas, es vertebrar una coalición progresista con el socialismo y la Coalición Cívica, sin fisuras ni concesiones. ¿Le será tan fácil enlazar a Carrió, que tomó la decisión de esperar a que los otros opositores naufraguen en su propio mar de nulidades? Carrió se colocó a salvo de todos los intentos de la oposición en los últimos tiempos con la certeza de que nada llegaría a un puerto seguro.
Contra la propuesta de pureza progresista de Rozas y Alfonsín se alzan dos condicionamientos. Uno consiste en la propia especulación electoral: ellos proclaman la pureza en el orden nacional, pero las colectoras radicales están hechas a la medida de una alianza con De Narváez en Buenos Aires. Macri no está más a la derecha que De Narváez. Y De Narváez no aceptará la colectora o la lista de adhesión que le propuso el alfonsinismo. "O habrá un candidato a presidente y un candidato a gobernador o no habrá nada", responden cerca de De Narváez.
La otra impugnación surge de una deducción. La Argentina vive desde hace ocho años bajo sucesivos gobiernos progresistas. ¿Por qué la sociedad votaría por una réplica si cuenta con el original, el que lidera Cristina Kirchner, que además está mejor en los sondeos de opinión pública? Esa es la conjetura que llevó a De Narváez a proponerle al alfonsinismo una propuesta "amplia y moderada" en lugar de la pureza progresista de Rozas.
Macri vacila, tal vez más convencido de que debe seguir en la Capital. El PJ disidente parece haberse convertido en algo que ha sido. El radicalismo bascula en busca de una brújula política que ahora no tiene. Faltan seis meses para las elecciones. Es mucho tiempo para las predicciones, pero es muy poco para saber quién será qué cosa.


 
 La obcecación del Gobierno y las dudas de la oposición 
Mariano Grondona .Domingo 17 de abril de 2011.
.Dos fábulas podrían ayudarnos a entender lo que pasa en la Argentina actual. La primera fábula, que algunos atribuyen a Esopo y otros no, lleva por título La rana y el escorpión . A la segunda fábula, que ya nadie atribuye a Esopo, podríamos titularla La rana complaciente .
Cuenta la primera fábula que un escorpión le pidió un día a una rana que, subiéndolo sobre su lomo, lo ayudara a cruzar el ancho Nilo. Recelosa, la rana se negó al principio hasta que el escorpión le dijo que no debía temer porque si la picaba en medio del río ambos perecerían; la rana por el veneno del escorpión y éste porque no sabía nadar. Calmada por estas palabras al parecer razonables, la rana empezó a cruzar el Nilo con el escorpión a cuestas hasta que, súbitamente, éste la picó. Cuando ambos estaban padeciendo cada cual su propia muerte, la rana increpó al escorpión por su locura, a lo que éste respondió que la tentación de picarla había sido demasiado fuerte porque "estaba en su naturaleza".
El error de la rana fue no advertir a tiempo que el escorpión, si bien era capaz de pronunciar palabras razonables, no era capaz por eso de una conducta razonable frente al impulso irresistible de su naturaleza.
La segunda fábula narra que, acuciado por el hambre, un viajero pretendió cocinar una rana arrojándola de improviso a una sartén de agua hirviente. En un instante, la rana saltó del recipiente. Habiendo aprendido esta lección, el viajero puso enseguida a la rana en una sartén de agua tibia. La rana se dejó llevar entonces por la grata sensación del agua templada sin advertir que su aparente bienhechor aumentaba gradualmente la temperatura del recipiente hasta que la pobre rana se durmió y murió casi sin darse cuenta, por haber incurrido en complacencia .
El gradualismo
Contando con el doble efecto del "viento a favor" de los precios de la soja y del impacto emocional de su viudez en un país solidario como el nuestro, Cristina Kirchner pudo haber presidido la Argentina con prudencia, sin otro anhelo que construir un gobierno moderado, congruente con las instituciones republicanas. Pero esta perspectiva razonable "no estaba en su naturaleza". Ella aspira, al contrario, a ejercer un gobierno absoluto, sin restricciones legislativas o judiciales. La obcecación en buscar una ambiciosa meta como ésta que demostrará ser, finalmente, de imposible cumplimiento es pese a ello una marca indeleble del autoritarismo kirchnerista.
Esta observación podría llevarnos a pensar que la empresa kirchnerista está condenada de antemano, pero la conclusión sería prematura porque la obcecación de la Presidenta es, además de autoritaria, gradualista . Es que el Gobierno extrajo una lección de su derrota frente al campo. En 2008 los Kirchner pretendieron tomar el poder por asalto , arrebatándole al campo de un solo golpe toda la renta agropecuaria. Cuando la rana de la segunda fábula saltó de golpe de la sartén, el kirchnerismo rectificó su estrategia aunque no su naturaleza porque aplicó un método gradualista en función del cual, sin dejar de tener en la mira a la desdichada rana, la puso a hervir lentamente . A la inversa de la frustrada táctica del choque contra los que ella juzga sus enemigos, lo que está haciendo ahora Cristina es combatirlos a través de una táctica escalonada cuya esencia consiste en que, avanzando paso a paso contra ellos, ninguno de estos pasos basta por sí solo para desatar una alarma generalizada.
Para ilustrar este método podríamos aludir al avance que intenta el kirchnerismo contra las empresas privadas. Empezó por arrebatarles a los jubilados los ahorros que habían acumulado en las AFJP. Cuando logró esto, aceptó una norma según la cual las deudas que las empresas tenían con las AFJP y pasaban al Estado no podrían influir sino en un 5 por ciento en la constitución de sus directorios, pese a que las empresas les debían a las AFJP hasta el 30 por ciento de su capital. Pero ahora, cuando este nuevo y leve hervor ya ha sido asimilado, el kirchnerismo quiere franquear por decreto de necesidad y urgencia (DNU) el límite del 5 por ciento, considerado en su momento "razonable", porque ya cree estar en condiciones de imponer una presencia de hasta el 30 por ciento en los directorios de las empresas, que pasaría además a los militantes de La Cámpora. Las empresas nuevamente se quejan, pero se hallan frente a una sucesión de avances "graduales", ninguno de los cuales podría bastar por sí mismo para disparar la enérgica reacción de los afectados. Este es el despliegue maligno, pero efectivo del gradualismo kirchnerista contra los capitales privados.
¿Cómo no recordar aquí aquella frase atribuida al escritor Bertolt Brecht -aunque no es de él- sobre el avance del nazismo en Alemania? "Primero vinieron por los comunistas, pero yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, pero yo no hablé porque no era socialista ni sindicalista. Después vinieron por los judíos y tampoco hablé porque no era judío. Ahora vienen por mí, y ya no queda nadie para defenderme." Mientras que la política del asalto genera una inmediata resistencia, el gradualismo autoritario promete ser más eficiente porque a la rana nunca le llega el momento de saltar.
El "dilema del prisionero"
Mientras el Gobierno añade a su vocación autoritaria el arma sutil del gradualismo, ¿qué hace la oposición? A ella podría aplicársele hoy, en lugar de una tercera fábula, un capítulo de la famosa Teoría de los juegos, que lleva por título El dilema del prisionero . El "dilema" relata el caso de un fiscal que mantiene en prisión a dos acusados, a quienes considera cómplices del mismo crimen. Como no cuenta con ninguna prueba contra ellos, acude a una estratagema. A cada uno de los acusados le dice: "Si acusas a tu cómplice y éste no te acusa a ti, él se llevará toda la pena y tú saldrás libre por falta de pruebas; si no acusas a tu cómplice pero éste te acusa a ti, él saldrá libre pero tú cargarás con toda la pena; si ni tu cómplice ni tú se acusan mutuamente, ambos saldrán libres por falta de pruebas; si tanto tú como tu cómplice se acusan uno al otro, cada uno cargará con la mitad de la pena".
Cuando ambos cómplices se quedan solos, empiezan a pensar. Si se tuvieran confianza y creyeran uno en el otro, ninguno acusaría a su cómplice y ambos saldrían en libertad. Pero como no se tienen confianza y cada uno de ellos teme ser traicionado por el otro, ambos se acusan recíprocamente y cargan al final con la mitad de la pena. Que es lo que quería el fiscal.
Cuando Mauricio Macri propuso esta semana que todos los partidos de la oposición acordaran una política de Estado común con vistas a las próximas elecciones, sólo algunos dirigentes fuera de Pro respaldaron su iniciativa. Los otros, los que la rechazaron, ¿confiaban acaso en él? ¿O temieron que quisiera llevar agua para su molino? Si los dirigentes de la oposición confiaran unos en los otros, ¿no se habría iniciado a partir de la propuesta de Macri la formación de un frente capaz de derrotar en octubre al kirchnerismo?
Aquellos cuyo objetivo mayor es salvar a la República de aquí a seis meses enfrentan por lo visto dos peligros: el primero es el gradualismo autoritario del kirchnerismo y el segundo es la desconfianza recíproca entre los opositores. Lo sugirió Pablo Sirvén en su artículo de anteayer: el mal argentino no proviene sólo de los excesos del kirchnerismo, sino también de los defectos del no kirchnerismo. La sociedad argentina, ¿madurará a tiempo para percibir y enfrentar ambos peligros durante los meses cruciales que vendrán?
Todas las monedas están en el aire
Joaquín Morales Solá .Domingo 17 de abril de 2011
Compartir.Mauricio Macri organizaba una semifinal opositora para el 14 de agosto cuando se le desvencijó el peronismo disidente. Duhalde y Rodríguez Saá terminaron en una gresca de estudiantes. Aquélla era la razón que se escondía detrás de la convocatoria de Macri a un masivo consenso programático del antikirchnerismo. La oposición está muy rezagada en la opinión social, reconocen los propios opositores, no porque sus líderes carezcan de simpatía, que es una cuestión subjetiva, sino porque nadie los ve preparando un eventual gobierno.
Cristina Kirchner tiene graves problemas sin resolver (o mal resueltos), pero todos le reconocen que controla los resortes del poder. Las sociedades necesitan tales certezas. La estrategia de Macri consistía en cambiar ese inconducente trazo de la oposición y sustituirlo con imágenes más amables de cohabitación. Los peronistas le arruinaron la fiesta; los radicales ni siquiera sabían si irían a ella.
La oposición tiene muchos problemas que son de su culpa y cargo, pero se le acaba de agregar uno que carece de solución propia: no sabe contra quién peleará en octubre. ¿Será Cristina al final de cuentas? ¿O será Daniel Scioli, si la Presidenta decidiera dar un paso al costado y esperar cuatro años para volver? La moneda está en el aire. Encuestas confiables, que el oficialismo guarda con la mayor reserva, indican que cualquiera de los dos podría ganar en la primera vuelta de octubre.
La definición de la candidatura oficialista será clave para acomodar a la oposición. Scioli podría significar el final de la actual carrera presidencial de Macri, porque éste supone que comparten con él parte del mismo electorado. Le quitaría también el poco sentido que le va quedando al peronismo disidente, que nació disidente de Néstor Kirchner más que de la Presidenta. ¿Qué argumentos le quedarían a ese peronismo si ya no hubiera ningún Kirchner en la competencia electoral y cuando no pudo resolver aún ni lo básico ni lo esencial?
El peronismo disidente, como el radicalismo, está ahora seriamente dividido. Eduardo Duhalde supone que el kirchnerismo se estaba metiendo en su módica interna con Rodríguez Saá, y que la mayor sorpresa se la estaba preparando en la provincia de Buenos Aires, de la mano de Luis D'Elía y de Emilio Pérsico. Hubiera sido una herida mortal y precisa: ¿cómo explicaría Duhalde una derrota en el territorio que gobernó o lideró durante casi dos décadas? ¿Cómo explicaría el triunfo de un Rodríguez Saá en la monumental provincia? No puede negársele cierta ingenuidad a la política de Duhalde. Esa interna abierta, sin condiciones ni requisitos, era más propia de políticos suecos que de pícaros argentinos.
Siempre se puede estar peor , se resignó Macri, desalentado, cuando se enteró del alboroto entre Duhalde y Rodríguez Saá. Macri cuenta con el apoyo de Duhalde para terminar el 14 de agosto en las semifinales , según la jerga del macrismo, entre tres grandes fórmulas opositoras: la de Macri, la de Duhalde y la del radicalismo. Macri y Duhalde buscan el compromiso radical, que no existe por ahora, y el acuerdo de todos para apoyar en octubre al ganador de agosto. Duhalde se comprometió a empezar mañana mismo, ya liberado de la frugal competencia con Rodríguez Saá, a trabajar en esos acuerdos con el resto de la oposición.
El conflicto encaja entonces en la división radical. Macri se reunió el miércoles pasado con Ernesto Sanz para tentarlo con un proyecto común. El obstáculo nunca fue Sanz, que entiende desde hace mucho la necesidad de una amplia oferta opositora, sino Ricardo Alfonsín, convencido de que es el único candidato opositor que podría ganarle a Cristina Kirchner en una segunda vuelta. Las encuestas no dicen eso, pero el alfonsinismo está seguro de que terminarán diciendo eso. La razón cede frente a los presentimientos. Esas profecías explican también por qué Macri es un límite infranqueable para el alfonsinismo, pero no lo es Francisco de Narváez. Macri puede ser candidato presidencial y De Narváez tiene un conflicto constitucional para serlo. También la moneda opositora está en el aire.
No seré Frondizi , aclaró Sanz; precisó, así, que no dividirá el radicalismo para compartir una fórmula con Macri. Sanz intenta, por ahora, abrir al radicalismo a acuerdos que abarquen a De Narváez, a Felipe Solá y al propio Macri. Las dos eventuales fórmulas presidenciales que Macri intenta consolidar incluyen a Sanz o a Carlos Reutemann, las únicas, a su criterio, que podrían cambiar la apatía de la campaña. Sanz tiene sus límites partidarios y Reutemann está en esos tiempos en los que ni siquiera atiende el teléfono. Según Macri, la última reunión con Reutemann sucedió hace más de dos meses; no volvieron a hablar desde entonces, y entonces no concluyeron en nada.
El paisaje es ideal para que Cristina Kirchner tome el atajo que quiera. Nadie le reprocharía un improbable temor al fracaso, si optara por no presentarse a la reelección, y tiene también el camino despejado para competir por su segundo mandato. La Presidenta vacila, no obstante. ¿Qué es lo que más les conviene a ella y al kirchnerismo? ¿Someterse a un segundo y complicado mandato sin reelección, o ceder un turno para volver dentro de cuatro años con la posibilidad de una reelección? No abre la boca cuando se toca ese tema o cambia de tema , desliza un kirchnerista que la frecuenta.
Entre tantas dudas, la política de radicalización de su gobierno es la única que no duda. La decisión de nombrar más directores oficiales en empresas privadas con préstamos de la Anses no carece de hipocresía. Uno de los argumentos que el Gobierno usó para la estatización de los fondos de las viejas AFJP fue que les habían prestado dinero a empresas privadas. En lugar de intentar recuperar ese dinero, para ser coherentes, el oficialismo se aprovecha ahora de los préstamos para meterse en las empresas privadas. Varios empresarios recordaron en los últimos días una frase que el Gobierno viene deslizando desde hace tiempo: Tendremos que hacer como Chávez , murmura ante el menor gesto de indisciplina de los empresarios.
La disciplina del empresariado es, para los empresarios, el propósito fundamental que esconde esa decisión. La resolución se tomó sorpresivamente mediante un decreto de necesidad y urgencia que cambió la letra y el espíritu de una ley. Es ilegal, por lo tanto, pero el kirchnerismo ha hecho del hecho consumado, legal o ilegal, una estrategia permanente. Al revés de lo que se puede suponer, los empresarios no culpan a Julio De Vido ni a Guillermo Moreno. Moreno es como es, y De Vido ya no es ni la sombra de lo que era como hombre de poder.
El centro de las diatribas empresarias está compartido por Débora Giorgi y Amado Boudou. Tienen el fanatismo de los conversos , dijeron de ellos. Raro en Giorgi, que, al contrario de Boudou, tiene una historia política que podría cuidar. Incluso, Techint le propuso a Boudou que fuera Bernardo Kosacoff, un reconocido economista que trabajó en la Cepal, quien reemplazara a Aldo Ferrer en representación del Estado. Boudou se manifestó admirador de Kosacoff, pero volvió con La Cámpora bajo el brazo.
El conflicto de la inflación argentina se explica, entre otras cosas, por la escasa inversión privada. Los directores estatales en empresas privadas espantan cualquier proyecto de inversión, porque nadie sabe cuál será la próxima sorpresa. En los últimos días, la Argentina ya ha sido mencionada de la peor manera por la Unión Europea y por los países del G-20. Hasta ahora, ninguno cuestionó el contenido de leyes y reglamentos argentinos, sino la arbitrariedad argentina que predomina por encima de leyes y reglamentos. Es una especie de estilo nacional que el kirchnerismo incrustó hasta no se sabe cuándo.
 
Vargas Llosa: redes sociales reducen censura pero empobrecen lenguaje 
 14.4.11.-El escritor peruano Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa consideró el jueves en Montevideo que la revolución audiovisual ha reducido los mecanismos de censura en el mundo pero también provocado un "empobrecimiento atroz del lenguaje".
El escritor y premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa durante una conferencia de prensa en Montevideo, el 14 de abril de 2011.
El escritor peruano Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa consideró el jueves en Montevideo que la revolución audiovisual ha reducido los mecanismos de censura en el mundo pero también provocado un "empobrecimiento atroz del lenguaje".
El laureado escritor, que llegó el jueves a Uruguay para una visita de dos días, dijo en una conferencia de prensa que la gran revolución audiovisual actual "ha sido importantísima en lo que se refiere a las comunicaciones, porque ha desarrollado las comunicaciones de una manera que prácticamente hace imposible que se establezcan los sistemas de censura que se establecían antaño con gran facilidad".
"En ese sentido hay un progreso de la libertad extraordinario", aseveró. No obstante, consideró que "no todo es positivo".
"Creo que es una de las manifestaciones de la manera como se ha banalizado la cultura, las manifestaciones artísticas, creativas", explicó.
"Yo decía que las pantallas habían resucitado el arte de la correspondencia que estaba casi extinguido y cuando uno ve la manera como se comunican a través de las pantallas las generaciones jóvenes a veces se queda un poco horrorizado por el empobrecimiento atroz del lenguaje (...) como si la pantalla garantizara una cierta impunidad a la hora de pensar y de decir".
El escritor indicó que está trabajando en un ensayo titulado "La civilización del espectáculo", que aborda el hecho de que "el espectáculo, la diversión y el entretenimiento parecen haberse convertido en valores centrales y los efectos que eso tiene en los campos que tradicionalmente están relacionados con la vida cultural".
"Creo que es un fenómeno nuevo que acaso por primera vez afecta tanto a los países más desarrollados como a los países del tercer mundo", observó.
Vargas Llosa señaló que ya tiene pronta una primera versión del ensayo pero que quiere seguir trabajando en el mismo. "Proyectos no me faltan, lo que me falta es tiempo", dijo. Aunque manifestó que "el entusiasmo y la ilusión siguen intactos" como cuando escribió sus primeros cuentos.
El autor de "La ciudad y los perros" o "Conversación en la Catedral admitió que no sigue permanentemente la actualidad literaria, pero consideró que la literatura latinoamericana "goza de muy buena salud" y "gran vitalidad".
Consultado sobre las películas que se han hecho sobre sus obras, confesó que nunca se sintió identificado con esas historias.
"Creo que la razón es que yo nunca veo a los personajes de las historias que escribo con esa nitidez excluyente que se ven los personajes en una película", explicó el escritor, que llegó al país para dictar una conferencia en una universidad privada. http://noticias.latam.msn.com/ar/


 La política y el ánimo hacen dudar a Cristina Kirchner 
Joaquín Morales Solá  LA NACION .Miércoles 13 de abril de 2011
Cerca de ella, algunos funcionarios comienzan a sentir los síntomas de la ansiedad. Cristina Kirchner no da ninguna señal, audible ni visible, de que haya tomado una decisión sobre su candidatura a la reelección. Circulan versiones que brotan del entorno familiar sobre una supuesta renuencia suya a ser candidata en octubre. La única conclusión posible, hasta ahora, es que no hay especulación electoral cuando ella dice que está pensando seriamente si le conviene, o no, optar por la reelección. Es lo que sinceramente está haciendo. Esas reflexiones presidenciales mezclan tanto asuntos afectivos como políticos.
El próximo mandato presidencial, sea de quien fuere, será una carga muy pesada. La economía está postergando decisiones que sólo pueden ser postergadas gracias a un orden económico mundial amable con los países emergentes. Ejemplo: Paraguay creció durante 2010 un 15 por ciento, casi el doble del crecimiento real argentino. Aquí, un gasto público que llegó al récord histórico y una inflación cada vez más empinada obligarán al próximo gobierno a tomar decisiones que el kirchnerismo no quiso tomar nunca. La fórmula que propone más consumo y más aumentos salariales puede servir para disimular los estragos de la inflación, pero no son remedios permanentes para el incesante aumento de precios. Los dos Kirchner se negaron siempre a las recetas medianamente ortodoxas, aunque Néstor Kirchner fue, hay que reconocerlo, más estricto con el gasto.
Dicen que Cristina Kirchner no desconoce los trazos gruesos de esos desafíos, aun cuando para entreverlos debe saltar sobre la valla del optimismo perpetuo de su círculo más íntimo. La visión de la Presidenta es, con todo, más política que económica. Aprendió de su esposo que un mandato sin reelección a la vista, aunque sea como una posibilidad, es un juego suicida. "La posibilidad de la reelección debe estar siempre", le insistía el ex presidente cuando debió convencerla de que aceptara la candidatura presidencial de 2007. Era ella la que no estaba segura de si había llegado su hora o de si, por el contrario, su marido debía intentar su propia reelección. El argumento de Kirchner era que él se convertiría en un presidente débil, en caso de ser reelegido, y que luego le costaría imponer a su esposa como candidata del peronismo.
Esa línea de pensamiento tiene su correlato con la realidad. Ya hay varios neokirchneristas que se están anotando para la carrera presidencial de 2015, que podría comenzar el próximo 11 de diciembre si ese día asumiera de nuevo Cristina Kirchner. De hecho, el triunfante gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, ratificó públicamente su decisión de ser candidato presidencial dentro de cuatro años. Otros siguen, como él, ese camino.
Para muchos de ellos, el 11 de diciembre próximo concluirán sus compromisos políticos: Néstor Kirchner ya no está y Cristina comenzaría, si fuera reelegida, su último mandato constitucional. Sucederá entonces una intensa lucha interna por la candidatura del peronismo luego del kirchnerismo. Aunque seguramente ningún peronista hará nada para debilitar a la Presidenta en los primeros años, lo cierto es que la sola competencia entre otros para sucederla eclipsaría el liderazgo político de Cristina. El haz de luz del poder peronista comenzaría a desplazarse hacia otros rincones del escenario.
Nadie imagina, con todo, que Cristina Kirchner esté pensando en jubilarse de la política. Al revés, las encuestas actuales le asegurarían un futuro después del próximo período, porque podría volver con la célebre reelección en las manos. Esta posibilidad también forma parte de sus actuales cavilaciones.
Ese combate entre el presente y el futuro, entre lo efímero y lo durable, encontraría a la Presidenta después de diciembre, en cambio, lidiando con el sindicalismo más poderoso del que se tenga memoria. Ningún otro dirigente sindical construyó, como Hugo Moyano, tanto poder político, sindical y económico. El problema es que Moyano no está conforme con lo que tiene y siempre quiere algo más. ¿Para qué empujó una fórmula peronista en Salta, alternativa a la de Urtubey, y por qué consiguió el apoyo de Cristina a semejante aventura, que terminó en un estrepitoso fracaso? Es probable que la propia Presidenta haya considerado que era mejor condicionarlo a Urtubey, pero el ensayo le salió mal de la mano de uno de los dirigentes más impopulares de la Argentina, como también lo es Moyano.
Moyano y los Kirchner son ya indivisibles. Ni Cristina tendrá nunca la posibilidad de romper abiertamente con el jefe cegetista, por la historia común de alianzas y complicidades que existe entre ellos, ni Moyano podrá recrear jamás un acuerdo parecido con otros exponentes políticos, aunque sean peronistas. La dura ofensiva verbal de Urtubey contra Moyano es el ejemplo más módico, tal vez, de lo que sucederá entre el líder sindical y cualquier expresión política que no sea puramente kirchnerista.
Moyano tiene en sus manos la paz social, como las llamadas organizaciones sociales controlan el espacio público. Cristina Kirchner, al fin y al cabo una señora con reflejos de la clase media argentina, sabe que el desorden público no puede ser un remedio para siempre. Pero ¿está ella en condiciones de imponer cierta disciplina a esas organizaciones a la que su esposo les dio vida, recursos y también poder? Siempre podrá hacerlo, aunque deberá pagar un precio político por ello que nadie sabe si está dispuesta a desembolsar.
Versiones seguras agregan que los hijos de la Presidenta aspiran a tener una madre con más tiempo que la que tuvieron hasta ahora. Esa vieja aspiración de los Kirchner más jóvenes habría aumentado desde la muerte del padre. Empresarios que habitan en el corazón kirchnerista suelen dar fe de esa posición de los hijos y de las vacilaciones de la Presidenta frente a su reelección. Todos señalan que, en caso de rechazar la candidatura, el heredero de Cristina podría ser el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, el único político cercano al kirchnerismo con buenas mediciones de opinión pública.
El círculo presidencial más político e ideologizado sostiene la posición contraria: el kirchnerismo sólo podría sobrevivir con Cristina y con nadie más. "Un modelo político debe permanecer más allá de las personas", dijo Cristina la semana pasada, cuando se autoproclamó una líder "temporal, absolutamente temporal". Pareció un mensaje por elevación a quienes creen que sólo un Kirchner cultivará y protegerá al kirchnerismo.
 
 Que Cristina lo ataque, ¿daña o beneficia a Macri? 
Mariano Grondona .Domingo 10 de abril de 2011.LA NACION
Un refrán dice que "una vez es casualidad, dos veces es coincidencia, tres veces es acción enemiga". A este dicho podría sumársele otro refrán más elemental según el cual "si tiene garras de león, rugido de león y melena de león, es un león". Cuando se observa la sucesión de agresiones que ha lanzado el gobierno nacional contra Mauricio Macri desde que éste gobierna la ciudad de Buenos Aires para cubrir el período 2007-2011, es imposible ignorarlas como si sólo fueran los eslabones sueltos de una cadena inexistente.
En 2009, la Presidenta ordenó bloquear una emisión de bonos que pretendía Macri y lo privó a partir de ahí del apoyo que el jefe del gobierno porteño necesitaba para acceder a los mercados internacionales. Macri no pidió el auxilio directo de los fondos nacionales sino apenas una firma, un aval sin costo alguno que Cristina, empero, le negó e impidió de este modo la realización de importantes obras de infraestructura que Macri había proyectado. El jefe del gobierno porteño acusó además a los Kirchner de estar detrás del procesamiento que le inició Norberto Oyarbide por las "escuchas ilegales", un procesamiento hasta ahora sin pruebas a la vista, que se inició al mismo tiempo en que el polémico juez sobreseía vertiginosamente a los Kirchner de la acusación por enriquecimiento ilícito que pesaba sobre ellos.
La ministra de Seguridad, Nilda Garré, ignoró por su parte las decisiones judiciales que obligaban a la Policía Federal a intervenir en las tomas ilegales del parque Indoamericano y el Bajo Flores, así como en el bloqueo sindical contra los principales diarios. Mientras el traspaso de una sección de la Policía Federal a la Policía Metropolitana que ha pedido reiteradamente Macri siempre le fue negado por Garré, ésta culminó su extraño proceder en materia de seguridad retirando la custodia de la Policía Federal a 114 lugares de la ciudad, entre ellos, hospitales, y provocó así la indefensión de edificios municipales en situación de riesgo.
Desde el momento en que Garré fue nombrada por Cristina, y habiendo dicho ésta en medio de una huelga secundaria con ocupaciones de escuelas en septiembre de 2010 que "no me parece demasiado lo que piden los chicos", es difícil eximir al gobierno nacional de la responsabilidad por esta sucesión de desencuentros entre la Nación y la ciudad, a los que habría que agregar otros más como, por ejemplo, aquel en que el gobierno nacional promovió una acción judicial para privar a la Policía Metropolitana, a esa misma policía a la que Garré acusa por no atender la seguridad de su distrito, de las pistolas Taser que evitan, a cambio de un "latigazo" eléctrico, el vuelo mortal de las balas de plomo. Si tiene garras de león? La conclusión que surge de esta breve enumeración es que el gobierno de Cristina Kirchner ha designado a Mauricio Macri como su enemigo principal.
La piedra y la mano
En sus Explicaciones filosóficas, Robert Nozick sugiere que cada uno de nosotros, al comenzar su existencia, anticipa en lo más profundo de su ser que la vida valdrá o no valdrá la pena. Si espera que valga la pena, la vivirá para confirmar esta premisa y, según pasan los años, comprobará que tenía razón. Si espera en cambio que no valga la pena, vivirá para confirmar esta otra premisa alternativa y al fin de sus días también habrá tenido razón. Apostar o no apostar a la vida es por lo tanto una categoría existencial que siempre se confirma. Si trasladáramos la tesis de Nozick a la vida política, podríamos afirmar que, al comenzar su carrera, un político puede apostar a la conciliación o a la confrontación. Si apuesta a la conciliación saldrá en busca de amigos y los encontrará. Si apuesta a la confrontación, no le faltarán enemigos.
Fieles a su ADN político, los Kirchner nunca han dejado de buscar enemigos porque ganar es para ellos, por lo pronto, que sus enemigos pierdan . A la inversa del flamante candidato radical Ricardo Alfonsín, que es y aspira a ser querido, lo que siempre han privilegiado los Kirchner no son las r elaciones de amistad, sino las relaciones de enemistad . El Ejército, la Iglesia, el campo, el periodismo independiente, los empresarios supuestamente "concentrados", Cobos y Macri, este último en cuanto representante de "la derecha", han sido los enemigos declarados de ambos Kirchner. En este terreno no ha habido diferencias entre Néstor y Cristina.
Afinando el análisis, podríamos sugerir sin embargo que las principales diferencias entre el ex presidente y la Presidenta han sido dos. Néstor sumaba la creatividad a su espíritu de confrontación. El ex presidente inventaba cada día nuevos ardides, pero esta cualidad le falta a Cristina, que por eso transita invariablemente por las huellas que él le marcó. La segunda diferencia entre ambos es que cada vez que Néstor tiraba una piedra se le notaba, pero Cristina, ella, cuando tira una piedra esconde la mano, exhibiendo además recato y hasta indignación ante el comportamiento de sus incondicionales pese a que ellos no hacen otra cosa que obedecerla. Esta última diferencia explica por qué Néstor perdió en 2009 y no conseguía remontar las encuestas más allá del 30 por ciento por las reacciones adversas que suscitaba, mientras que Cristina, menos obvia y más sutil, ya espera superar la valla del 40 por ciento.
 
Perder, ¿es ganar?
El problema es que Macri, habiendo sido designado como su enemigo más notorio por Cristina, no ha dejado de subir en las encuestas hasta el punto en que hoy encabeza la lista de los opositores por delante del propio Alfonsín. Es que los dardos que ordena lanzar la Presidenta tienen un doble efecto. De un lado, les marca un blanco a sus servidores incondicionales pero, del otro, también ayuda a quienes no desean votar por ella a concentrarse detrás de su más odiado opositor.
 
El kirchnerismo tiene así la paradójica virtud de elegir a sus rivales. Véase si no lo que pasó con Julio Cobos. Cuando emitió su famoso voto "no positivo" en el Senado, suscitó la ira del kirchnerismo y subió acto seguido en las encuestas. No bien la Casa Rosada dejó de agredirlo ostensiblemente, empero, Cobos bajó tanto en las encuestas que acaba de retirarse de la carrera presidencial. Es como el juego del sube y baja. Cuando los Kirchner bajan línea contra algún rival, éste sube. Cuando dejan de apretar hacia abajo, éste baja.
 
¿Qué deberían aconsejarle a Cristina, entonces, sus solícitos asesores? Que, si quiere favorecer a algún competidor no kirchnerista, suba los decibeles de la agresión y que, si quiere perjudicarlo, deje de agredirlo. Esta observación revela sin embargo una debilidad de los opositores porque, cuando ya no cuentan con la ira de Cristina, se quedan sin el principal combustible de su exaltación. Lo cual obliga a preguntarse si, animada por algún astuto asesor, Cristina ha decidido agredir a Macri no sólo porque lo detesta, sino también porque secretamente lo desea como su principal contendor.
 
Las maniobras que hoy despliega el kirchnerismo se parecen a la temblorosa habilidad de un esgrimista que teme perder. En efecto, todavía es verdad que la mayoría de los argentinos no votó por los Kirchner en 2009 y que muchos de ellos podrían reiterar este rechazo en 2011. ¿Qué les falta a los opositores entonces? Que, cuando las papas quemen de aquí a pocos meses, los votantes no kirchneristas se polaricen en favor de alguno de ellos. ¿Podrá el kirchnerismo, sin la creatividad del fundador pero con el sigilo de su sucesora, sortear de algún modo este último obstáculo que se interpone entre la realidad y su insaciable sed reeleccionista?
 La única alianza política que existe 
Joaquín Morales Solá.Domingo 10 de abril de 2011 .LA NACION
Voy a terminar por reivindicar a Néstor Kirchner . Un alto funcionario de Mauricio Macri lanzó esas palabras de estupor en una reunión de macristas fehacientes. No estaba sumándose a la operación de santificación del ex presidente, sino contrastando una época de excesivo control del poder con el momento actual, en el que predomina el desorden público tanto como el institucional. La mejor prueba de que el libre albedrío se impuso sobre la férrea disciplina de otros tiempos es que la ministra de Seguridad, Nilda Garré, se convirtió en la más punzante crítica del kirchnerismo que gobernó en los últimos años. Todos hablan y cada uno dice lo que quiere , rezonga un cristinista silencioso.
Macri estaba buscando socios peronista o radicales (o los dos al mismo tiempo) para la aventura electoral de octubre cuando se topó con un regalo kirchnerista. El gobierno nacional lo colocó alegremente en el lugar de víctima dentro de un conflicto en el que ya cada uno tiene un rol asumido, cierto o no, frente a la sociedad. La mayoría de la gente común cree que Macri se preocupa por la seguridad y que a Cristina Kirchner no la aflige mucho esa tragedia social. Podría especularse con que sólo puede dar tanto quien tiene mucho. Nadie se equivocaría, porque la Presidenta sigue, a pesar de todo, muy por encima de sus opositores en las encuestas.
¿Había necesidad de sacarle a la Capital los policías federales que hacen horas adicionales pagadas por el gobierno del distrito? Sencillamente, no. Esos policías ya están en la calle (o deberían estarlo, al menos) porque el trabajo al servicio de la administración capitalina se contabiliza como horas extras. Es decir, cumplen con su trabajo en la Federal y trabajan para el gobierno de la Capital en el tiempo asignado al supuesto descanso. ¿Lo dejarán de hacer por obra y gracia de una resolución de Garré? No. Los policías viven del trabajo adicional, porque no ganan un buen sueldo y éste está siempre arruinado por las compras en cuotas. La teoría puede ser otra, pero la realidad es una vieja devastadora de hipótesis aparentemente perfectas.
Ya no hay policías en los hospitales, escuelas y otras dependencias de la Capital. El convenio se denunció a partir del 6 de mayo, pero el gobierno nacional decidió incumplirlo desde el martes pasado. ¿Por qué? Había una deuda de la Capital, adujeron, aunque esa deuda estaba dentro del período de 60 o 90 días de atraso que hubo históricamente. El asunto es político y sólo se lo entendería si se sacara del conflicto a uno de los protagonistas. El gobierno nacional envía a la provincia de Buenos Aires, a su costo y riesgo, a miles de gendarmes. ¿Podría imaginarse una decisión fulminante que retirara a todos los gendarmes en pocas horas del territorio gobernado por Daniel Scioli? No lo haría nunca, porque ahí está un aliado.
Es cierto que Macri alardeó demasiado de su propia policía, pero se trata, por ahora, de un cuerpo módico. Casi un tercio de sus tropas (450 efectivos, repartidos en tres turnos) tiene que custodiar ahora el barrio de Villa Soldati, ocupado ilegalmente y que el gobierno nacional no desaloja, a pesar de la orden de un juez que depende directamente de la Corte Suprema de Justicia.
Un hombre joven murió en la villa 31 en la noche del martes último entre fuertes convulsiones. Ambulancias con médicos y enfermeros se negaron a entrar a ese asentamiento porque temieron por su seguridad. La ciudad ardió al día siguiente. Toda vida es insustituible y cualquier muerte injusta es ominosa. Ambas actitudes, una conducida por el miedo y la otra por la protesta ante lo irreparable, son comprensibles. Faltó la única solución posible: los médicos debieron entrar a la villa acompañados por policías decididos. El escándalo policial entre los gobiernos nacional y capitalino, que ya existía, y el temor de la propia policía destruyeron el único recurso que había. Unas 40 personas cortaron horas después la autopista Illia y transformaron a la Capital en tierra arrasada, perdida ya por sus habitantes cualquier noción de la calidad de vida. La policía miró y no hizo nada más.
Los asentamientos y las villas en la Capital proliferaron en los años recientes. El gobierno nacional nunca quiso ver ese problema más allá de entregar subsidios sin contraprestaciones, al revés de lo que sucede en Brasil o Chile; el subsidio sirve aquí muchas veces como herramienta política y electoral. La inseguridad también es una consecuencia de vidas desamparadas, que se mueven entre la penuria y la promiscuidad. Hasta los sacerdotes más comprometidos con causas sociales denunciaron públicamente la propagación de la droga en muchas villas, aunque no exclusivamente en ellas. La droga es, en rigor, un problema que abarca a todos los estamentos sociales.
Aquel trágico episodio en la villa 31 sólo pronosticó el conflicto con los médicos, que dejó anteayer sin hospitales a la Capital. Los médicos tienen miedo. Esa es la verdad. Deben convivir cotidianamente con personas con inestabilidad psicológica, con problemas de adicciones severas o peligrosamente alcoholizadas. Seis episodios de violencia afectaron a médicos o enfermeras en apenas 48 horas después de que los policías federales abandonaron los hospitales. El miedo de los médicos es razonable, pero ¿cuántas vidas pueden perderse en una megaciudad sin hospitales? La solución no es responsabilidad de los médicos, sino de los dirigentes políticos que se mezclan en combates electorales.
El gabinete de Macri cree que detrás de todo el barullo hay, en efecto, una especulación electoral por parte del gobierno nacional, pero el propio Macri disiente: El kirchnerismo cree que sus fantasías son verdaderas. Hay más de eso que de cualquier otra cosa , suele precisar. Garré le dio la razón cuando se quejó públicamente del "autogobierno" de la Policía Federal, que, dijo, permitió el auge de la corrupción policial. El kirchnerismo gobierna desde hace ocho años y su actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fue el jefe directo de la policía hasta que arribó Garré, hace tres meses. ¿La culpa es de Néstor Kirchner, entonces, que no vio las supuestas ineptitudes de Fernández? ¿O es de Cristina, que siguió confiando en el jefe de Gabinete y viejo líder de la policía? Sean quienes sean, los culpables de la pésima situación policial que describió Garré están entre los jefes del kirchnerismo.
Macri se entusiasmó, de todos modos, con un plebiscito sobre la policía y la seguridad que podría realizarse el mismo día de las elecciones capitalinas. Se sumaría, así, a la dinámica electoral que el gobierno nacional le está dando al desgarrador conflicto de la inseguridad pública. Macri decidirá mañana si se hará o no el plebiscito.
El alboroto sorprendió a la política cuando la oposición comienza a moverse, aunque todavía no se sabe en qué sentido ni con qué resultado. El radicalismo se está planteando en público, por primera vez, si le conviene una alianza con Macri, con Francisco de Narváez y con Felipe Solá. Es la posición de Ernesto Sanz, que quedó solo frente a Alfonsín luego de la previsible renuncia de Julio Cobos. Sanz quiere hacer un esfuerzo todavía para convencer al radicalismo de que Macri y De Narváez son aliados eficientes para ganar y que el programa ya lo firmaron todos cuando acordaron las bases comunes elaboradas por Rodolfo Terragno. Alfonsín puede llegar hasta De Narvaéz, donde ya llegó en verdad, pero se frena en seco ante Macri. ¿Por qué? No hay respuesta. Macri espera el final de ese debate como aguarda la cercanía de un peronista con buenos antecedentes y mejor presencia. Todo se mueve y todo es impalpable al mismo tiempo.
El Gobierno hace mucho por sus opositores y éstos hacen mucho por el Gobierno. Es la única alianza política que existe, implícita, inexplicable y duradera.
 
  Carta abierta de un argentino en Bolivia 
Leo y veo asiduamente los medios argentinos. Por un contrato laboral resido en Bolivia desde hace un año y medio, aunque no lo crean, les cuento que para residir en Bolivia es necesario contar con pasaporte, aunque no sea necesario para ingresar a este territorio.
El certificado de Interpol tarda 3 meses, por lo que cuando pagás para “el objeto determinado”, y no tenés un “gestor”, perdés 3 veces lo pagado, ya que el “objeto…” dura 30 días.
El trámite por un año, con gestor – porque sin gestor es imposible -, cuesta unos 600 dólares.
Cuando se vence hay que hacer todos los trámites de nuevo y es por dos años, cuesta unos 700 dólares.
Al vencer hay que hacer el de tres años, y recién el de radicación definitiva (o sea luego de 6 años), que dura… lo que dura el vencimiento del pasaporte y luego hacerlo de nuevo. Entendieron no?, no hablo de EE.UU, hablo de la Bolivia de Evo!!!!!
Cada vez que viajás al exterior hay que pagar 10 dólares (por ser extranjero), no hay atención médica gratuita para ningún extranjero, ni educación publica, ni nada parecido.
En cuanto levantás la voz te dicen, con todas las letras: “UD. ES EXTRANJERO”, aunque estés residiendo en forma permanente, si no tenés un padrino ningún banco te presta ni un centavo, ni siquiera te abre una cuenta, por cualquier cosa te sacan fotocopia del documento, solo porque sos extranjero (parece una utopia, pero aqui el discriminado es “el blanco”, te sentis como un bolita en Argentina, con muchos menos Derechos.
Es importante que los argentinos sepamos que los giles del continente somos nosotros.
En ningún país de la región te dan facilidades para que te quedes, salvo en nuestro querido país, y ni se te ocurra tratar de quedarte con un terreno en forma ilegal, porque podés terminar muerto o preso.
Compañeros míos de Siemens vivieron situaciones similares en Brasil y en Chile.
Cada país cuida y defiende a sus ciudadanos, menos el nuestro, que posterga a los propios en beneficio ajeno.
Nosotros los Argentinos, siempre somos mas papistas que el papa, tenemos mal entendido el uso de los Derechoc Humanos, confundimos el orden y el apego a la Ley con la Represión, seguramente tenga que ver con nuestro pasado nefasto, pero después de 30 años de Democracia deberiamos comenzar a respetar a las autoridades policiales, a las instituciones y a los gobernantes, cualquiera sea su signo político, si queremos alguna vez ser un pais en serio, sino terminaremos en una anarquia al mejor estilo de una Republica bananera
Un abrazo y sigan adelante, Argentina debe abrirle las puertas al mundo como lo ha hecho a lo largo de su historia, pero con condiciones razonables que exijan antecedentes policiales y judiciales, trabajo asegurado, certificado de salud y no abrir indiscriminadamente las puertas para el ingreso de indigentes y en algunos casos hasta delincuentes. Esto no es xenofobia, entiendase bien.
Esto es defensa de la soberania nacional y del trabajo nacional.
No se puede permitir que una veintena de personas ingresen de Peru sin inconveniente ninguno en nuestras oficinas de Migraciones, a pesar de ser ex convictos en su pais, o cientos que vienen de Bolivia y Paraguay, se instalan dos o tres meses en casas de parientes o paisanos, se operan en hospitales públicos de la Capital, a costa del esfuerzo de nuestra sociedad porteña, que ya no sólo banca a los conciudadanos del GBA, sino a todos los hermanos Sudamericanos que tengan ganas de venir aqui. SOLIDARIDAD SI, BOLUDISMO NO
                                                    Lic. Carlos Alberto Alderete - SIEMENS
Nota: La carta que antecede nos ha sido enviada por varios lectores. Corroboramos que se encuentra en diversos portales de internet, entre ellos SEPRIN. Es interesante leer las opiniones de la gente en el portal de Yahoo respuestas. Click aqui:  http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20110327110445AAp40to


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